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hacerlo. Reconocimiento del terreno con drones y civiles armados (paramilitares), fueron los últimos preparativos que este martes, 2 de abril, dejó un comunero asesinado y siete heridos en El Cairo (Ver comunicado).
Leer: La sociedad arrodillada
Nunca he conocido a un opresor que negocie sin herir ni matar para mostrar su poderío. La Minga social por la defensa de la vida, el territorio, la democracia, la justicia y la paz, que se enfrenta a este Gobierno tirano paralizando el suroccidente del país, única que ha sido capaz de enfrentarle de manera real, con acciones de hecho prolongadas, no es la excepción.
La brutal arremetida de este martes en El Cairo es un plan piloto, un ensayo del impacto represivo y repercusiones que podrían tener los ataques a puntos de la Minga donde se concentra una mayor población.
No hay que olvidar que más baños de sangre, y con mayor crueldad, pueden ocurrir, al fin y al cabo, para el Estado solo son efectos colaterales y necesarios para sostener el statu quo. Solo que en esta oportunidad el Gobierno no está seguro, pues teme a un grado de desestabilización prolongado del país que ningún analista está en capacidad de afirmar, precisar o descartar con seguridad.
Y por esa bella posibilidad que nos entregan de soñar con un levantamiento popular contra el tirano, debemos entregar toda nuestra gratitud a los pueblos indígenas, campesinos, afrodescendientes, sectores populares y estudiantes que han entregado su vida durante esta Minga. Y a quienes siguen arriesgándola en las carreteras del suroccidente, que la fuerza de su dignidad continúe golpeando a la opresión y derrumbando sus infamias.
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