El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, da un giro a su postura negacionista de la pandemia, mientras el país se convierte en epicentro mundial de la COVID-19.
Bolsonaro destituyó el martes al titular de Salud, el general Eduardo Pazuello, un hombre de su confianza y tercero en ocupar ese cargo desde el inicio de la pandemia, aunque sin experiencia médica ni en cargos políticos. Lo reemplazó por Marcelo Queiroga, un cardiólogo apreciado por sus colegas
Según opiniones de analistas en medios brasileños, lo que llevó a Bolsonaro a tomar esa decisión no fueron las 2841 muertes diarias por la COVID-19 que se registran en los últimos siete días o el colapso hospitalario en todo el país, sino la presión electoral.
“A esta altura, la esperanza de que el gobierno cambie de rumbo reside en la presión electoral, la única que mueve a Bolsonaro”, escribió el martes el diario O Estado de Sao Paulo en un editorial.
Este comentario alude a la posible candidatura presidencial del expresidente Luis Inacio Lula da Silva en los comicios del 2022, después de que un tribunal supremo anularan las condenas que lo inhabilitaban políticamente.
Además, el líder de izquierda, de 75 años, se hizo vacunar y en su primer discurso público después de ese fallo, instó a sus compatriotas a hacerlo y criticó la gestión “imbécil” de la pandemia por parte del gobierno conservador de Bolsonaro.
Tras las declaraciones de Lula, Bolsonaro, que negó desde el comienzo el peligro de la pandemia y criticó la vacunación, prometió que a finales de este año estarán disponibles “más de 400 millones de dosis de vacunas” en el país. Asimismo, en los últimos días se le vio con barbijo.
“Vacuna para generar empleos. En los próximos meses vacunaremos a decenas de millones de brasileños”, escribía en su cuenta de Twitter Flávio Bolsonaro, primogénito del presidente más negacionista del planeta. Su hermano, el diputado Eduardo Bolsonaro también apoyó las vacunas en sus redes sociales.
Con todo, los opositores alertan que “no sirve de nada cambiar de ministro si la política sigue igual. Si el presidente sigue obstaculizando (la gestión), será difícil que a algún ministro le vaya bien”, sostiene el izquierdista Flávio Dino, gobernador del estado de Maranhao (noreste).
Brasil marcó un nuevo récord el martes al registrar 2841 muertes diarias, con lo que acumula cerca de 270 000 muertes y más de 11,1 millones de casos confirmados, según datos oficiales.
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