Efectivamente, gobernar y tener el poder político no son sinónimos. Aunque es un debate largo y complejo el contenido de ambas palabras, para el tema que me interesa no es necesario traerlo a colación.
Sin embargo, sabiendo la oposición entre ambas actitudes, no debería ser disculpa o justificación para que algunos gobiernos intentaran la profundización de reformas sociales y políticas hacia una vida buena, justa e igualitaria.
La política, su desarrollo mediante el gobierno de los pueblos, está sometida al poder de las multinacionales y de las finanzas. De eso tan etéreo que llaman mercado y que está mecido por una supuesta «mano invisible». Una mano que tiene nombre y apellidos, es decir, el mercado capitalista que nos gobierna y en el que vivimos.
Unos centros de poder representados en Davos, FMI, Unión Europea , junto con la armadura capitalista de la banca privada, actúan en beneficio de sus propios intereses sometiendo, eso sí, negociando, a los gobiernos. Llegado aquí, es conveniente matizar que hay gobiernos que no hace falta que los sometan; todo lo contrario, ayudan a someter a la ciudadanía a los intereses de la banca privada. Otros, ofrecen mayor resistencia forzando negociaciones que, con mayor o menor acierto, resultan beneficiosas para las personas.
Este mercado capitalista que atenaza todo lo que sea público como las pensiones, la sanidad y educación públicas, para su desmantelamiento y apropiación, es el que está gestionando las vacunas contra el coronavirus. Unas vacunas, cuya distribución está siendo objeto de una descarada manipulación por parte de las siempre poderosas empresas farmacéuticas, que rayando en la desfachatez someten a la incertidumbre la salud de millones de personas. Aun no siendo ingenuo y sabiendo que sus intereses pasan por las ganancias económicas, y no tanto por la salud, no deja de resultar una obscenidad la manipulación y el chantaje a los gobiernos y por extensión a los gobernados.
Están jugando con la necesidad de la vacuna como medio imprescindible de salvar vidas, esta ineludible circunstancia hace que sometan a un baile muy peligroso la vida de las personas. La industria farmacéutica, que gracias a conciertos y fondos públicos, investiga la vacuna para combatir la actual pandemia, está cometiendo una flagrante irresponsabilidad que debería ser contestada más contundentemente por los gobiernos; en nuestro caso por el español. La tibieza con la que se está respondiendo a la falta de escrúpulos del capitalismo, da buena medida de la supeditación de los gobiernos al mismo.
Después de que Europa haya adelantado todo el dinero para financiar a las industrias farmacéuticas privadas que iban a investigar sobre la vacuna y haya adelantado millones de euros para la compra de dosis, está recibiendo una vulgar patada en el culo de sus ultra-liberales burócratas, de la que no saben no contestan. Porque esta casta eurocrática y de sátrapas tiene, tal vez, más que ganar con el silencio cómplice que con la contestación seria.
El capitalismo es el sistema económico en el que vivimos, todo lo impregna. En la calle, a la vuelta de la esquina, en los escaparates…Ahora, con el mercadeo de las vacunas. Un cierto olor a podrido está en el ambiente.
Hay que hacerse una pregunta. Por qué no se han fabricado vacunas desde el sector público. Es pertinente, ya que hay investigaciones desde sectores de investigación públicos, vinculados al CSIC, que han logrado uno de los ensayos más prometedores de una de las mejores vacunas del mundo, contra esta pandemia. No es un anécdota frívola, es una realidad. Pero el gobierno no ha apoyado, como debiera, al pequeño equipo del doctor Alcolea y del profesor Vicente Larraga. Además, es un hecho que gran parte de las investigaciones y las pruebas con la vacuna se están haciendo en hospitales públicos. ¿ Entonces qué ocurre?
Las vacunas son parte de la solución a la pandemia. Pero hay que compartirlas igualitariamente, más allá de las ganancias de las empresas farmacéuticas. Todos los países y todos los individuos, deben de tener acceso a las mismas.
En ello está la coalición «Medicamentos a un precio Justo» de la que forman parte la Asociación para la Defensa de la Sanidad de la Sanidad Pública de Madrid, entre otras organizaciones, que exigen acabar con el monopolio de las farmacéuticas en la fabricación y patentes de las vacunas para que así puedan pasar a ser un bien público universal. Esperemos…
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