Por Yolaidy Martínez *
Beijing (Prensa Latina) El 2019 fue para la economía de China uno de los años más complejos, pues llegó y se despide en medio de desafíos y presiones a lo interno y externo que ponen a prueba su resiliencia.
Beijing (Prensa Latina) El 2019 fue para la economía de China uno de los años más complejos, pues llegó y se despide en medio de desafíos y presiones a lo interno y externo que ponen a prueba su resiliencia.
Desde enero el país vio una agudización de la guerra comercial desatada por Estados Unidos y que implicó mutuas alzas de aranceles sobre un importante número de mercancías.
Ambas potencias todavía buscan -entre avances y retrocesos- un acuerdo que sepulte el conflicto, pero son negociaciones difíciles con muchos escollos por superar y el añadido de maniobras injerencistas de Washington que adicionan peso a las tensas relaciones con Beijing.
Aparte del conflicto tarifario, la Casa Blanca recargó con artillería pesada la ofensiva contra Huawei y otras firmas líderes del sector tecnológico chino, al restringir sus operaciones con socios y clientes norteamericanos.
En lo doméstico, la nación asiática lucha contra una epidemia de gripe porcina africana que conllevó a sacrificar millones de cerdos y, en consecuencia, un aumento en las importaciones de esa carne y en la inflación, por el encarecimiento del alimento.
Al cierre del tercer trimestre de 2019, el Producto Interno Bruto (PIB) de China se desaceleró del 6,4 al 6,2 por ciento, mientras hubo un discreto crecimiento interanual en el comercio exterior de 2,4 puntos y en los servicios de 2,6.
Muchos interpretan esos datos con inquietud, pues también existe como precedente un 2018 desfavorable y donde la expansión de la economía china fue de 6,6 por ciento.
Se trató del menor auge anual registrado desde 1990, pero aún así fue superior a la meta gubernamental de 6,5 puntos; China siguió al frente en ese aspecto de las principales cinco potencias del planeta y contribuyó con el 30 por ciento del PIB mundial.
Consciente de todas las adversidades, el Gobierno y el Partido Comunista (PCCh) siguen centrados en desarrollar nichos que garanticen un crecimiento sostenible.
Por tanto, la prioridad es corregir problemas, controlar riesgos y concentrar esfuerzos en aquellas áreas que contribuyan a un progreso estable, sólido y sostenido pero, sobre todo, sin peligros para la seguridad alimentaria, médica y el bienestar general del pueblo.
De ahí la apuesta por una mayor apertura de su mercado, pues asegurará la entrada de inversiones, bienes y productos extranjeros de alta calidad para estimular el consumo interno, cuyo papel es cada vez más relevante.
En ese contexto, el Gobierno introdujo reformas profundas en todo el aparato institucional destinadas a flexibilizar procedimientos, reducir impuestos y eliminar el exceso de capacidad en industrias como la del carbón y acero, las más contaminantes.
También juega un papel primordial la Exposición Internacional de Exportaciones e Importaciones, consolidada como una plataforma para los negocios entre el empresariado chino y del mundo.
Una reunión celebrada este diciembre para delinear la agenda económica del año próximo, determinó que permanece inalterable el nivel de crecimiento en 2019 del PIB del seis al 6,5 por ciento.
Tampoco se cambiaron los planes de establecer en el país una sociedad modestamente acomodada en 2020, pero se enfatizó en tener a mano variantes de contingencia pues se esperan mayores desafíos que conllevan a augurios de crecimiento por debajo de los seis puntos.
Para ello se llamó a redoblar esfuerzos en la erradicación de la pobreza, lucha medioambiental, control de riesgos financieros y el reforzamiento de políticas a nivel macro y microeconómicos, que además ayuden a dar respuesta a las necesidades básicas.
El foco también estará en la innovación, una política monetaria prudente y las estrategias de desarrollo en el Delta del río Yangtzé y el de Área de la Gran Bahía Guangdong-Hong Kong-Macao para integrar las potencialidades de cada zona.
No obstante, se llamó a concientizar a que China atraviesa por un período crítico de transformación de su modelo de rápido desarrollo, la optimización de la estructura económica y cambios drásticos en el crecimiento.
También se remarcó la continuidad de las presiones que mantienen a la baja la expansión del PIB y la tendencia a la desaceleración a escala mundial debido a los ajustes derivados de la crisis financiera internacional y un alza de las turbulencias.
En ese punto, las autoridades chinas insistieron en estar bien preparados con planes para responder a cualquier eventualidad, aunque el país tiene confianza en superar los riesgos y retos actuales.
Otro paso a seguir será el apego a la reforma estructural del lado de la oferta para abordar problemas, y recurrir más frecuentemente a los medios orientados hacia el mercado y basados en la ley.
De conjunto, el 1 de enero entrará en vigor la legislación sobre la inversión extranjera que derriba barreras para hacer más atractivo el mercado nacional y se buscarán nuevos tratados de libre comercio para expandir los destinos foráneos de las mercancías domésticas.
Pese a los auspicios poco estimulantes, el Gobierno y el PCCh reafirmaron optimismo en que el gigante asiático podrá navegar las aguas agitadas, mantenerse sin zozobrar y llegar hasta sus ansiadas metas de revitalización social, política y económica.
'Entre mayor sea la resistencia que enfrentemos, más determinados estaremos a la apertura. Tengo plena confianza en las perspectivas de desarrollo de China', sentenció recientemente el presidente Xi Jinping.
arb/ymr
*Corresponsal jefa de Prensa Latina en China
Ambas potencias todavía buscan -entre avances y retrocesos- un acuerdo que sepulte el conflicto, pero son negociaciones difíciles con muchos escollos por superar y el añadido de maniobras injerencistas de Washington que adicionan peso a las tensas relaciones con Beijing.
Aparte del conflicto tarifario, la Casa Blanca recargó con artillería pesada la ofensiva contra Huawei y otras firmas líderes del sector tecnológico chino, al restringir sus operaciones con socios y clientes norteamericanos.
En lo doméstico, la nación asiática lucha contra una epidemia de gripe porcina africana que conllevó a sacrificar millones de cerdos y, en consecuencia, un aumento en las importaciones de esa carne y en la inflación, por el encarecimiento del alimento.
Al cierre del tercer trimestre de 2019, el Producto Interno Bruto (PIB) de China se desaceleró del 6,4 al 6,2 por ciento, mientras hubo un discreto crecimiento interanual en el comercio exterior de 2,4 puntos y en los servicios de 2,6.
Muchos interpretan esos datos con inquietud, pues también existe como precedente un 2018 desfavorable y donde la expansión de la economía china fue de 6,6 por ciento.
Se trató del menor auge anual registrado desde 1990, pero aún así fue superior a la meta gubernamental de 6,5 puntos; China siguió al frente en ese aspecto de las principales cinco potencias del planeta y contribuyó con el 30 por ciento del PIB mundial.
Consciente de todas las adversidades, el Gobierno y el Partido Comunista (PCCh) siguen centrados en desarrollar nichos que garanticen un crecimiento sostenible.
Por tanto, la prioridad es corregir problemas, controlar riesgos y concentrar esfuerzos en aquellas áreas que contribuyan a un progreso estable, sólido y sostenido pero, sobre todo, sin peligros para la seguridad alimentaria, médica y el bienestar general del pueblo.
De ahí la apuesta por una mayor apertura de su mercado, pues asegurará la entrada de inversiones, bienes y productos extranjeros de alta calidad para estimular el consumo interno, cuyo papel es cada vez más relevante.
En ese contexto, el Gobierno introdujo reformas profundas en todo el aparato institucional destinadas a flexibilizar procedimientos, reducir impuestos y eliminar el exceso de capacidad en industrias como la del carbón y acero, las más contaminantes.
También juega un papel primordial la Exposición Internacional de Exportaciones e Importaciones, consolidada como una plataforma para los negocios entre el empresariado chino y del mundo.
Una reunión celebrada este diciembre para delinear la agenda económica del año próximo, determinó que permanece inalterable el nivel de crecimiento en 2019 del PIB del seis al 6,5 por ciento.
Tampoco se cambiaron los planes de establecer en el país una sociedad modestamente acomodada en 2020, pero se enfatizó en tener a mano variantes de contingencia pues se esperan mayores desafíos que conllevan a augurios de crecimiento por debajo de los seis puntos.
Para ello se llamó a redoblar esfuerzos en la erradicación de la pobreza, lucha medioambiental, control de riesgos financieros y el reforzamiento de políticas a nivel macro y microeconómicos, que además ayuden a dar respuesta a las necesidades básicas.
El foco también estará en la innovación, una política monetaria prudente y las estrategias de desarrollo en el Delta del río Yangtzé y el de Área de la Gran Bahía Guangdong-Hong Kong-Macao para integrar las potencialidades de cada zona.
No obstante, se llamó a concientizar a que China atraviesa por un período crítico de transformación de su modelo de rápido desarrollo, la optimización de la estructura económica y cambios drásticos en el crecimiento.
También se remarcó la continuidad de las presiones que mantienen a la baja la expansión del PIB y la tendencia a la desaceleración a escala mundial debido a los ajustes derivados de la crisis financiera internacional y un alza de las turbulencias.
En ese punto, las autoridades chinas insistieron en estar bien preparados con planes para responder a cualquier eventualidad, aunque el país tiene confianza en superar los riesgos y retos actuales.
Otro paso a seguir será el apego a la reforma estructural del lado de la oferta para abordar problemas, y recurrir más frecuentemente a los medios orientados hacia el mercado y basados en la ley.
De conjunto, el 1 de enero entrará en vigor la legislación sobre la inversión extranjera que derriba barreras para hacer más atractivo el mercado nacional y se buscarán nuevos tratados de libre comercio para expandir los destinos foráneos de las mercancías domésticas.
Pese a los auspicios poco estimulantes, el Gobierno y el PCCh reafirmaron optimismo en que el gigante asiático podrá navegar las aguas agitadas, mantenerse sin zozobrar y llegar hasta sus ansiadas metas de revitalización social, política y económica.
'Entre mayor sea la resistencia que enfrentemos, más determinados estaremos a la apertura. Tengo plena confianza en las perspectivas de desarrollo de China', sentenció recientemente el presidente Xi Jinping.
arb/ymr
*Corresponsal jefa de Prensa Latina en China
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