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El pasado lunes 16, representantes del más alto nivel del Gobierno venezolano y de los sectores democráticos de la oposición instalaron una Mesa de Diálogo Nacional, de la que ya surgieron una serie de acuerdos parciales que permiten entrever la construcción de un camino de paz y democracia para el pueblo venezolano.
El vicepresidente sectorial de Comunicación, Turismo y Cultura, Jorge Rodríguez, señaló: “Está en plena evolución el proceso de consecución de estos acuerdos, puesto que hemos logrado unos acuerdos de algunos temas y una agenda de trabajo para continuar la discusión, negociación y los acuerdos que están buscando se consigan todos los venezolanos”.
Además del propio Rodríguez, integraban la delegación del Gobierno Bolivariano la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez; los ministros de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza; de Educación, Aristóbulo Istúriz; Comunas, Blanca Eekhout; y el constituyente Francisco Torrealba.Por su parte, la oposición democrática venezolana estaba representada por el Movimiento Al Socialismo (MAS), Felipe Mujica; Avanzada Progresista (el partido del excandidato presidencial Henri Falcón), Luis Romero; Soluciones, Claudio Fermín; y Cambiemos, representado por Timoteo Zambrano.
El dirigente del partido Esperanza por el Cambio, Javier Bertucci (también excandidato presidencial en 2018), suscribió el miércoles el mismo acuerdo que Rodríguez había anunciado que permanece abierto a quien se quiera incorporar.Los temas acordados
El acuerdo inicial al que se arribó consiste en los siguientes puntos:
Se incorporarán a la Asamblea Nacional (AN) la fracción parlamentaria del Partido Socialista Unido de Venezuela y las fracciones aliadas del Gobierno Nacional.
Atender con la prontitud y la urgencia del caso, la nueva conformación del Consejo Nacional Electoral (CNE) y las garantías electorales que deben acompañar los procesos de votación.
Exhortar al Sistema de Justicia, mediante la Comisión de la Verdad, para que acuerde medidas de solución de privación de libertad en aquellos casos en los que el ordenamiento jurídico venezolano así lo permita.
En unión nacional reafirmamos y defendemos los históricos derechos legítimos de Venezuela sobre la Guyana Esequiba mediante la negociación política, tal como lo contempla el Acuerdo de Ginebra de 1966, único instrumento jurídico válido en los Acuerdos de las Naciones Unidas.
Rechazar la aplicación de sanciones económicas contra el país violatorias del Derecho Internacional y exigir el inmediato levantamiento de las mismas.
Proponemos se instrumente el programa de intercambio de petróleo por alimentos, medicamentos e insumos para servicios básicos en concordancia con los mecanismos técnicos existentes en el Sistema de Naciones Unidas.Además de los precedentes, se acordó seguir trabajando en acuerdos parciales en los siguientes temas:
Institucionales: Las partes continuarán avanzando en acuerdos sobre el balance y equilibrio entre los poderes constituidos tales como: funcionamiento de la Asamblea Nacional Constituyente, el mecanismo de normalización institucional, el conflicto entre poderes y la superación del desacato de la Asamblea Nacional. Este acuerdo incluirá los procesos electorales que se deberán realizar en un clima de convivencia, de garantías electorales amplias y normalidad política y social.
Electorales: Se discute un acuerdo para la aplicación de la representación proporcional de las minorías establecidas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Económicos: Acuerdo para el trabajo coordinado entre el sector público y la empresa privada.
Mesas técnicas: Los acuerdos parciales que se encuentran en debate serán discutidos en mesas técnicas especializadas en cada tema a fin de perfeccionar su contenido, aplicación, y ejecución además de adecuarlos a la Carta Magna venezolana.“ Coexistencia política pacífica ”
“Los venezolanos deseamos paz, convivencia, recuperación económica y social, anhelamos que el futuro de nuestra Nación sea resarcido por los propios venezolanos y en consonancia con el principio jurídico de la autodeterminación”, remarcó Rodríguez, quien reclamó a “los países que se preocupan por Venezuela” que “exista cooperación en lugar de injerencia, solidaridad en lugar de sanciones”.
“Esta mesa de diálogo es una vía para la coexistencia política pacífica desde la divergencia, pero con la convicción absoluta de que la salida al margen de la legalidad y del orden constitucional de Venezuela solo pueden conducir a más violencia”, enfatizó el vicepresidente sectorial.Por su parte, en representación de la oposición hizo uso de la palabra el veterano dirigente político Timoteo Zambrano, quien destacó que comparecía a ese encuentro “con un gran sentido de la responsabilidad, es la responsabilidad de pensar en las necesidades de los venezolanos, responsabilidad de pensar y querer la paz”.
“Hemos decidido dar un paso adelante para recuperar el tiempo que por la incomprensión de muchos, la ambición de algunos y los errores de todos hemos perdido para Venezuela”, continuó Zambrano y agregó su ofrecimiento de “un presente distinto al odio, la confrontación y las privaciones” para las venezolanas y venezolanos.
Los gringos se apuran a marcar la cancha
Ante una noticia tan halagüeña, no se hizo esperar el comunicado del Departamento de Estado de los Estados Unidos que, contrario a lo que pudiera esperarse, no fue para saludar el diálogo y el cese de la confrontación, sino para marcar la cancha y bajar la línea a los gobiernos de la región.
“Maduro y sus compinches atrajeron a un pequeño grupo marginal de políticos a participar en las “llamadas conversaciones” y los tergiversaron como si hablaran por la oposición democrática. Estados Unidos continúa apoyando a Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional y el legítimo presidente interino de Venezuela. Cualquier negociación seria debe ser entre el antiguo régimen y el presidente interino Guaidó. Como hemos dicho repetidamente, las sanciones de Estados Unidos no se levantarán hasta que Maduro se haya ido”.El “grupo marginal de políticos” está integrado -entre otros- por quienes en las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018 obtuvieron más de tres millones de votos (Henri Falcón y Javier Bertucci), bastante más que los menos de 200.000 que obtuvo el autoproclamado Juan Guaidó, que parece que para Estados Unidos es mucho más legítimo que los otros.
Quizás sea porque Guaidó se formó en las universidades estadounidenses, quizás porque es su agente, quizás porque les garantizó que Venezuela abandonará su reclamo del Esequibo, quizás porque les prometió la privatización y extranjerización de PDVSA (la petrolera estatal venezolana), quizás porque les ofreció Citgo (la refinadora venezolana en el sur de Estados Unidos), quizás porque aceptará que la plata que se quedaron algunos grandes bancos internacionales nunca retorne a Venezuela, como ya sucedió con los recursos de Libia e Irak.
El camino de la política
Claudio Fermín, uno de los firmantes en representación de la oposición, escribió un artículo de opinión en el Washington Post ( https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2019/09/18/claudio-fermin-por-que-me-sente-hablar-con-el-gobierno-de-nicolas-maduro/ ) en el que se pregunta:
¿Qué camino queda para salir de la crisis política que vivimos?
Uno es la resignación. Ya millones lo han tomado al huir del país en estampida. Están convencidos de que en Venezuela las cosas empeorarán y se fueron a buscar una vida. Esa no es nuestra opción.
Otro es la violencia. Ese, además de perverso y dañino por múltiples razones para el presente y el futuro del país, ya ha fracasado. Fracasaron las guarimbas. Fracasaron varios intentos insurreccionales, el último el pasado 30 de abril en Caracas. Fracasó el llamado que extremistas opositores hacen desde el mes de enero a una intervención militar extranjera.
Queda el camino de la política, del entendimiento entre nosotros los venezolanos sin provocaciones y sin mediciones de fuerza inoportunas e innecesarias. Sin tutelaje ni intervencionismo extranjero. Sin planteamientos absurdos y antivenezolanistas como el de las sanciones económicas, lo opuesto de la reactivación del aparato productivo que anhelamos y reclamamos.
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