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24 octubre 2018

“Israel quiere acabar con los beduinos de Khan al-Ahmar”


El activista palestino Munther Amira participa en un acto organizado por CEAR y el BDS en Valencia




Aldeanos y activistas contra las excavadoras, la policía y el ejército de Israel. Los pobladores de Khan al-Ahmar, al este de Jerusalén, en la Cisjordania ocupada, resistieron de nuevo el 15 de octubre a la incursión de las máquinas, cuyo fin es arrasar la aldea beduina de 180 habitantes. Varios activistas fueron detenidos. Los hechos se produjeron días después que la agencia palestina Shehab informara sobre el despliegue de “gran número de fuerzas de ocupación israelíes en las inmediaciones”. Además, a principios de mes, colonos del asentamiento israelí (ilegal) de Kfar Adumim inundaron de aguas residuales el entorno de la aldea. La agresión ha alcanzado relieve internacional y la resistencia adquiere múltiples formas; así, menores de la escuela de Khan al-Ahmar – hecha de adobe y neumáticos, amenazada por el derribo y donde estudian 170 niños de cinco comunidades- se concentraron en Jerusalén cerca de la residencia del presidente de Israel, Reuven Rivlin.


Fuente: Agencia MA'AN

El plazo para el abandono y destrucción de la aldea finalizaba el uno de octubre, tras una década de pugna legal y después de dos sentencias del Tribunal Supremo de Israel (de mayo y septiembre de 2018) que ordenaban la demolición. El alto tribunal israelí “aprueba un crimen de guerra”, denunció Amnistía Internacional, conclusión a la que también ha llegado la fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda. El poblado de Khan al-Ahmar se ubica cerca de los asentamientos israelíes de Maale Adumim y Kfar Adumim, y “es una de las 46 comunidades de Cisjordania central que Israel quiere desplazar a la fuerza para dejar sitio a asentamientos ilegales exclusivamente judíos”, alerta Amnistía Internacional. A primeros de julio las tropas israelíes ya avanzaron en el desalojo violento del poblado escoltando a los buldócers; el primer día de intervención militar y resistencia pacífica frente a los vehículos se saldó con 13 detenidos y 35 heridos (cuatro de ellos hospitalizados), además de multas y la filmación de activistas palestinos e internacionalistas, quienes se alojaron en la escuela durante semanas para enfrentarse a los derribos.

En las acciones de protesta en Khan al-Ahmar está presente el defensor de los derechos humanos y trabajador social palestino Munther Amira, invitado a una conferencia organizada por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) del País Valenciano en colaboración con el BDS. Es miembro de los comités populares que promueven acciones de resistencia –huelgas, protestas pacíficas y campañas legales- en los territorios ocupados. En diciembre de 2017 fue detenido en la ciudad de Belén, durante una movilización para pedir la libertad de la joven Ahed Tamimi, capturada y encarcelada por enfrentarse a soldados israelíes. Munther Amira fue juzgado y condenado por un tribunal militar a seis meses de prisión (y cinco años de libertad condicional) por supuestos delitos asociados a la participación en manifestaciones. El pasado seis de junio fue puesto en libertad, tras pasar seis meses en la cárcel.

“Ser beduino no implica pobreza, los lugareños quieren vivir en sus jaimas y hasta eso pretenden prohibirles”, afirma el activista en el Colegio Mayor Rector Peset de la Universitat de València; “los colonos utilizan el pretexto de que con el traslado mejorará la vida de los aldeanos, pero realmente quieren acabar con ellos”, añade Munther Amira; los pobladores rechazan la reubicación a una distancia de 12 kilómetros, cerca de la localidad palestina de Abu Dis, en las proximidades de un vertedero. Miembros de la tribu Jahalin, la comunidad beduina actualmente ubicada en Khan al-Ahmar ya fue expulsada por Israel de sus hogares en el desierto de Naqab (Néguev, en Hebreo) en la década de 1950.

¿Qué relevancia estratégica tiene este pueblo radicado entre Jerusalén y Jericó, levantado con tiendas y chozas de metal y madera? Apunta una de las claves la entrevista del escritor y bloguero Edo Konrad al abogado Daniel Seidemann, fundador de la ONG israelí Terrestrial Jerusalem (+972 Magazine y Rebelion.org, julio de 2018): “Khan al-Ahmar está localizada en E1, el nombre del área de 12 kilómetros cuadrados ubicada entre Jerusalén y el asentamiento de Maale Adumim (la tercera colonia de Cisjordania, con cerca de 40.000 residentes). Durante décadas Israel ha esperado construir el área con colonias para conectar las dos ciudades; si lo hiciera se bifurcaría Cisjordania”, lo que finiquitaría la solución de los dos estados (cerca de 600.000 colonos israelíes viven en más de 230 asentamientos ilegales de Cisjordania y Jerusalén Este, construidos tras cinco décadas de ocupación; según la ONG israelí Peace Now, el inicio de nuevas viviendas en los asentamientos de Cisjordania –sin incluir Jerusalén Este- aumentó un 17% en 2017 respecto al promedio de la última década).

Otorga la misma importancia al plan E1 y a la demolición de Khan al-Ahmar el documento de recogida de firmas de la UNRWA (agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos) en España, dirigido al Gobierno de Israel. El plan establece la construcción de miles de viviendas para conectar los asentamientos ilegales con Jerusalén. Si la iniciativa se lleva a término, “la presencia palestina en la zona se debilitaría y Jerusalén Este (capital de un Estado palestino independiente) quedaría desconectada para siempre del resto de Cisjordania”. En ese contexto, derribar la aldea beduina supondría “la total división de Cisjordania”, defiende la petición de la UNRWA contra la destrucción de Khan al-Ahmar, apoyada por 20.000 firmas. Además, la campaña sitúa en el tiempo el origen de la “pesadilla” (así la califica) para los residentes beduinos: 1977, cuando comenzó la construcción de Maale Adumim. Khan al-Ahmar se halla dentro de la Zona C de Cisjordania, sometida al control militar y civil de Israel.

La noche del uno de octubre, informó Stop The Wall, cerca de 500 activistas se preparaban en el poblado para hacer frente a la embestida de las tropas y los buldócers. Se habilitaron tres tiendas añadidas para acoger a las personas llegadas de diferentes puntos de Cisjordania. “Nuestra resistencia es pacífica, nuestras armas contra la agresión son las manos, la constancia y la fe en lo que hacemos”, afirma Munther Amira.

Niega que el apoyo a la comunidad de Khan al-Ahmar pueda resumirse en las ideas de sufrimiento y sacrificio; “intentamos disfrutar de cada instante, porque la vida puede ser muy breve durante la ocupación”, afirma. Así, fiestas, juegos para la infancia, música, té, conversaciones, actividades culturales y tareas para la mejora de la aldea acompañan a la lucha social. Munther Amira vive en el campo de refugiados de Aida (Belén). Entre otros episodios de la resistencia en Khan al-Ahmar, recuerda cuando el 23 de septiembre los pobladores recibieron la notificación oficial de que debían –ellos mismos- derribar sus hogares y estructuras. El aviso oficial incluía el membrete del ejército de Israel. Los activistas respondieron con la distribución de una hoja volante “alternativa”, que advertía a soldados, policías y funcionarios de que si participaban en la expulsión forzada de los pobladores cometerían un crimen de guerra.

De la ofensiva israelí pueden citarse múltiples casos. Naciones Unidas condenó en febrero la destrucción de dos escuelas en la comunidad beduina de Abu Nuwar, al este de Jerusalén, donde residen cerca de 700 palestinos la gran mayoría refugiados. La localidad se halla en la zona C de Cisjordania y en el área afectada por el plan de asentamientos E1. “Éste es el sexto incidente de demolición o confiscación en la escuela de Abu Nuwar -desde febrero de 2016- por parte de las autoridades israelíes”, afirmó el representante de Naciones Unidas, Roberto Valent. Los ataques se han ensañado también con un pueblo palestino del desierto del Néguev, Al-Araqeeb. A mediados de agosto los vecinos denunciaron al medio digital Middle East Monitor que, con la última demolición, ya sumaban 132. Además de la destrucción de las casas, la policía practicó cuatro detenciones e impuso multas a los pobladores beduinos. Justo un año antes, en Al-Araqeeb sufrieron la demolición número 116. De inmediato empezaron con la reconstrucción.

https://www.rebelion.org/noticia.php?id=248139

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