La sociedad civil uruguaya, mayoritariamente democrática, republicana y laica, exhaló un suspiro de alivio cuando el general Guido Manini fue sancionado y destituido –el 12/03/19- de su cargo de comandante del ejército uruguayo: “por fin”, “era de esperar”, “bien, pero demorado”,fueron las expresiones de beneplácito y apoyo crítico a la decisión del presidente Tabaré Vázquez.
Manini Ríos fue ascendido el 19/12/11 por el entonces Ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro, con la firma de José Mujica, a la sazón presidente de la república, integrantes ambos jerarcas del Movimiento de Participación Popular (MPP).
No se ignoraba ya en aquel entonces que este militar,católico ferviente, integraba e integra, la Logia de los Tenientes de Artigas, un agrupamiento de radicales posiciones nacionalistas.Respondiendo a esa filosofía durante su jefatura nombró capellán para el ejército, desconociendo el derecho de otras religiones a tener esa referencia; distribuyó ejemplares de la Biblia entre el personal a su mando y participó en misas realizadas en la Catedral de Montevideo en las que se le vio, en traje de gala militar, arrodillado, besando el suelo a los pies del cardenal Sturla.
Puede ser considerado como una curiosidad anecdótica, pero no lo es, el hecho de que mientras el Ejército sufría un remezón en su cúpula Manini se proclamaba candidato para la presidencia de la república en el marco del partido Cabildo Abierto.
“Muerto el perro se acabó la rabia ”, se apresuraron a sentenciar algunos analistas pero se equivocaron. Duró poco el alivio y de ello se encargó el sustituto del destituido, el general Ariel González, en el mismo acto de su asunción el 18 de marzo de 2019 en el que afirmó que seguiría los lineamientos establecidos por su destituido antecesor.
En síntesis: cambiaba algo para que todo continuara igual. Es que no puede esperarse cambio alguno si se tienen en consideración los antecedentes no solo de estos dos jerarcas militares sino de toda la camada de egresos militares durante la dictadura.
En ese período el juramento habitual, en democracia, interpelaba a los egresados-y esto lo consigna impecablemente Miguel Aguirre Bayley, en“Los militares antigolpistas –Una opción ética”-, al reproducir el texto: -“¿Juráis por vuestro honor, respetar y defender la independencia e integridad de la República, su honor, la Constitución, sus leyes y sus Instituciones democráticas y ajustar vuestra conducta a los más estrictos principios de la ética profesional y de la moral y dignidad ciudadana?”
En cambio, bajo el régimen dictatorial, también lo consigna la misma obra, la apelación a la fidelidad rezaba: “- ¿Juráis por vuestro honor, respetar y defender la independencia e integridad de la República, su honor, la Constitución, los Actos Institucionales, las Leyes Fundamentales inspiradoras del presente proceso y sus Instituciones democráticas y ajustar vuestra conducta, a los más estrictos principios de la moral y dignidad ciudadana?”
Sin duda son dos juramentos distintos y dos comportamientos también diferentes el que reclaman. Y efectivamente fue así pues los militares se convirtieron en cancerberos de su propio pueblo.
Pero el hecho cierto, que no puede desconocerse es que el juramento sigue vigente y que esas promociones no están comprometidas ni con la democracia, ni la República, ni el pueblo uruguayo: el Proceso (la dictadura) y sus Actos Institucionales son la referencia. Y si es así ¿no resulta ocioso pedir fidelidad y acatamiento a principios democráticos y ordenamiento constitucional? ¿No es como pedirle peras al olmo?
La pertinencia de estas preguntas se confirmó pocos días después cuando el conocido delincuente Nino Gavazzo, malhechor, extorsionador, asesino y represor, portador de varias condenas por estas razones, declaró esta vez ante un tribunal de honor militar, su responsabilidad directa en la tortura, muerte y desaparición de un detenido antes de la dictadura de 1973.Es decir en democracia vigente.
El relato de cómo procedió, pese al tiempo transcurridoes de novela o película de terror y estremece aún ahora, cuando se piensa que durante tantos años se ocultó, se negó la verdad y se trabajó para hacer desaparecer todo vestigio.Pero este hecho, su conocimiento y trámite correspondiente en el ámbito militar para pasar luego al dominio de la justicia ha tenido irregularidades y desprolijidades que involucran a todos los actores incluyendo al presidente de la República, Tabaré Vázquez.
El Frente ¿demasiado? Amplio
Penetrar los entresijos de este novelón político-administrativo que se ha armado puede ser útil, instructivo y hasta entretenido… pero en este momento desvía la atención del punto esencial de la cuestión que no es otro que la comprobación de que las fuerzas armadas del Uruguay, 40 años después de la dictadura, han ganado en autonomía y profundizado sus convicciones regresivas para la democracia.
El centroizquierdista Frente Amplio (que lleva 14 años al frente del gobierno) y la ciudadanía democrática comprueban que se han quedado quietos mientras esto avanzaba.
No hay una sola explicación, sino varios vectores que se entrecruzan, pero sin desmedro de los factores externos la debilidad principal hay que buscarla en la interna de la fuerza progresista, inficionada por compromisos asumidos con estas mismas fuerzas armadas a las que han dado respaldo y protección con impunidad legal y vergonzosos privilegios económicos.
Hasta el día de hoy la fuerza de gobierno no puede vencer los obstáculos que desde su interna se oponen a la aprobación de una nueva Ley Orgánica para la FFAA. Un proyecto que no avanza en su tratamiento legislativo en tanto que la Caja Militar continúa siendo una ofensa para la convivencia democrática por la injusticia que significay recibe los subsidios necesarios para cubrir su déficit bochornoso.
Las miradas críticas en este sentido se vuelven hacia el sector dentro del Frente Amplio que más esfuerzo ha hecho para proteger a los militares.
Garabed Arakelian. Periodista, docente, analista uruguayo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
http://estrategia.la/2019/04/ 08/en-uruguay-el-remezon-en- el-campo-militar-no-tiene- consecuencias-todo-sigue-como- esta/
Manini Ríos fue ascendido el 19/12/11 por el entonces Ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro, con la firma de José Mujica, a la sazón presidente de la república, integrantes ambos jerarcas del Movimiento de Participación Popular (MPP).
No se ignoraba ya en aquel entonces que este militar,católico ferviente, integraba e integra, la Logia de los Tenientes de Artigas, un agrupamiento de radicales posiciones nacionalistas.Respondiendo a esa filosofía durante su jefatura nombró capellán para el ejército, desconociendo el derecho de otras religiones a tener esa referencia; distribuyó ejemplares de la Biblia entre el personal a su mando y participó en misas realizadas en la Catedral de Montevideo en las que se le vio, en traje de gala militar, arrodillado, besando el suelo a los pies del cardenal Sturla.
Puede ser considerado como una curiosidad anecdótica, pero no lo es, el hecho de que mientras el Ejército sufría un remezón en su cúpula Manini se proclamaba candidato para la presidencia de la república en el marco del partido Cabildo Abierto.
“Muerto el perro se acabó la rabia ”, se apresuraron a sentenciar algunos analistas pero se equivocaron. Duró poco el alivio y de ello se encargó el sustituto del destituido, el general Ariel González, en el mismo acto de su asunción el 18 de marzo de 2019 en el que afirmó que seguiría los lineamientos establecidos por su destituido antecesor.
En síntesis: cambiaba algo para que todo continuara igual. Es que no puede esperarse cambio alguno si se tienen en consideración los antecedentes no solo de estos dos jerarcas militares sino de toda la camada de egresos militares durante la dictadura.
En ese período el juramento habitual, en democracia, interpelaba a los egresados-y esto lo consigna impecablemente Miguel Aguirre Bayley, en“Los militares antigolpistas –Una opción ética”-, al reproducir el texto: -“¿Juráis por vuestro honor, respetar y defender la independencia e integridad de la República, su honor, la Constitución, sus leyes y sus Instituciones democráticas y ajustar vuestra conducta a los más estrictos principios de la ética profesional y de la moral y dignidad ciudadana?”
En cambio, bajo el régimen dictatorial, también lo consigna la misma obra, la apelación a la fidelidad rezaba: “- ¿Juráis por vuestro honor, respetar y defender la independencia e integridad de la República, su honor, la Constitución, los Actos Institucionales, las Leyes Fundamentales inspiradoras del presente proceso y sus Instituciones democráticas y ajustar vuestra conducta, a los más estrictos principios de la moral y dignidad ciudadana?”
Sin duda son dos juramentos distintos y dos comportamientos también diferentes el que reclaman. Y efectivamente fue así pues los militares se convirtieron en cancerberos de su propio pueblo.
Pero el hecho cierto, que no puede desconocerse es que el juramento sigue vigente y que esas promociones no están comprometidas ni con la democracia, ni la República, ni el pueblo uruguayo: el Proceso (la dictadura) y sus Actos Institucionales son la referencia. Y si es así ¿no resulta ocioso pedir fidelidad y acatamiento a principios democráticos y ordenamiento constitucional? ¿No es como pedirle peras al olmo?
La pertinencia de estas preguntas se confirmó pocos días después cuando el conocido delincuente Nino Gavazzo, malhechor, extorsionador, asesino y represor, portador de varias condenas por estas razones, declaró esta vez ante un tribunal de honor militar, su responsabilidad directa en la tortura, muerte y desaparición de un detenido antes de la dictadura de 1973.Es decir en democracia vigente.
El relato de cómo procedió, pese al tiempo transcurridoes de novela o película de terror y estremece aún ahora, cuando se piensa que durante tantos años se ocultó, se negó la verdad y se trabajó para hacer desaparecer todo vestigio.Pero este hecho, su conocimiento y trámite correspondiente en el ámbito militar para pasar luego al dominio de la justicia ha tenido irregularidades y desprolijidades que involucran a todos los actores incluyendo al presidente de la República, Tabaré Vázquez.
El Frente ¿demasiado? Amplio
Penetrar los entresijos de este novelón político-administrativo que se ha armado puede ser útil, instructivo y hasta entretenido… pero en este momento desvía la atención del punto esencial de la cuestión que no es otro que la comprobación de que las fuerzas armadas del Uruguay, 40 años después de la dictadura, han ganado en autonomía y profundizado sus convicciones regresivas para la democracia.
El centroizquierdista Frente Amplio (que lleva 14 años al frente del gobierno) y la ciudadanía democrática comprueban que se han quedado quietos mientras esto avanzaba.
No hay una sola explicación, sino varios vectores que se entrecruzan, pero sin desmedro de los factores externos la debilidad principal hay que buscarla en la interna de la fuerza progresista, inficionada por compromisos asumidos con estas mismas fuerzas armadas a las que han dado respaldo y protección con impunidad legal y vergonzosos privilegios económicos.
Hasta el día de hoy la fuerza de gobierno no puede vencer los obstáculos que desde su interna se oponen a la aprobación de una nueva Ley Orgánica para la FFAA. Un proyecto que no avanza en su tratamiento legislativo en tanto que la Caja Militar continúa siendo una ofensa para la convivencia democrática por la injusticia que significay recibe los subsidios necesarios para cubrir su déficit bochornoso.
Las miradas críticas en este sentido se vuelven hacia el sector dentro del Frente Amplio que más esfuerzo ha hecho para proteger a los militares.
Garabed Arakelian. Periodista, docente, analista uruguayo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
http://estrategia.la/2019/04/
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