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21 octubre 2018

Venezuela: Una perspectiva feminista en un país bajo asedio



Por Ana Cristina Bracho, Resumen Latinoamericano, 20 de octubre de 2018.

El 28 de septiembre, en la sala de audiencias del Tribunal Tercero de
Primera Instancia en Funciones de Control, Audiencia y Medidas de
Violencia Contra la Mujer del Circuito Judicial Penal del estado
Miranda, William Enrique Infante Borges fue presentado por su presunta
relación con la muerte de Mayell Consuelo Hernández Naranjo y aunque,
según la prensa el imputado había admitido los hechos, según informó
el 5 de octubre el Fiscal General Tark William Saab, esto no ocurrió y
tan sólo comenzó el proceso.

Sin embargo, en este primer acto judicial de esta causa, se muestra
victoriosa la campaña multiplataformas que exigió justicia para Mayell
y el procesamiento de su presunto femicida. Triunfo que ahora parece
ampliado pues el Ministerio Público presentó completo su balance sobre
los femicidios y en su máxima autoridad solicitó la reforma de la ley
para que la pena con la que se castiga el femicidio alcance el máximo
constitucionalmente permitido.

En este marco, estas semanas de septiembre han sido un momento
importante para la notoriedad del movimiento de mujeres venezolanas
que, claman por la conquista de sus derechos civiles y denuncian un
clima de violencia contra la mujer que aún no ha sido superado en Venezuela.

Por ello, ahora que abre el mes de octubre queremos tomar la ocasión
para reflexionar sobre el estado actual del feminismo venezolano para
además aportar una visión de género sobre la situación en la que se
encuentra el país porque, siendo la población mayoritariamente
femenina, joven, de estructuras familiares centradas en madres, muchas
veces solteras, es necesaria una perspectiva de género sobre el asedio
al cual nos someten.

Una primera cosa queremos dejar en claro y es que en el espectro de
lucha de las mujeres hay siempre dos planos, El primero, es la
necesaria exigencia de la igualdad, la superación de todas las causas
estructurales que hacen que la existencia de hombres y mujeres sea
profundamente distinta. El segundo, es la lucha por la erradicación y
en su defecto, la penalización de la violencia.

La lucha por la vida libre de violencia es en sí misma un dominio muy
amplio que estimamos no debemos presentar tan sólo como física porque
esta comporta todo un espectro, una universalidad de formas y
factores, que son los que pueden llevar –o no- a un femicidio pero que
generan ansiedad, dolor y depresión en muchas mujeres que nunca ni
siquiera se asumirán como víctimas.

Es principalmente en España donde se han hecho estudios para
determinar que existe una relación entre la conquista de los espacios
públicos y de los derechos con el aumento de la violencia. Esta
tendencia se explica a veces por una especie de duelo que sufren
algunos hombres ante la independencia de las mujeres que significa una
pérdida de su poder o de su control.

Esta es entre otras, una de las muchas dificultades que hay que
considerar cuando queremos desarrollar acciones que realmente cambien
las realidades sociales porque de lo contrario, dejar las causas en
manos de operadores de justicia, adolecerá del principal vicio de la
naturalización por parte de todos los involucrados de las situaciones
injustas, inequitativas y violentas.

¿Dónde está el feminismo en el mundo?

Recientemente, Emma Watson, actriz y Embajadora de buena voluntad de
ONU Mujeres, declaró que cuando asumió su papel, en la organización
universal le sugirieron no hablar de feminismo puesto que, este
término era contrario a los intereses que desde la ONU querían impulsarse.

Esto porque pese a su importancia histórica, la palabra feminismo
sigue a décadas después de sus principales conquistas causando
incomodidades e incomprensiones, por lo cual algunos pretenden
utilizar fórmulas que estiman neutras que refieren a la lucha por la
igualdad o la equidad de género sin que se identifiquen plenamente las
acciones como una causa feminista.

Con esto, han intentado minimizar una lucha que fue la que permitió
muchas cosas de nuestra vida que hoy vemos como si siempre hubiesen
estado. Pues si usted está leyendo esto en el trabajo y es mujer, o en
casa y es universitaria, usted es beneficiaria de los frutos del
feminismo. Incluso si usted no disfruta leer pero si andar en
pantalones o en minifalda, votar o ser dueña de su dinero, también, ha
gozado de las conquistas de las mujeres que le precedieron aunque en
este momento esté descubriendo que le han hablado tan poco de esto que
nunca ha pensado en quien fue la primera mujer que entró a la
universidad o cuando se dio la primera manifestación de mujeres en
pantalones en su ciudad.

El feminismo fue entonces, una causa por los derechos políticos,
nucleado en las sufragistas que exigían el derecho a votar; fue una
causa de las obreras que exigían igual remuneración; fue una causa de
las jóvenes que querían descubrir su cuerpo y disfrutar su sexualidad.
Por ende, fue siempre una causa de lucha, muchas veces relacionada con
las exigencias del socialismo aunque los principales autores clásicos
del pensamiento de izquierda, omitieran las causas de las mujeres.

Hoy además de quienes quieren declarar superadas las causas de las
feministas, hay otros sectores que hacen un sostenido esfuerzo por
convertir al feminismo en un postulado del neoliberalismo, una causa
neutra, bonita, como esa que Emma Watson sostiene que le indicaron
debía representar en la ONU. Un feminismo que no sorprenda, no
cuestione, se centre en la superficialidad y que no entienda que la
opresión femenina es consecuencia de una manera de dividir el trabajo.

Así, al mirar el panorama nos encontraremos con un feminismo
neoliberal centrado en romper el techo de cristal, eliminando los
obstáculos que impiden a las mujeres alcanzar puestos de decisión en
empresas y gobiernos. Por ende, se centra la propuesta en las luchas
de mujeres de clase media o alta, con alto nivel educativo, y que ya
poseen capital cultural y relacional; por tanto, son que
mayoritariamente mujeres privilegiadas.

Una retórica que plantea que la llegada a la Presidencia de la
República o a algún otro alto cargo en un gobierno es suficiente para
medir los avances de todas las mujeres en una sociedad. Siendo el
ejemplo más claro de esta formulación, lo que ocurrió en la campaña
electoral de Hilary Clinton donde las causas populares no se veían
como parte de un feminismo que además entiende a la mujer en un ángulo
meramente individual.

Con este, desaparece el cuestionamiento de la pobreza que produce el
capitalismo y la palabra patriarcado así como la justificación del
feminismo como denuncia de un problema colectivo y de discriminación;
para dar paso a una construcción que quiere promocionar cuentos, en el
esquema del selfmade man y que con el mero hecho de la presencia de
una mujer en un lugar y sin que se den cambios estructurales, ya
estamos en plano de igualdad.

¿Es esto real? Hay quienes dicen que no porque en nuestro presente,
por ejemplo, cuando vemos el avance profesional distinguiéndolo por
géneros, la lectura tiene que considerar además la maternidad. ¿Es
igual el avance profesional y académico de una mujer cuando es madre
que cuando no lo es? ¿No existe toda una brecha entre las madres
pobres, y, las mujeres solteras con recursos económicos?

Esa son parte de las cosas que una visión como la que estamos
planteando deja fuera de nuestro alcance pero no son las únicas. El
feminismo requiere un análisis de las situaciones concretas en las que
se desenvuelven hombres y mujeres, de las cosas que les son permitidas
y proscritas. Por eso, no debemos sorprendernos cuando observamos que
hay quienes cuestionan si su traducción a las redes sociales le hace
bien o mal a las causas feministas.

La estadounidense Jessa Crispin es una referencia obligatoria en este
tema pues ha conmocionado a la opinión pública norteamericana y
europea con un texto publicado en 2017 con el título en español de
“¿Porque No Soy Feminista?: Un Manifiesto Feminista” y ha manifestado
no creer en el feminismo de Hilary Clinton y Beyonce a la vez que
considerado que el feminismo se secuestrado precisamente por algunos
de sus enemigos que le han privado de su potencial de cambio, pues de
ser una herramienta para cuestionar las relaciones de poder, ha pasado
a convertirse “en algo que se puede expresar en tu camiseta o en tu
biografía de Twitter”

¿Por qué luchan las feministas?

El antónimo del pensamiento feminista no es el hombre sino la
construcción patriarcal de nuestra sociedad que es sufrida por hombres
y mujeres; que así como castra la libertad de las niñas, prohíbe la
sensibilidad de los varones y omite que la humanidad no tiene un
esquema binario de identidad de género o preferencias sexuales.

Esto es una materia conocida para la Revolución Bolivariana que nace,
jurídicamente, en la primera Constitución del mundo que como acto
político de reivindicación y visualización incluye un lenguaje de
género y que va a intentar, por medio de políticas públicas y leyes,
incidir en la construcción patriarcal que caracteriza a la sociedad venezolana.

Si miramos de cerca, veremos que el patriarcado es un sistema de
explotación de las mujeres por los hombres. Estos se apropian de
trabajos y servicios producidos por las mujeres. Y constituye también
un elemento del modo de producción: la producción y reproducción de la
gente. Como tal sistema, tiene su propia ideología, subsumida en
muchos aspectos en la ideología del capitalismo y viceversa. Tres
elementos fundamentales constituyen la base material del patriarcado:
el trabajo doméstico, la crianza de los hijos e hijas y la producción de amor.

Con esto en mente podemos observar que análogamente, mientras que el
socialismo lucha por la liberación de todos los oprimidos, el
feminismo combate la opresión de las mujeres. Ahora, cuando el
feminismo se lleva además con una perspectiva de izquierda se entiende
que el socialismo y el feminismo se contienen mutuamente, forman un
todo indisoluble, y su desarrollo conjunto es un proceso dialéctico,
el resultado de una lucha de clases.

Esto porque para el feminismo socialista detrás del obrero explotado
está una mujer sin derechos condenada a darle al obrero hijos que
luego trabajarán para un patrono y mantenerlo en condiciones de salud,
nutrición y bienestar compatibles con que este siga prestando su
trabajo. Por ende, en el capitalismo, la mujer es tan solo un eslabón
más, aún más bajo, de la cadena de explotación.

¿Qué obtuvieron las mujeres con la Revolución bolivariana?

Un documento publicado por María Elena Alva y Nora Castañeda analizó
cuáles fueron las principales reivindicaciones de las mujeres en la
primera década de la Revolución Bolivariana (1999-2009), de donde
podemos observar parte del planteamiento feminista de este período histórico.

Tenemos derecho, todas y todos, al ?máximo de felicidad posible?, a
incorporarnos al desarrollo y a sus beneficios. No se trata sólo de
incrementar la riqueza de las naciones, sobre todo se trata de
construir una sociedad capaz de crear las condiciones necesarias para
distribuir tal riqueza de acuerdo con las necesidades reales de todas
y todos, en una sociedad que se proponga, como meta principalísima
lograr la igualdad social que incluiría alcanzar la igualdad, equidad
y paridad de género.

En tal sociedad, Socialista del Siglo XXI, (democrática, participativa
y protagónica) todas, absolutamente todas las personas, hombres y
mujeres, tendrían derecho al pleno desarrollo de sus capacidades y a
la máxima expresión de su personalidad en el seno de sus comunidades.
Se trata de una ampliación y profundización democrática, de manera tal
que la democracia representativa es sustituida por la democracia
participativa y protagónica. La República Bolivariana de Venezuela, en
la fase de transición, que hoy vive, se soporta en un Estado Social de
Derecho y de Justicia, que facilita su construcción hacia el
Socialismo, teniendo como base el Poder Popular.

Así, observaremos que las mujeres logran permear el discurso jurídico
del país, exigiendo ser tomadas no tan solo como iguales sino
visibilizando su existencia, la realidad de la maternidad y del
trabajo doméstico. A partir de allí, la legislación venezolana se va a
abrir a una perspectiva de género que irá a todos los ámbitos: desde
la protección laboral de la maternidad, hasta el derecho a una vida
libre de violencia. El tema mujer logrará obtener el peso suficiente
para tener su propio Ministerio, una estructura de coordinación en el
Poder Judicial, y, las mujeres alcanzaron a través de los programas
sociales un acceso a los derechos económicos, sociales y culturales
que antes les fueron negados.

Es importante ver la perspectiva del impulso del crédito de las
mujeres, con una noción de cuáles son las necesidades de sus
emprendimientos así como darle el peso a una Ley que ordenó la
creación de una jurisdicción, que priorizó el asunto y que fue
innovadora en todo el continente al decretar en 2007 que existían 19
tipos distintos de violencia, hoy, veintiuno después de su reforma.

De allí, que podamos ver la importancia que tienen los derechos de la
mujer para el proceso revolucionario, la cual fue declarada en 2009
por el Comandante Chávez quien sostuvo que “sin la verdadera
liberación de la mujer sería imposible la liberación plena de los
pueblos, y soy un convencido de que un auténtico socialista debe ser
también un auténtico feminista”.

Una perspectiva de género sobre la Guerra Económica

El proceso de destrucción de la normalidad y de la calma, que hemos
conocido como guerra económica, que se ha efectuado mediante
mecanismos que obstruyen la distribución de bienes, los esconde o los
encarece, tiene efectos distintos porque la conquista de los derechos
de las mujeres no ha alcanzado un grado de irreversibilidad o
universalidad que haya hecho que las dinámicas privadas hayan sido
modificadas.

Esto, porque las mujeres siguen siendo en Venezuela las principales
responsables del hogar y entre ellas, un número no despreciable,
afrontan de manera individual la carga familiar. Así, que la doble
rutina que era una tarea pendiente es ahora una situación mucho más
compleja porque la adquisición, preparación y conservación de los
alimentos, se ve dificultada en un sistema tan alterado.

Igualmente, existen productos cuyo uso es exclusivamente femenino. En
especial, la medicación o los insumos necesarios para evitar los
embarazos o los productos de la primera infancia que han sido los
sometidos a una guerra más larga e intensa.

¿Cuánta libertad pierde una mujer que pierde alternativas de control
de la natalidad? ¿Cuántas afectaciones de salud se generan por el uso
discontinuo de anticonceptivos? ¿Cuánto más pesada es la rutina de una
madre que no consigue los productos habituales para la higiene y el
cambio de un bebe?

La posibilidad de continuar o retomar los estudios y el trabajo, para
luego avanzar en este y romper “el techo de cristal”, tener una
igualdad material de oportunidades y una vida libre de dependencias y
de violencia, se ven comprometidos con estas nuevas dificultades
además en un marco donde algunas tareas nunca se iniciaron, como por
ejemplo, el combate frontal a la violencia simbólica y a la violencia
institucional.

Este es un tema que en la medida que reflexionamos se va haciendo más
complejo porque todas las acciones que se han intentado en contra de
nuestras familias, de nuestra paz, deben ser leídas con una
perspectiva de género.

Así, por ejemplo, esta intensa acción de propaganda que se ha hecho en
Venezuela para favorecer la emigración improvisada y masiva, las
mujeres son los eslabones más vulnerables cuando están en condiciones
jurídica y económicamente precarias, como hemos venido refiriendo en
los textos que sobre el tema hemos publicado en Misión Verdad.

Luego, están los reiterados actos de violencia, particularmente cruel,
que han sufrido venezolanas en situación de emigrantes en otros
países. Algunos de corte individual, como el caso de Verónica Marín y
Bárbara Martínez, reseñado en Venezuela el 3 de octubre, que fueron
golpeadas delante de un policía en Buenos Aires por una mujer por ser
“negras y colombianas”, o, los actos que en la prensa se hacen para
acusar a las mujeres venezolanas de promover olas de infidelidad en Colombia.

De igual forma, en el caso de las mujeres víctimas de violencia, que
se encuentran en condiciones que ameritan que el Estado disponga a su
favor mecanismos de protección, la sucesiva disminución de los
ingresos públicos, por la vía del incremento desproporcionado de los
precios en el mercado interno y las sanciones a Venezuela en el
extranjero, las expone a un panorama donde parte de las estructuras
han colapsado o no están prestando servicio.



Con esta situación, tan solo un agudo análisis de las situaciones que
cercan el país hecha por un movimiento orgánico en el país que parta
de la comprensión de los fenómenos que vienen ocurriendo, los procesos
que iniciaron y se detuvieron, podrá garantizar que Venezuela siga
avanzando en la construcción de una sociedad no patriarcal, feminista.




http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/10/21/venezuela-una-perspectiva-feminista-en-un-pais-bajo-asedio/


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