Fuentes: Rebelión
He estado reflexionando estos días sobre la cantidad de ruido mediático conductista y los ruidos de sables, oxidados a mi entender, pero sables.
En primer lugar, me gustaría aclarar sobre banderas y colores, empezando por una anécdota que no lo es tanto. Yo, como otros muchos republicanos, admiradores de la II República de nuestros avances patrios pero no por ello nostálgica en absoluto, no soy de seguir al abanderado, para nada. Y ahí va la anécdota: un conocido activista me dijo: “Estoy deseando que llegue la República para ya no lucir más la bandera tricolor ni ninguna otra en mi balcón”. Fue antes de la paliza que se ha llevado un artista por ponerla en su ventana.
Pues bien, aquí el caso es que con los colores rojigualdos se hizo un genocidio y al mismo tiempo que la esvástica quedó marcada por el otro, sí juzgado en Núremberg afortunadamente (el nuestro aún no), nuestros colores quedaron marcados y no pueden ser la continuación de futuro, mucho menos es de recibo que acreditados compañeros hagan siquiera broma con que la izquierda se sume a la canallada de los fascistas que pululan con ellos por nuestras calles intentando amedrentar, amenazando, violentos, incitando al odio… Que consideren que de esta se sale haciendo una suma con esa barbaridad. Porque habrán ustedes leído sobre esto, el supuesto reto de la izquierda por recuperar eso que se supone ondea en su contra. Que no es en su contra, por cierto, que es el contra del progreso, del mañana para todos, de todos, del pueblo y, si me apuran, de ellos mismos, que van a quedar en la mierda completa.
No sé de qué cabezas surgen estas ideas, la verdad. En lugar de atender a la esencia del periodismo que es aclarar las otras cabezas, vemos estos titulares con sus correspondientes contenidos aparentemente coherentes e ingeniosos. ¡Madre mía!
En fin, creo también que hay una serie de políticos que se mueven a base de encuestas y asesores que solo van a por su pela, con total desvergüenza en lo que hacen, sin reparo. Unos y otros se mueven a base de herramientas como Flourish que les permiten leer su propia storytelling edulcorada de lo que realmente pasa y se necesita. Que es muy otra cosa. Y cualquier responsable público que se deje engañar por cualquier cantamañanas de este tipo es culpable de lo que hace en estos tiempos de pandemia, que agrava las cuestiones profundamente. Busquen gente seria, señores, empiecen a ejercer la decencia pública y en privado también, por favor. Miren dentro de su conciencia…
Los colores que usaron los nazis, ya sea en sus pijamas de la muerte, en sus banderas, etc. son rechazados por los países civilizados hasta en los desfiles de moda, que miren lo que pasó, creo que en Francia, con una marquita de cuyo nombre famoso no quiero acordarme para no hacerle publicidad, que desfiló con pijamas a rayas… ¡Ni una concesión a los asesinos!
Pues de la misma manera, lo que aquí chorrea sangre no es patrimonio de todos, y menos tolerable para las víctimas, ni para todos los demócratas de verdad, pues con esa bandera, sin el pollo ahora pero, esa bandera, se mató a media España, se les asesinó, metió en las fosas, abrieron los terroristas fascistas barrigas de embarazadas, cortaron testículos, colgaron vísceras humanas de los árboles, perecieron miles y miles de españoles en Mauthausen y otros campos de exterminio a causa del dictador bigotudo y los que financiaron al killer (gente de la Iglesia, monárquicos, oligarcas).
Con esa bandera fue el exilio, se nos marchó la inteligencia de España, se perdieron progreso y lustros de cultura, de honestidad, de política de calidad, de la de veras y no la de cantamañaneces; se nos vino la vergüenza a este país, se nos salieron canas de ver tanto canalla y tanto torturador vivir a cuerpo de rey y se tuvo que tragar a reyes intragables que ya lo denuncia ahora Le Monde y toda la prensa buena y de calidad que aquí, por desgracia, no tenemos salvo honrosas excepciones que se cuentan con la mitad de los dedos de una mano.
¡Ya está bien y basta!
La bandera roja y soleadita de caras al Sol ya no fue la misma ni será nunca que la que antes era de España. Se nos impuso con crimen y violencia, como la monarquía en la infausta Transición que sigue pariendo pactistas y golpistas a punta pala.
De ahí estos días los petardos esos que sin castigo siguen su criminal postura de cacharrear y hacer ruido y bromas con los golpes de Estado. Dicen que de palacios, consejos de administración fascistas y de otros lados surgen estos ecos que claman un golpe contra el Gobierno, en toda regla, y contra el pueblo que ya padece bastante.
Temen una crisis que no les va a tocar a los ricos un pelo de su campo de golfadas, temen que la gente pida pan, y trabajo sobre todo, que salga a la calle de una vez a gritar República, el fin de gamberrismo, el fin de los reprobables Borbones, pacíficamente, por las buenas. Temen los que no van a pasar hambre y van a seguir veraneando en Puerto Banús, ese hombre que adornó todas las fachadas de sus negocios inmobiliarios con el yuguito y las flechitas falangistas, que masacró obreros, que fue rico por tantos cuelgamuros, con esclavos…
Ellos… Pretenden un frentismo, un guerracivilismo.
Y el pueblo no debe ceder. Jamás entrar en provocaciones. Debe reclamar alto y claro a los poderes a los que paga el sueldo: que dejen de oír esos cantos de sirenas bien a resguardo, indecentes, escurridizos, sin rostro en la tele pero con mucho rostro. Y se pongan a las medidas necesarias para castigar con total contundencia las asonadas, los intentos probados, las palizas, el pulular desvergonzado de los portacacerolos que molestan y generan tensión, que violentan, que incitan a la violencia, que son terroristas, de verdad o aprendices de brujo… Y a los que hacen bulos que llegan al último rincón del último pueblo, como ese lamentable de que el padre de un político de arriba era nada más y nada menos que de ETA.
Exijamos seriedad al Ejecutivo, contundencia, buen hacer, reacción antes de que los segadores de hierbas se terminen comiendo sus pies como pirañas, que lo son, auténticas pirañas sin futuro y sin papel en la nueva fase; sin principios, sin gloria alguna, sin posibilidad -ni la más remota- de que se pueda mantener ni una conversación con ellos. Son los cuatro jinetes del Apocalipsis. Son la guerra, el hambre y la muerte. Por su egoísmo. Son la gloria por la conquista, gloria para ellos. Son ese rico que jamás entrará por el ojo de la aguja. Son escoria pura…
Retiremos subvenciones a los golpistas.
Retiremos parabienes a cuantos servidores de la patria, del pueblo, vaya, se pasen un solo pelo.
Y por cierto, a los de prensa que ponen tanto la mano y luego el culo a los fascistas.
Y no caigamos en la tentación. Amén.
Enriqueta de la Cruz es escritora y periodista
https://rebelion.org/de-banderas-guerras-civiles-asonadas-y-golfadas/
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