El status capitalista o socialista de China quedará definido por luchas políticas y batallas populares. Esa disyuntiva se procesa en una formación intermedia, con clases dominantes que no controlan el poder del estado. Los virajes económicos del país han expresado intereses contrapuestos y no continuidades socialistas. La coexistencia inicial con el mercado difirió del proceso posterior de restauración.
Los intérpretes de una regresión capitalista concluida omiten que la fusión entre burguesía y funcionarios no se ha consumado. El legado socialista es un gran escollo a esa integración, en un régimen muy distinto a cualquier variedad de capitalismo de estado. Hay varias corrientes en pugna y despunta la renovación socialista que propicia la Nueva Izquierda.
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