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29 junio 2019

Argentina. (Pensamiento Crítico) «Visitas»




Por Jorge Luis Ubertalli Ombrelli (28/6/2019)

El viernes 21 de junio, hace exactamente una semana, visité a la compañera libertaria Anahí Esperanza Salcedo en la Cárcel de Mujeres de Ezeiza, Provincia de Buenos Aires.

Anahí hizo detonar en noviembre del pasado año un explosivo en la tumba del asesino de trabajadores, coronel Ramón Falcón quien, cuando ejerció su oficio de jefe de policía de la Capital en 1909, envió a la muerte, a través de su ‘policía brava’, a más de una decena de obreros durante la manifestación del 1 de mayo de 1909, que dejó además un centenar de heridos. El 14 de noviembre de ese año el represor, que en años anteriores había mandado asesinar obreros y desalojar a tiros a inquilinos pobres de Buenos Aires, fue ajusticiado por un militante libertario, el anarquista ruso Simón Radowitsky, y enterrado con honores y pompas de ricos y poderosos en el coqueto Cementerio de la Recoleta.

Hasta allí se llegó Anahí en ese noviembre de 2018, y cuando iba a hacer detonar un ‘caño’ casero en la tumba del asesino el artefacto explotó antes de tiempo, afectando su rostro y una mano, de la cual perdió parte de sus dedos. Del hospital donde la recluyeron en un principio la derivaron, sin poder curarse de sus heridas, a la cárcel, donde todavía no ha logrado reponerse.

La visité ese viernes como quien visita a un familiar, a una muchachita de la cual podría ser su padre. Y la encontré, junto a una compañera- también recluída allí- de buen ánimo y entera. Mientras chupábamos el mate en ronda con ella y otros compañeros de visita pude apreciar, como ya lo intuía, su humanidad de militante, su simpatía, sus deseos de estudiar y aguantar la cárcel con la entereza que brinda el ideal, el estudio, la vocación de querer- en estos tiempos que corren- cambiar el mundo y redimir a los humillados, ofendidos, oprimidos y explotados por el capital y sus exponentes privados y estatales. Y le dí, como se lo dí desde el primer día en que fue arrestada y denigrada por los corderos e hipócritas de siempre, mi apoyo. A través de un poema hice conocer mi opinión al respecto sobre el porqué de su acción, ejecutada en un momento donde el coraje y la convicción faltan a todas luces en grandes sectores de los explotados y, sobre todo, en sus dirigentes.

Dos días más tarde, el domingo, viajé a San Miguel del Monte, donde casi a fines de mayo tres muchachitos y una niña- el mayor de 22 años y los otros de 13-fueron asesinados por policías que, disparando sus armas, hicieron estrellar el auto en que viajaban contra un camión. Una de las niñas sobrevivientes se halla reponiéndose de la agresión policial en su domicilio, luego de estar internada en terapia intensiva en un hospital zonal. En la plaza central de esa ciudad, rodeado de carteles que daban cuenta de la barbarie cometida contra los chicos y pedían justicia, sobre el cemento que recordaba las idas y venidas en patineta de los ya partidos, hablé con un puñado de pibes que se arremolinaron a mi alrededor. Yo soy primo de Camila, una de las chicas- comentó un pequeño. Y eso fue todo. La noche ganó esa partida, la tristeza y la bronca me desbancaron, sin hacer trampa, en ese juego de cartas de la muerte.

Poco después, en estos días, se conmemoró el asesinato de dos pibes a manos de la policía. Darío y Maxi, fusilados en el marco de una provocación policial el 26 de junio del 2002 en la estación ferroviaria de Avellaneda cuando participaban de una marcha de protesta, fueron el símbolo de una juventud que trabaja, estudia, lucha y sueña con un mundo y un país sin explotados ni explotadores. Una valla policial, y la consiguiente provocación de los esbirros uniformados y de civil, evitó que sus padres, amigos y compañeros de vida y militancia los honraran como se debe.

Anahí, sus compañeros y compañeras encarceladas en ese noviembre de calumnias, acosados por acusaciones y anatemas de paniaguados de la prensa y la ‘política’ reaccionaria, entreguista y cobarde, son un símbolo. Al igual que los pibes de San Miguel del Monte, de Darío y Maxi, de Rafael, Santiago y tantos otros y otras, liquidados o encarcelados por sostener simplemente la vida y la alegría, unos, y la preocupación por los demás, sobre todo los más humildes y necesitados, otros.

Todos ellos son el símbolo de una juventud que debe ser neutralizada, aniquilada, encarcelada, reprimida, asesinada, como ejemplo del escarmiento que se les debe dar a los rebeldes de época. Una época de quiebres ideológicos, de traiciones políticas, de cobardías, de tejes y manejes a espaldas de los pueblos, de reinado total-por ahora- del capital tal como es, fue y será mientras exista: salvaje y sanguinario. Una época donde parece que todo lo que vale debe ser marginado, ninguneado, hecho desaparecer, por obra y gracia de gobernantes y empresarios de mierda de aquí y de afuera, uniformados del bajo mundo, alcahuetes y eunucos travestidos en periodistas, resentidos y desclasados de todo tipo, hipócritas clasemedieros que quieren ser ricos a toda costa, traidores, negociantes, todos ellos, del sufrimiento ajeno.

Hay otros símbolos.

Los viejos, como nosotros, que no sabemos ni supimos como entrenar a nuestros pibes en el arte de luchar contra la muerte y la represión como se debe hacerlo. Utilizando las mismas armas que usan represores asesinos para asesinarlos a mansalva, enseñándoles a defenderse y a ejercer el ojo por ojo, a golpear a los golpeadores donde y como merecen, pero con una diferencia moral y ética que es la que brinda fuerzas para enfrentarlos, combatir contra ellos y vencerlos.

Los acomodaticios, temerosos, rosqueros y negociantes de la política deben abstenerse ya de emitir sus consejas y consejos de morir, si, pero en paz. La paz solo deviene de la justicia, y esa no se ejerce en los tribunales de los ricos y sus compinches, se toma. Por las malas en este caso. Porque nadie respeta a los que se muestran débiles y sumisos, menos los devoradores de carne humana popular y, sobre todo, juvenil.

Que el martirio de Anahí, la sangre de los pibes de Monte, el ejemplo de Darío y Maxi, entre otros, sirvan a los jóvenes para organizarse, con la asesoría y el ejemplo de los viejos, para combatir y vencer. No hay otra.

O terminamos con ellos o nos matan, de cualquier forma.

Elijamos vivir sin ellos.


http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/06/29/argentina-pensamiento-critico-visitas/

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