Sacudidos por la pandemia que agudizó la crisis económica que golpea sin piedad a la población, y acompañada por la inestabilidad política, Ecuador y Perú se preparan para los comicios presidenciales del 11 de abril con la diferencia de que los ecuatorianos se someterán al balotaje y los peruanos recién intentarán elegir a su nuevo mandatario.
Mientras en Ecuador el progresismo correísta de la Revolución Ciudadana está retomando fuerza, el movimiento progresista en Perú que estuvo ausente en el gobierno durante 45 años recién da con mucha dificultad y obstáculos sus primeros pasos hacia la presidencia del país.
La diferencia entre los dos países consiste también en el hecho de que Ecuador rompió con el sometimiento a EEUU en el 2007 con la llegada al poder de Rafael Correa durante 10 años hasta la traición del fiel seguidor de los postulados de la Revolución Ciudadana, Lenín Boltaire Moreno en 2017, quien trató durante su presidencia (2017-) retornar su país a un modesto lugar en el patio trasero del imperio. Ahora, el pueblo ecuatoriano decidirá finalmente si retoma el camino progresista de nuevo o si seguirá profundizando el neoliberalismo de Lenín Moreno.
Perú mientras tanto, desde el golpe de Estado, que derrocó al Gobierno progresista de Juan Velasco Alvarado en 1975, ha estado portándose igual que la mayoría de los países del continente, como lo definió el expresidente destituido y enjuiciado, Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018) en los siguientes términos: "América Latina es como un perro simpático que está durmiendo en una alfombrita y no genera ningún problema" para EEUU. (Discurso en la Universidad de Princeton, 2017).
Durante estos 45 años, este país andino se convirtió en un aliado incondicional de Washington y un activo miembro del Grupo de Lima para no permitir que el progresismo tome su pulso de nuevo en América Latina. Ecuador desde la llegada al poder de Lenín Moreno en 2017 empezó a retomar el mismo camino del Perú para retomar su puesto en la alfombra de los EEUU, cuyos líderes a su vez estaban extrañando aquellos tiempos cuando eran amos y dueños del país y disponían de la importante base militar de Manta. A la vez, los representantes locales de la policía y de los servicios de inteligencia militar presentaban sus primeros informes a la Embajada de EEUU en Quito y recién después a los defensores de la patria que compartían esta información con los gobernantes de turno nacionales o a veces simplemente la ocultaban.
El presidente Rafael Correa durante 10 años de su Gobierno (2007-2017) terminó con esta sumisión. Sin embargo, como el Gran Patrón nunca duerme, sus estrategas encontraron a un hombre adecuado y por lo visto, convencieron a Lenín Moreno durante su estadía en Ginebra (2013-2016) para que facilite la recolonización de Ecuador para EEUU.
Así, el candidato a la presidencia Lenín Moreno en el cierre de la campaña electoral en abril 2017 afirmó: "Yo colaboré con Rafael Correa y esta Revolución Ciudadana es una leyenda y sí, sí, 1.000 veces fui parte de la revolución". No obstante, al ganar el sillón en el palacio presidencial Carondelet, Moreno en seguida cambió de opinión. Para el nuevo mandatario de Ecuador había que "desmontar el correato" porque "ahora se ha dado por llamar revolución a cualquier pendejada".
El desmontaje de la Revolución Ciudadana y el retorno al neoliberalismo significaron el incremento del índice de la pobreza de 21,5% en 2017 al 32,4% al cierre de 2020 y la pobreza extrema subió de 7,9 al 14,9%, según datos el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) de diciembre 2020 y del Reporte de Pobreza y Desigualdad de diciembre 2017.
Es decir, en estos casi cuatro años del Gobierno neoliberal de Moreno, las tasas de pobreza y de indigencia retrocedieron prácticamente al año 2006 cuando el índice de pobreza era 37,6 y el de la extrema pobreza, 15,2%. El pueblo ecuatoriano se dio cuenta de lo que pasaba en el país y por eso no era nada extraño que el binomio Andrés Arauz-Carlos Rabascal de la Unión por la Esperanza (UNES) de la Alianza Centro Democrático y Compromiso Social por la Revolución Ciudadana obtuviera el pasado 7 de febrero 32,7% de 10,6 millones de votos válidos, dejando en el segundo lugar al banquero neoliberal y jefe del Opus Dei en Ecuador Guillermo Lasso y su compañero de plancha Alfredo Borrero, del movimiento Creando Oportunidades (CREO) quienes alcanzaron 19,74% de los votos. El candidato del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik (MUPP), Yaku Pérez se quedó en el tercer lugar con 19,38% de los votos. Como Andrés Arauz se quedó corto del 40% de los votos, tendrá que ir al balotaje el próximo 11 de abril para enfrentar a su contrincante, Guillermo Lasso.
A diferencia de Ecuador, la posibilidad de un gobierno progresista en el Perú tiene poco sustento debido a la ausencia de condiciones tanto objetivas como subjetivas en este país de 32 millones de habitantes. Todos los movimientos progresistas y populistas fueron diezmados en el país en la época llamada por el Estado peruano como Conflicto Armado Interno que tuvo lugar entre 1980 y 1997 cuando el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL) y posteriormente el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) iniciaron la lucha por instaurar un Estado socialista. Según la estimación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), cerca de 70.000 personas habrían fallecido en fuego cruzado entre los rebeldes y fuerzas del Estado, incluyendo escuadrones de la muerte. (Hatun Willacuy, capítulo uno: Los hechos y la magnitud del conflicto. CVR, 2004).
El ministro de Defensa, general Luis Cisneros (1981-1983), aclaró que "era difícil distinguir quién era senderista y quién no lo era, entonces si las fuerzas de seguridad mataban a 60 personas y en el mejor de los casos solo tres fueron identificados como senderistas, la policía declararía que todos los 60 eran miembros del Partido Comunista Peruano-Sendero Luminoso". En aquella época, poseer un libro de Karl Marx, Vladímir Lenin, José Carlos Mariátegui o César Vallejo significaba estar identificado con la subversión con todas las consecuencias que implicaba.
Posteriormente, durante la dictadura de Alberto Fujimori (1990-2001) ya exterminada la subversión, el terrorismo de Estado siguió dominando el país en compañía del neoliberalismo económico desmantelando lo poco que quedaba del orden constitucional.
Así los últimos dirigentes progresistas que sobrevivieron milagrosamente la guerra interna desaparecieron prácticamente o se quedaron mudos. Desde ese período como nunca, el Comando Sur de EEUU (USSOUTHCOM) se ha establecido a sus anchas en las regiones de Lima, Amazonas, Lambayeque, Trujillo, Tumbes, Piura, San Martín y Loreto. También el Pentágono ha penetrado los aparatos de Seguridad y Defensa, adoctrinando a sus colegas locales. La VI Flota usa los puertos peruanos como Centro Operativo en la costa del Pacífico de América del Sur. Inclusive El USSOUTHCOM tiene desde 1983 el laboratorio biológico con el nivel de bioseguridad BSL-3, NAMRU-6 administrado por la Marina de Guerra de EEUU con sedes en Lima, Iquitos y en Puerto Maldonado. Oficialmente, se dirige a investigaciones bacteriológicas de enfermedades tropicales, pero nadie sabe con qué fin.
Para EEUU, Perú es un país extremadamente atractivo debido a sus abundantes recursos naturales, especialmente petróleo, oro, cobre, plata y por supuesto, su litio que es de alta pureza, cuyo valor llega a 4.800 partes por millón (PPM), mientras que PPM del litio chileno es de 400, el de Argentina 700 y el de Bolivia, 1.500. No obstante, la titularidad de la Meseta de Macusani (Puno) donde encontraron litio y uranio pertenece a la empresa Macusani-Yellow Cake que es una subsidiaria de la minera canadiense, Plateau Energy Metals. En términos generales, la mayoría de los recursos naturales del Perú están en manos norteamericanos, canadienses, chinos, chilenos.
Estas empresas transnacionales "desplazaron al Estado nación", según el experto en leyes internacionales del medio ambiente, Erick Pajares Garay, "como el centro de hegemonía nacional y ahora ya son indispensables para la economía peruana".
La mayoría de los 32 millones de habitantes del Perú ya está tomando como un hecho toda esta situación de sumisión tanto en la dimensión estatal como social rindiéndose al neoliberalismo que logró desfigurar por completo el sentido común de los peruanos. Da la impresión que durante estos 45 años del neoliberalismo el pueblo entró en una amnesia intelectual y a la resignación agudizada por la pandemia que quitó la vida a casi 100.000 peruanos, según la base de datos del Sistema Informático Nacional de Defunciones (SINADEF), más que doble lo que registra el Ministerio de Salud.
La lucha contra la corrupción, la desigualdad, el desempleo se quedó solo en las consignas de los 16 candidatos presidenciales mientras que la mayoría congresal paralizó todos los intentos de limpiar la hoja de ruta del país e hizo agudizar con sus acciones la inestabilidad política en el país que tuvo en 2020 tres presidentes. Los actuales siete de los 18 aspirantes a la presidencia, como César Acuña (APP), George Forsyth (UN), Ciro Gálvez (RUNA), Daniel Urresti (PP), Rafael Santos (PPS), Daniel Salaverry (SP), Ollanta Humala (PN) acumulan un total de 153 denuncias penales. A la vez, El Comercio expone a 215 aspirantes al Congreso, la presidencia y al Parlamento Andino en las próximas elecciones que afrontan procesos por hurto, estafa y violencia familiar.
Teniendo todo esto en cuenta, es fácil deducir que la mayoría de los votantes no saben por quién votar. Esto explica también la apatía de los votantes que se vio en las votaciones internas de cada partido, alianza o movimiento para definir a sus candidatos a la presidencia y al Congreso. El promedio del índice de participación era de 5,8%.
Andrés Arauz, candidato correísta en Ecuador.
Según el último sondeo realizado del 19 al 23 de febrero pasado cuyo margen de error está entre 2,8 puntos arriba y abajo, el candidato por Acción Popular, Johny Lescano contaría con 11,3% de votos, Verónica Mendoza (Juntos por el Perú, con un 8,9 voto a favor, en el tercer lugar se quedaría George Forsyth (Victoria Nacional), con un 8,1, lo seguiría Keiko Fujimori (Fuerza Popular) con un 8,1 y en el quinto lugar se ubicaría Rafael López Aliaga (Renovación Popular) con un 7,6% de los votos.
Todos estos candidatos, con excepción de Mendoza, son partidarios del neoliberalismo. Jonhy Lescano promete una "economía social de mercado" sin explicar claramente su significado; Keiko Fujimori con numerosas acusaciones judiciales, en términos políticos es una copia sin retoque de la mano dura de su padre, Alberto Fujimori quien sigue encarcelado esperando un nuevo juicio por la esterilización forzada de la población nativa del país; George Forsyth es un demagogo de centro derecha; Rafael López Aliaga es un millonario del Opus Dei. La única candidata de esta lista que tiene ciertas ideas del populismo moderado de centro-izquierda es Verónica Mendoza para quien "Venezuela es una dictadura" (!).
Mientras Perú está en una incertidumbre electoral de la que está aprovechándose la derecha, en Ecuador, el Gobierno de Lenín Moreno está haciendo todo lo posible para posponer las elecciones y desacreditar a Andrés Arauz como el mayor aspirante al sillón presidencial. A Lenín Moreno le asusta la posibilidad de que Arauz sea elegido por la indagación que inició la Fiscalía de Ecuador en marzo de 2019 contra él y sus familiares sobre sus cuentas en Suiza y Panamá-paraísos fiscales.
A la vez Washington no le agrada que la política exterior del país cambiará de rumbo, como lo anunció Arauz y será "soberana, integracionista, multilateralista y comprometida con los derechos humanos". Por eso no es de extrañar que transcurrido casi un mes de la primera vuelta todavía no hay declaración oficial de resultados definitivos. También es sospechosa la intervención de la Fiscalía y la Contraloría en el proceso electoral en clara violación de la Constitución de Ecuador.
Sputnik / La Haine
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