El pasado 10 de enero miles de personas se manifestaban en Bamako alrededor del Monumento de la Independencia para reclamar la marcha inmediata de las tropas extranjeras, especialmente de la fuerza francesa Barkhane. Entre los lemas y eslóganes enarbolados por los participantes abundaban los mensajes hostiles dirigidos a la antigua potencia colonial francesa: ¡Abajo Francia! ¡Francia, fuera de aquí! ¡El gobierno francés es un lastre para nuestro desarrollo! Para el rotativo Malijet las consignas lanzadas contra le presencia de las tropas francesas desplegadas en territorio maliense se explican dentro de “un incremento del sentimiento antifrancés en el seno de una buena parte de la opinión pública” 1 que han colocado a Francia en el ojo del huracán.
Lo cierto es que esta manifestación - que sucede a las de abril y noviembre de 2019- se produce en un clima de creciente tensión y recelo hacia la gestión francesa del conflicto armado que sacude el norte del país desde 2012. Numerosos son quiénes acusan al Elíseo de colaborar con los yihadistas y los rebeldes touaregs y, sin ir más lejos, hace tan solo un par de meses el célebre cantante Salif Keita afirmaba, en un video ampliamente difundido en Facebook, que Francia financiaba a los terroristas afines al Estado Islámico y la ideología salafista. Propósitos infundados, según la embajada de Francia en Malí que rápidamente emitió un comunicado para desmentir las insinuaciones del artista. Verdadero o falso, fundado o infundado, las declaraciones de Salif Keita no hacían sino echar un poco más de leña al fuego de una hoguera que contribuye a alimentar la discordia entre los dos países.
En el centro de estas polémicas e incendiarias declaraciones gravitan los dos principales problemas que fomentan este clima de discordia e intranquilidad. El primero, es el recrudecimiento de los ataques de hombres armados contra los campos y bases militares de las fuerzas armadas malienses que, en el último año ha costado la vida a más de 200 soldados. Y es que, pese a los esfuerzos conjuntos de la MINUSMA (Misión de Naciones Unidas para la estabilización de Malí) el G5 Sahel y las tropas americanas y francesas el integrismo salafista no ceja de ganar terreno. Durante un tiempo desorganizados, los grupos armados islamistas se han reconstituido y lo más inquietante de todo es que, después de haber perdido las principales ciudades del norte (Gao, Tombuctú, Tessalit) gracias a la intervención del ejército francés, los grupos yihadistas se han desplazado poco a poco hacia el centro del país. En 2017 la ONU registró 63 ataques de grupos terroristas contra las fuerzas armadas malienses, el ejército francés y las fuerzas internacionales reagrupadas bajo la MINUSMA en la región de Mopti. Así las cosas, inmersos en esta inacabable espiral de violencia a la que se añade el aumento de los conflictos étnicos (en marzo de 2018 alrededor de 30 personas perdieron la vida durante los enfrentamientos entre los pheuls y los dogones), en su visita a Malí en mayo de 2018, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, afirmó que “hay que evitar a toda costa el hundimiento del centro de Malí y restablecer la seguridad y la normalidad” 2 .
El segundo problema, no menos candente, es la situación de Kidal. Emplazada a 350 kilómetros al norte de Gao, en el corazón del macizo montañoso Adrar de los Ifoghas, la ciudad, liberada en 2013 tras la intervención de las tropas francesas en el marco de la operación Serval – rebautizada Barkhane- es hoy objeto de una viva polémica. Ya en 2013, Issa Ndiaye, antiguo ministro de la Educación Nacional, deploraba que el ejército francés hubiera denegado el acceso a Kidal a las fuerzas armadas malienses alegando razones de seguridad: “Es difícil de entender por parte de un país que se dice amigo de Malí prohibir el acesso a una parte del territorio a las tropas malienses. Eso es algo que no se puede justificar y hace insostenible la posición de Francia” 3 .
Para muchos analistas la actitud de Francia al respecto es reveladora de sus verdaderos intereses en Kidal. Rica en uranio y recursos naturales, la lucha contra el terrorismo no sería más que un subterfugio para explotar las riquezas de la región: “Algunos piensan que los terroristas no son el objetivo de esta guerra, sino solamente el pretexto. Para ellos, la intervención francesa en Malí camufla un proyecto de acaparamiento de las riquezas naturales del país” 4 .
Otro aspecto relativo a Kidal que suscita el recelo de los malienses es la decisión de Francia – ratificada con los acuerdos de Argel 2015- de otorgar el control de la ciudad al MNLA (Movimiento Nacional para la Liberación de la Azawad) algo que, en el seno de la opinión pública, es interpretado como toda una declaración de intenciones: desde el Elíseo se estaría apoyando a los rebeldes touaregs con la intención de desestabilizar el país. La creciente sensación de un complot urdido por las autoridades francesas ha ido ganando enteros en los últimos años hasta el extremo de alimentar un sentimiento antifrancés que se propaga como la pólvora por las calles de Bamako. Un ejemplo de este sentimiento embrionario se dejó palpar a finales del año 2017 con el escándalo de la Azawad . Los hechos: un descuidado profesor del Liceo Francés Liberté tuvo la genial idea de interrogar a sus alumnos por escrito sobre la capital de la Azawad. ¿Cuál es la capital de la Azawad: Gao o Tombuctú? Como el azote del diablo, se elevó la voz de una progenitura indignada por las enseñanzas dispensadas a sus hijos en el seno de la institución francesa y el asunto llegó a la prensa.
El periódico digital Bamada recogía el siguiente comentario en su edición del 27 de octubre de 2017: “!No se bromea con la unidad de la nación! Y sin embargo Francia, considerada una aliada de Malí, no deja escapar la ocasión para expandir los gérmenes de la división de nuestro país […] He aquí otro complot urdido por la antigua potencia colonial contra nuestro país” 5 . ¡Tal vez se pueda decir más alto pero no más claro! Tampoco se quedaba corto el rotativo digital Maliweb que semanas antes publicaba: “Los que todavía dudaban del apoyo de Francia a los bandidos armados del MNLA (Movimiento Nacional para la Liberación de la Azawad) tendrán que morderse la lengua” 6 . Azawad, “tierra de trashumancia” en lengua árabe, equivale hoy al territorio reclamado por los rebeldes tuaregs del norte de Malí para fundar su proyecto independentista. De este modo, con su ingenua interrogación, el mentado docente del Liceo Francés Liberté, a modo de confabulador o espía político infiltrado en Malí, estaba llevando a cabo una campaña en favor del nacionalismo tuareg.
1 http://malijet.co/politique/
2 CARAYAL, R. “Au Mali, la guerre n’a rien réglé”, Le Monde Diplomatique, juillet 2018.
3 https://malijet.com/actualite-
4 https://maliactu.net/mali-
5 http://bamada.net/scandale-de-
6 https://www.maliweb.net/
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=264727
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