Por Luis Manuel Arce Isaac
México, 7 jun (Prensa Latina) ¿Por qué la agencia calificadora Fitch Ratings penaliza tan severamente a Pemex al rebajar drásticamente su nota crediticia a la categoría de basura, y crear un ambiente de desconfianza en los inversionistas?
México, 7 jun (Prensa Latina) ¿Por qué la agencia calificadora Fitch Ratings penaliza tan severamente a Pemex al rebajar drásticamente su nota crediticia a la categoría de basura, y crear un ambiente de desconfianza en los inversionistas?
La pregunta ha sido respondida por Fitch a su manera maniqueista: el respaldo del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador a Pemex es moderado e insuficiente y, en consecuencia, su perspectiva es negativa por un deterioro de su perfil de crédito que se agrava con un recorte en la calificación soberana de México como país, argumentó.
En el código de Fitch Pemex aparece ahora en BB+, lo que significa que pasa a una calidad crediticia cuestionable y sale del grado de inversión al de especulación, es decir, su nivel de confianza ya no es satisfactorio, y aunque se le reconoce aun capacidad de pago, su futuro es incierto. La agencia también rebajó en igual nivel la calificación de la deuda de largo plazo en moneda local y extranjera de Pemex, lo cual ahuyenta a los inversionistas nativos o extranjeros siempre temerosos de un default.
De otro lado, la empresa estatal mexicana tiene adeudos superiores a los 106 mil millones de dólares, pero su deuda no ha aumentado más.
El radicalismo de Fitch se expresa en el hecho de que absolutiza la situación de Pemex y no toma en consideración los cambios que la empresa experimenta en su estructura y su estrategia y en el saneamiento de su administración con un nuevo sistema de conducción y de controles administrativos para impedir la corrupción.
Al respecto se ha logrado algo muy importante: la corrupción y la impunidad ya no se toleran y, por ley aprobada por el Congreso, es tipificada como delito grave sin derecho a fianza para quien sea aprehendido por esa causa.
Esa nueva jurisprudencia tiene un valor contable que no entra en los cálculos de las calificadoras a pesar de los exhortos del presidente López Obrador a que consideren la corrupción una suerte de categoría económica: Sin la corrupción, la inversión de un peso equivale a 100 centavos. Antes no llegaba ni a 50 céntimos.
En términos prácticos eso significa que los presupuestos asignados a Pemex para aumentar la extracción, abrir nuevos pozos, realizar más prospecciones, construir más oleoductos e invertir en las refinerías, se gastan ciento por ciento en los objetivos a los que están dirigidos, sin robos, ni desvíos, y por tanto su rendimiento es el planeado o superior.
Expresa también que invirtiendo iguales o incluso menores cantidades en los planes de desarrollo de Pemex que en los sexenios anteriores, los rendimientos pueden duplicarse y en un plazo establecido por el Gobierno de tres años, quizás cuatro, la empresa duplicará sus niveles de extracción de crudo y aumentará la refinación de petróleo para no tener que importar gasolina.
Ese es el proyecto que el Gobierno ha explicado a las calificadoras y que estas no han aceptado.
Octavio Romero, director general de Pemex, es quien lleva a la práctica esos proyectos lo cual le permite responder a Fitch con conocimiento de causa, que la baja en la calificación de su nota crediticia es 'excesivamente severa'.
Para Romero, las proyecciones reales de Pemex no coinciden de forma técnica con los supuestos que sustentan la decisión de Fitch, especialmente porque se dan en un contexto de reducción de cuatro niveles en un periodo corto, cuando en solo seis meses este Gobierno ha tenido logros contundentes casi inéditos.
Entre ellos los resultados extraordinarios de la estrategia contra el robo de combustibles, la estabilización de la producción de crudo, y por primera vez en 10 años no se usan préstamos para financiar proyectos de inversión de la empresa, es decir, no hay deudas nuevas contraídas.
Los resultados de la batalla contra la corrupción son muy redituables pues ha bajado el gasto de la firma y se han bajado los costos de adquisición de los bienes y servicios que la empresa contrata.
Tampoco hay dudas de que el incremento de inversión en exploración y producción, tras años de reducción, potencian una recuperación en esos dos campos y dan certeza de un incremento sostenido a partir del 2020.
Esos elementos de análisis contrastan con la calificación negativa y pesimista de Fitch Ratings, frente al optimismo que se respira dentro y en el entorno de Pemex, la empresa paraestatal más importante de México con la que el Gobierno está comprometido a reflotarla y convertirla en la principal palanca de desarrollo, como cuando fue nacionalizada por Lázaro Cárdenas en 1938.
oda/lma/cvl
En el código de Fitch Pemex aparece ahora en BB+, lo que significa que pasa a una calidad crediticia cuestionable y sale del grado de inversión al de especulación, es decir, su nivel de confianza ya no es satisfactorio, y aunque se le reconoce aun capacidad de pago, su futuro es incierto. La agencia también rebajó en igual nivel la calificación de la deuda de largo plazo en moneda local y extranjera de Pemex, lo cual ahuyenta a los inversionistas nativos o extranjeros siempre temerosos de un default.
De otro lado, la empresa estatal mexicana tiene adeudos superiores a los 106 mil millones de dólares, pero su deuda no ha aumentado más.
El radicalismo de Fitch se expresa en el hecho de que absolutiza la situación de Pemex y no toma en consideración los cambios que la empresa experimenta en su estructura y su estrategia y en el saneamiento de su administración con un nuevo sistema de conducción y de controles administrativos para impedir la corrupción.
Al respecto se ha logrado algo muy importante: la corrupción y la impunidad ya no se toleran y, por ley aprobada por el Congreso, es tipificada como delito grave sin derecho a fianza para quien sea aprehendido por esa causa.
Esa nueva jurisprudencia tiene un valor contable que no entra en los cálculos de las calificadoras a pesar de los exhortos del presidente López Obrador a que consideren la corrupción una suerte de categoría económica: Sin la corrupción, la inversión de un peso equivale a 100 centavos. Antes no llegaba ni a 50 céntimos.
En términos prácticos eso significa que los presupuestos asignados a Pemex para aumentar la extracción, abrir nuevos pozos, realizar más prospecciones, construir más oleoductos e invertir en las refinerías, se gastan ciento por ciento en los objetivos a los que están dirigidos, sin robos, ni desvíos, y por tanto su rendimiento es el planeado o superior.
Expresa también que invirtiendo iguales o incluso menores cantidades en los planes de desarrollo de Pemex que en los sexenios anteriores, los rendimientos pueden duplicarse y en un plazo establecido por el Gobierno de tres años, quizás cuatro, la empresa duplicará sus niveles de extracción de crudo y aumentará la refinación de petróleo para no tener que importar gasolina.
Ese es el proyecto que el Gobierno ha explicado a las calificadoras y que estas no han aceptado.
Octavio Romero, director general de Pemex, es quien lleva a la práctica esos proyectos lo cual le permite responder a Fitch con conocimiento de causa, que la baja en la calificación de su nota crediticia es 'excesivamente severa'.
Para Romero, las proyecciones reales de Pemex no coinciden de forma técnica con los supuestos que sustentan la decisión de Fitch, especialmente porque se dan en un contexto de reducción de cuatro niveles en un periodo corto, cuando en solo seis meses este Gobierno ha tenido logros contundentes casi inéditos.
Entre ellos los resultados extraordinarios de la estrategia contra el robo de combustibles, la estabilización de la producción de crudo, y por primera vez en 10 años no se usan préstamos para financiar proyectos de inversión de la empresa, es decir, no hay deudas nuevas contraídas.
Los resultados de la batalla contra la corrupción son muy redituables pues ha bajado el gasto de la firma y se han bajado los costos de adquisición de los bienes y servicios que la empresa contrata.
Tampoco hay dudas de que el incremento de inversión en exploración y producción, tras años de reducción, potencian una recuperación en esos dos campos y dan certeza de un incremento sostenido a partir del 2020.
Esos elementos de análisis contrastan con la calificación negativa y pesimista de Fitch Ratings, frente al optimismo que se respira dentro y en el entorno de Pemex, la empresa paraestatal más importante de México con la que el Gobierno está comprometido a reflotarla y convertirla en la principal palanca de desarrollo, como cuando fue nacionalizada por Lázaro Cárdenas en 1938.
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