Estirpe de saqueadores
Cómo es que se han hecho millonarios aquellos burgueses mexicanos que han oprimido y explotado al pueblo mexicanos, por lo menos desde hace 400 años, es una pregunta que se responde en el presente artículo, pues como OLEP consideramos que es importante nombrar a esos empresarios cuyo origen de su riqueza se encuentra ligada a ese capítulo violento de la historia de nuestros pueblos llamado «acumulación originaria» del capital.
DESDE HACE VARIOS NÚMEROS de nuestro periódico nos hemos preguntado: ¿cómo se hicieron millonarios? Artículo tras artículo planteamos el origen de las riquezas de personajes como Germán Larrea o Salinas Pliego y su aumento durante el neoliberalismo. Sin embargo, también debemos saber que antes del neoliberalismo ya había familias ricas, ya había explotación, ya había capitalismo y ya había burgueses.
Antes del auge de los millonarios neoliberales sólo había una familia mexicana en la lista de los más ricos entre los ricos: los Garza, del llamado Grupo Monterrey. Ahora, toca el turno de conocer de dónde viene el dinero de esta familia, muy ligada a la historia de nuestro país desde al menos hace ¡400 años!
Era el año de 1596, y un tal Don Diego de Montemayor, quien, por cierto, asesinó a su esposa por una supuesta infidelidad, recibía la autorización para fundar una “villa de españoles” a las orillas del río de Santa Lucía. Esta fundación era el tercer intento por crear una colonia española en la zona y entre sus tareas principales estaba la “pacificación” de los pueblos indios y su evangelización. La espada y la cruz unidas en la tarea colonial. Así, nacía el Nuevo Reino de León.
Junto a él aparece un personaje cuyo apellido aún nos pesa: Marcos Alonso de la Garza y del Alarcón. Este militar y hacendado nacido en Andalucía, España, fue enviado por la corona española para realizar la supervisión de grandes minas en lo que ahora llamamos Zacatecas y Durango; en 1596 viajó junto con su esposa al Nuevo Reino de León para realizar la “pacificación”.
Violaciones, masacres, despojo, destrucción, eso fue la pacificación de los pueblos del nordeste. Las familias que llegaron a la “villa de españoles” eran familias ganaderas y mineras, actividades que, hasta la fecha, siguen privando en el industrioso norte del país, familias que a la fecha se siguen enriqueciendo en detrimento de la vida del pueblo y de la naturaleza.
Estos hechos, para nada fortuitos, forman parte de la larga lista de “glorias” de la acumulación originaria de capital que supuso la conquista de América.
Se entiende la acumulación originaria como la incorporación de la tierra al ciclo del capital y la creación del “trabajador libre”, así como todo el conjunto de leyes que norman la vida de este nuevo conglomerado de personas, quienes se ven obligadas a incorporarse a la producción.
Sin embargo, la acumulación originaria de capital no fue lineal, mientras en Europa las grandes masas fueron alejadas de la tierra y pasaron a formar parte de la industria, obligados por el hambre y la ley contra la vagancia, en Nueva España el despojo, el asesinato, la y la violencia fueron tan grandes que en muchos casos los indígenas fueron casi exterminados, sin que quedaran personas a quienes explotar. Los que lograban sobrevivir, como en el caso de los pueblos del nordeste, no se adaptaron a las duras y disciplinadas jornadas de la minería, razón por la cual tuvieron que traer mineros españoles o portugueses, muchos de ellos prófugos de la Inquisición, quienes ya conocían del trabajo en minas o, en su defecto, trajeron ganado para alimentar las nuevas poblaciones, enriqueciéndose también del despojo de la tierra.
El tiempo pasó, se crearon pueblos indígenas con sus propios tribunales. La propia lógica del naciente capital y la lucha de las clases oprimidas logró que las masacres de los primeros siglos disminuyeran; al final, necesitaban a quien explotar.
Se cancelaron los tributos mediante el trabajo, pero se obligaba a pagarlos, así que eran una especie de tributo de trabajo, pero con salario. La “gañanería” se extendía en todo el territorio, es decir, los españoles hacían préstamos impagables a los indígenas, quienes terminaban pagando con trabajo las deudas, esto dio paso a las haciendas y a los peones acasillados (entonces llamados “gañanes”).
En toda esta historia reaparecen los descendientes de Marcos Alonso de la Garza, entre quienes desde su fundación y hasta el día de hoy se cuentan 45 gobernadores de eso que antes fue el Nuevo Reino de León y hoy es Monterrey, ciudad capital de Nuevo León.
Entre estos descendientes encontramos a Juan de la Garza Martínez, padre de Isaac Garza. El primero fue alcalde de Monterrey y el segundo fundador de la Cervecería Cuauhtémoc y Presidente de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey y del Grupo Vidriera, las cuales al fusionarse crearon lo que hoy conocemos como FEMSA, dueña de los actuales OXXOS y la mayor embotelladora de Coca-Cola en el mundo.
300 años después de la fundación de Monterrey, la minería seguía siendo uno de los mayores factores de acumulación de capital. Sin embargo, en eso tiempos la industria no estaba muy desarrollada y no se podían establecer fundidoras redituables, hasta que Porfirio Díaz vio la necesidad de crear rieles para ferrocarril y estimuló su creación dando apoyos fiscales para que los ya de por sí grandes empresarios de la zona siguieran aumentando sus riquezas.
Entre los descendientes de Isaac encontramos a Eugenio Garza Sada, empresario fundador del Tec de Monterrey, quien muriera en un operativo de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Su hijo, Eugenio Garza Lagüera, fue parte de Grupo Financiero Serfín y consejero de Grupo VISA, que aglutinaba a un banco (Serfín) y a empresas cerveceras, empacadoras y comerciales. Esto es un ejemplo de cómo el capital bancario, fusionado al capital industrial, creó el predominio del capital financiero y el monopolio desde la producción de ciertas mercancías hasta su distribución y venta.
Hoy, el apellido Garza deja un poco la escena y es José Antonio Carbajal, esposo de la nieta de Garza Lagüera, quien conduce FEMSA, además de participar en los consejos directivos de Bimbo, Peñoles, Bancomer, Cydsa y Grupo Industrial Saltillo.
Con esto, vemos que un grupo familiar ha extendido su poder económico por más de 400 años gracias a la explotación, el despojo y la violencia. En la década de 1970 esta familia tenía su propio centro de inteligencia, que espiaba y ordenaba el asesinato de luchadores sociales y revolucionarios. En los años treinta se enfrentó a las mejoras laborales que querían los trabajadores e incluso peleó contra Lázaro Cárdenas. Hoy, FEMSA es una de las empresas que más gana en nuestro país a costa de la explotación del trabajador y la destrucción del pequeño comercio.
En estos 400 años, los Garza han estado amparados por la estructura de gobiernos tanto locales, con sus 45 alcaldes, como federales, con presidentes como Porfirio Díaz, Luis Echeverría Álvarez y Carlos Salinas de Gortari. Lo anterior es la historia de una familia de la clase burguesa que nos gobierna y de cómo el asesinato y el despojo son el origen de las grandes fortunas que se sostienen por la misma violencia y de cómo se adaptan a las circunstancias, hoy al triunfo de López Obrador, y hasta hablan el lenguaje de la cuarta trasformación para no perder sus ganancias, sino seguirlas aumentando a costa de la explotación del pueblo.
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección Recuperando Historia del No. 48 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Noviembre-Diciembre, 2019.
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