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11 abril 2019

¡Viva el rey!




En su reciente visita a la Argentina el rey de España, Felipe VI, superó los límites de sus funciones para apoyar manifiestamente las medidas económicas del Gobierno de Macri.

Es sabido que la Constitución española reduce la participación de la monarquía en cuestiones políticas a prácticamente nada o bien solo a tareas protocolarias.
Sin embargo en esta ocasión el "ciudadano" Felipe, como lo llaman algunos líderes políticos españoles de izquierda, ejerció efectivamente de ciudadano al servicio de las mas de 300 empresas españolas radicadas en Argentina.
Aprovechando el embeleso "tilingo" aun vigente en la mediana y alta burguesía argentinas (un término de Arturo Jauretche para designar a los argentinos seducidos siempre por las élites extranjeras) el monarca se deshizo de sus ataduras constitucionales y con decisión y contundencia dijo:
"Somos conscientes de la situación económica que han tenido que atravesar y apoyamos los programas de reformas que están en marcha".
A Mauricio Macri solo le faltó mover la cola de alegría, como hacen los perros cuando sus amos los acarician.

Veamos cual es la situación económica actual, una vez aplicados los programas de reformas del macrismo, según datos oficiales:

En 2018 aumentó el número de pobres en 2.600.000. Pobres en Argentina quiere decir mesas vacías de comida, hogares sin luz ni calefacción, niños famélicos, descalzos sin poder ir a la escuela y sin atención sanitaria, entre otras calamidades.

La pobreza alcanza en Argentina al 32% de la población, unos 14 millones y medio de personas. O sea es pobre uno de cada 3 argentinos.
Desde la aplicación de las medidas económicas que apoya el rey Felipe, la inflación en Argentina es de 164,14%. La interanual de febrero fue del 49,3%.
La devaluación del peso fue del 350%.

El promedio salarial en Argentina está 10.000 pesos por debajo de la linea de la pobreza.

El vicepresidente de la Unión Industrial Argentina, Luiz Betnaza, dijo que la situación económica en Argentina es "desastrosa", ante el obligado cierre de varias industrias nacionales lo que originó el despido de unos 200.000 trabajadores.

Entonces uno se pregunta, ¿cómo es posible que su alteza española, haya apoyado semejantes reformas? Acaso por precaución solamente, no era aconsejable que se metiera en este fango, aunque si se tiene en cuenta que España es el segundo mayor inversor extranjero en Argentina, si observamos que de las 300 empresas españolas, 16 son del Ibex 35, que el 27% de los ingresos de Telefónica provienen de Argentina, y que entre otras las empresas españolas radicadas en esas tierras están los bancos Santander, BBVA, Gas Natural, Dia, Mapfre y Prosegur, y que todas se desenvuelven en un entorno macrofavorable, quizá entendamos mejor el respaldo de Felipe VI al macrismo.

En otras palabras, es otra vez el dinero lo que mueve el mundo (según el neoliberalismo dominante) y también, naturalmente, a las monarquías. ¿Por qué no, entonces, a la Casa Real española?

Es posible que si ahondamos en este argumento veamos, no sin un rictus de asombro, que cuando las élites hablan de derechos humanos, en realidad están hablando de beneficios económicos. Por eso cuando esos beneficios peligran, recurren rápidamente a los derechos humanos para castigar a los gobiernos que se atreven a cuestionarlos. Y en cambio, apoyan sin remilgos situaciones tan graves y desesperantes como la que sufre la mayoría de los argentinos, cuando el Gobierno autóctono defiende sus intereses económicos por sobre todas las cosas.
Digamos, por si no está del todo claro, que los bancos en 2018 ganaron en Argentina (según estos datos oficiales) 172.000 millones de pesos, 121% mas que en 2017, y las energéticas 30.000 millones de pesos.

Y para completar el cuadro de absoluta indiferencia por el calvario que atraviesan los trabajadores argentinos y muy particularmente las trabajadoras, entre las que se encuentran las maestras, la reina Letizia pidió a las autoridades argentinas la presencia, en la gala de homenaje que le ofrecieron, no de una maestra cuyo sueldo no le alcanza a superar el nivel mínimo de supervivencia, ni tampoco a una científica que no dispone de lo necesario ni para su labor ni para vivir dignamente. Ni a una de las tantas mujeres que no saben qué hacer para que sus hijos puedan comer todos los dias. Nada de eso. Su alteza pidió (y sus deseos fueron órdenes, por supuesto) que asistiera ni mas ni menos que Mirtha Legrand, símbolo de la frivolidad, de la banalidad, del conservadurismo idiota, de la tilinguería mas rancia. El cholulismo (término coloquial argentino para aquellos que no pueden contener la admiración babosa a los famosos) no tiene fronteras ni sabe de clases sociales, como quedó demostrado. Ni las reinas son inmunes a esa debilidad.

Para colmo, Felipe VI en el Congreso de la Lengua que se celebró en Córdoba, dejó para la posteridad en su discurso de apertura, un desliz de la memoria o tal vez de la ignorancia, vaya uno a saber.

Cuando nombró a Borges en un intento de exhibir de qué manera nos unen lazos culturales, mencionó a un tal José Luis Borges, de quien no se tienen referencias. Quizá haya querido decir Jorge Luis. Nunca lo sabremos.

Lo que si sabemos, y también el Rey de España por lo visto, es que la bandera de la colonización ya no la llevan los invasores militares, sino las grandes empresas, y además en estos tiempos revueltos cuentan con la inestimable colaboración de las oligarquías nativas.




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