Observatorio de la Política china
Asia se ha convertido en el epicentro del crecimiento económico mundial. Allí convergen los mayores recursos, los grandes proyectos y las verdaderas oportunidades. Allí, a la vez, gobiernos y poblaciones coinciden en su respaldo mayoritario al comercio internacional. Tal como señalaba Branko Milanovic, en nueve de cada diez casos fue en esa parte del mundo donde se concentraron los mayores beneficiarios de la globalización, dando lugar al surgimiento de una potente clase media (Global Inequality, Cambridge, Mass., 2016).
Más aún, de acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entre 2020 y 2030 la clase media global pasará de 3.300 millones de personas a 4.900 millones. El 80% de ese incremento tendrá lugar en Asia, continente en el que se radicará el porcentaje mayoritario del consumo y de la inversión en el mundo (“The Emerging Middle Class in Developing Countries”, Working Paper N. 285, 2010).
Veintiocho de los cuarenta y cuatro acuerdos de libre comercio que se han suscrito en el mundo desde 2013 están basados en Asia. No en balde, un 60% del comercio total en esa región se realiza entre los propios asiáticos. Como extensión natural de ello, nueve de las diez conexiones de vuelos internacionales más utilizadas del mundo se encuentran también en Asia (Parag Khana, The Future is Asian, New York, 2017).
De acuerdo al McKinsey Global Institute, en 2017 el 42% del PIB global, medido en términos de paridad de poder de compra, se encontraba en Asia. Este porcentaje habrá de aumentar a 52% para el año 2040. Medido en términos reales, el porcentaje del PIB mundial localizado en Asia fue de 34% en 2017, debiendo alcanzar al 42% para el 2040. Para ese momento, Europa representará el 22% del PIB global y América del Norte el 18%. Para 2040, a la vez, Asia concentrará el 39% del consumo global. Todo ello se sustenta en el hecho de que dicha región combina gran complementariedad entre sus economías con una alta resiliencia para enfrentar la volatilidad económica global (“The future of Asia: Asian flows and networks are defining the next phase of globalization”, September, 2019).
Ante datos como los anteriores no resulta una sorpresa que, de acuerdo a las estimaciones de PricewatherhouseCoopers, para el 2050 las cuatro mayores economías del mundo serán las siguientes: China la número uno, India la número dos, Estados Unidos la número tres e Indonesia la número cuatro. Es decir tres de las cuatro se situarán en Asia (David Law, “Three scenarios for the future of geopolitics”, World Economic Forum, June 21, 2018).
China representará el músculo motor de este espectacular crecimiento económico. Dicho país, en efecto, constituye no sólo la mayor fuerza expansiva de la globalización, sino también el promotor fundamental de la integración económica asiática. Tal como señala el McKinsey Global Institute, ya citado: “China actúa como el ancla del resto de las economías de la región, así como su plataforma de innovación y conectividad…”. De su lado Parag Khana, también citado, señala lo siguiente: “China no se presenta como una gran isla flotando por encima de Asia. Por el contrario, con más vecinos que cualquier otro país asiático, se encuentra profundamente insertada en el sistema económico asiático por vía de una beneficiosa interdependencia. También para China el futuro se encuentra en Asia”.
A lo largo y ancho del continente asiático, China está tendiendo cables de fibra óptica y desplegando los operadores de teléfonos celulares de quinta generación, que habrán de atender e interconectar a centenares de millones de usuarios. A la vez, prepara el terreno para promover el desarrollo de una gigantesca red de infraestructuras, conectividad y coordinación de políticas económicas por vía de la Iniciativa del Cinturón y el Camino. Hasta mediados de 2017, el Banco de Desarrollo de China tenía identificados créditos para 900 proyectos futuros por un monto de 890 mil millones de dólares, gran parte de los cuales se corresponden a Asia (The Strait Times, 15 May, 2017).
A la vez, Asia habrá de beneficiarse enormemente de los avances en innovación y tecnología que adelanta China por vía del proyecto “Hecho en China 2025”.El mismo busca modernizar la producción manufacturera china en diez sectores claves, a los cuales busca colocar a la vanguardia del mundo. Entre los mismos se encuentran los referentes a tecnología de la información; robótica y máquinas y equipos automatizados; equipos aeronáuticos y aeroespaciales; alta tecnología marítima; sistemas ferroviarios avanzados; vehículos y equipos basados en nuevas energías; equipos agrícolas modernos; nanotecnología; bio farmacéutica y equipos médicos avanzados.
Bajo el impacto de la innovación china, y sustentado en una tupida red de acuerdos comerciales y de desarrollo de infraestructuras y de fuentes de conectividad, Asia entera verá modernizar sus economías. Ello, unido al exponencial crecimiento de sus clases medias y de su base de demanda, hará que el siglo XXI pertenezca a Asia.Alfredo Toro Hardy es escritor y diplomático venezolano
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