Por Manuel Medina, Resumen Latinoamericano /Canarias Semanal, 15 de marzo de 2021.
¿Por qué razón la libre competencia de las vacunas iba a tener unos resultados diferentes al del resto de las mercancías?
La encarnizada competencia entre las diferentes vacunas – escribe nuestro colaborador Manuel Medina – no ha quedado reducida al ámbito de la industria farmacéutica. Los Estados están compitiendo con igual ferocidad entre ellos para lograr la acumulación y el almacenamiento de vacunas. El fenómeno no hace más que reflejar el mecanismo destructor propio de la competitividad del Sistema económico que nos rige. Los países desarrollados tienen tan sólo el 14% de la población mundial. Sin embargo, han adquirido más de la mitad de las vacunas. En el resto del mundo sólo una de cada 10 personas será vacunada durante el presente año del 2021.
POR MANUEL MEDINA PARA CANARIAS SEMANAL
La industria farmacéutica internacional está aprovechando las dramáticas circunstancias por las que atraviesa la humanidad para poner en marcha voraces movimientos especulativos que les permitan duplicar sus ingresos bimillonarios. La vida de los ciudadanos se las trae al pairo.
Pero la encarnizada competencia no queda reducida al ámbito de la industria farmacéutica. Los mismos Estados compiten igualmente entre ellos con ferocidad para lograr la acumulación y el almacenamiento de vacunas. El fenómeno no hace más que reflejar el mecanismo destructor propio de la competitividad del sistema económico que nos rige. Pese a que lo que está en juego es la vida de millones de personas, el mercado capitalista de los productos farmacéuticos funciona de una forma similar a la que rige en los mercados del resto de las mercancías. Si los productores no dudan en quemar miles de toneladas de café o montañas de azúcar para mantener los precios y maximizar sus beneficios, ¿por qué iba a imperar una lógica diferente con los productos farmacéuticos? En todos los casos rigen el mismo tipo de leyes.
Las diferencias entre los llamados países desarrollados y los subdesarrollados se manifiestan, pues, con idéntica crudeza en el mercado de los fármacos. Los primeros, que sólo suman el 14% de la población mundial, han adquirido, sin embargo, más de la mitad de las vacunas que han salido a los mercados. De acuerdo con los datos que proporcionan las publicaciones especializadas, los países más pobres del planeta sólo estarán en condiciones de vacunar durante el presente año del 2021 a una de cada 10 personas. Lo paradójico de esta injusta desigualdad reside en el hecho, por ejemplo, de que la Unión Europea tiene a estas alturas concertadas nada menos que 2.260 millones de dosis. Un número de dosis que permitiría vacunar tres veces a toda la población europea. ¿Para qué necesita la población europea vacunarse tres veces? Pero, resulta inevitable insistir: ¿por qué iban a existir diferencias entre lo que sucede en el mercado de las vacunas y el del resto de los productos de consumo?
En el sistema económico imperante no existen disimilitudes entre los productos que satisfacen necesidades creadas, los alimentos de primera necesidad o los productos destinados a la salud que también resultan imprescindibles para la sobrevivencia. Y es que «business are business».
CAOS EN EL MERCADO DE LAS VACUNAS
No obstante estas significativas cifras y porcentajes, Europa firmó contratos multimillonarios con la farmacéuticas por vacunas que todavía éstas no habían llegado a producir. Esta magnánima «liberalidad» contractual entre los negociadores de la UE y los de la gran patronal farmacéutica está permitiendo que se incumplan de forma sistemática los plazos de entrega. Pero, a decir verdad, estas ligerezas tampoco son inhabituales. La identidad de intereses entre los patronos y sus representantes institucionales nos ha deparado siempre ejemplos de este tipo. Lo que ocurre es que cuando se trata de una pandemia de la envergadura de la que estamos viviendo estas «concordancias» y complicidades entre empresarios y representantes institucionales se hacen mucho más ostensibles. Pero la verdad es que forman parte permanente del habitual espectáculo de nuestra vida política cotidiana.
La misma Comisión Europea que mantuvo las negociaciones con los traficantes de nuestra salud se ha visto obligada a anunciar, hace unos días, que entre los meses de abril y junio se distribuirán un 20% menos de las dosis que estaba programado administrar. Y aunque tales retrasos puedan costar centenares o miles de vidas ni la prensa ni la televisión se han escandalizado. En cambio, el volumen del enojo de los mass media es capazde alcanzar una alta cantidad de decibelios cuando algunos miles de jóvenes sale a la calle y queman algunas decenas de contenedores, porque han condenado a prisión a un rapero que se había tenido a decir algunas cosas.
A todo este desastre, ocasionado por el imperativo de apoderarse de los mercados, hay que agregar que Astrazeneca entregará un 25% menos de las vacunas que habían sido acordadas hace tan sólo 30 días. Por si esto fuera poco, se está constatando que la seguridad de esta vacuna es bastante incierta para los mayores de 65 años, detectándose además que en algunos casos ha llegado a provocar trombos cerebrales en personas de menos edad. Sucede, sin embargo, que mientras varios países europeos han suspendido la vacunación con esta marca, el gobierno español, que se presume que cuida de la salud de sus ciudadanos, estima que no se han dado suficientes elementos probatorios en nuestro país como para detener la vacunación con Astrazeneca.
Por su parte, los laboratorios Pfizer han aprovechado el hecho de que los contratos concertados con otros países les garantizan la venta segura de sus vacunas para disminuir el ritmo de su producción con la sabía intención de remodelar su línea productiva.
¡BLOQUEAR LA SPUTNIK!
La presente guerra comercial se está desarrollando, además, en todos los frentes. Aunque los medios occidentales no han podido evitar que la vacuna rusa Sputnik V haya sido reconocida científicamente como «altamente eficaz» por las publicaciones más acreditadas a nivel mundial, ésta continúa siendo deliberadamente «ignorada», como la vacuna china, por los mass medias occidentales. No es de extrañar. En la lucha comercial es habitual no mostrar las ventajas de los productos de la competencia. ¿Por qué iba a variar ahora la mercadotecnia propia del sistema? ¿Quién dijo que en la competencia comercial internacional lo importante es la correcta distribución de los productos que se venden? La clave ha consistido siempre en vencer al enemigo con el que se compite allí donde exista posibilidad de fulminarlo. ¿O es que ha tenido que hacer acto de presencia la pandemia para que pudiéramos apercibirnos de la crueldad intrínseca al sistema?
Sin embargo, sucede que la vacuna rusa Sputnik V, a diferencia de otras, ha demostrado la misma eficacia en todos los grupos de edad en los que está permitido su uso, según comunicó el pasado sábado Alexánder Guíntsburg, director del Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, que desarrolló el fármaco. Tiene, además, la misma eficacia en personas mayores de 60, 70 y 80 años. Todos estos grupos de edad responden perfectamente a este medicamento. Por si fuera poco, sus desarrolladores esperan que proporcione una inmunidad superior a los dos años. ¿Qué impide, entonces, que en España nos inoculen con la vacuna Sputnik V, aunque esta tenga su origen en un país al que enviamos la aguerrida «División Azul» para combatir al comunismo?
¡Ah, los inescrutables misterios del mercado!
Periódico Alternativo publicó esta noticia siguiendo la regla de creative commons. Si usted no desea que su artículo aparezca en este blog escríbame para retirarlo de Inmediato
No hay comentarios.:
Publicar un comentario