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12 marzo 2021

Relaciones Cuba-EEUU desde un nuevo enfoque

Fuentes: La Joven Cuba

El pasado 16 de febrero el Cuba Study Group hizo su aporte al creciente debate sobre la política que el presidente Joe Biden puede seguir hacia Cuba. Lo hizo a través de un detallado documento de 37 páginas de recomendaciones que su Director Ejecutivo, Ricardo Herrero, presentó a la prensa de Miami el 16 de febrero.

El documento tiene un título quizás demasiado largo: «Relaciones entre Estados Unidos y Cuba en la Era Biden: Un argumento para lograr la resiliencia en la política de acercamiento como medio de brindar apoyo a largo plazo al pueblo cubano». Pero si largo es el título, amplias son las recomendaciones

Fundado en el 2000, el Cuba Study Group es una organización de cabildeo político con sedes en Miami y Washington que con los años ha incrementado su relevancia. Su fundador y animador principal es Carlos Saladrigas, nacido en Cuba en 1949 y residente en Estados Unidos desde 1961. Graduado de la Escuela de Negocios de Harvard en 1975, Saladrigas tuvo una exitosa carrera en el mundo empresarial y con el tiempo se convirtió en una influyente personalidad dentro de la clase cubanoamericana dedicada a los negocios en Miami.

Desde fines de 1990, dentro de algunos sectores de esa emigración post revolucionaria, surgió la apreciación de que la política de «cambio de régimen por coerción» hacia Cuba, que en su momento apoyaron, había fracasado. Gradualmente, Saladrigas y otros se convencieron de que debía ser transformada por otra que pusiera el énfasis en el acercamiento sin variar el objetivo. De cierta manera dos hechos catalizaron esta evolución: la exitosa visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, en enero de 1998, y la evidente derrota del «exilio histórico» en el caso Elián González, en abril del 2000.

A partir de esos acontecimientos, estos emigrados comenzaron a considerar la aplicación de una nueva política que se podría tipificar como «cambio de régimen por atracción». En el sitio web del grupo, por ejemplo, todavía se argumenta que incluso respetando la soberanía de la Isla y promoviendo una política de acercamiento entre ambas naciones y entre Cuba y su diáspora, lo que el país necesita es un conjunto de cambios que lleven a una «transición y transformación» hacia un «orden político y económico diferente».

Ello no debe sorprender ni provocar rechazo. Es lo que el grupo cree y es lógico que así sea dada su composición socio-clasista. Después de todo, como se dice en la sección de Misión, Valores y Enfoque de su sitio web, su Junta Ejecutiva está compuesta por «líderes de negocios y jóvenes profesionales cubano americanos que comparten una visión de una Cuba libre, soberana, inclusiva y próspera que provea oportunidades para que todos sus ciudadanos puedan lograr sus aspiraciones». Esa es la forma en que definen su patriotismo y su compromiso tanto con su país de origen como con el de acogida. No hay por qué cuestionarlo. Tienen ese derecho.

Dicho esto, hay que reconocer que el Cuba Study Group apoyó y acompañó decididamente la política de acercamiento y normalización de relaciones del presidente Barack Obama quien, como se sabe, basó su posición hacia Cuba en dos premisas centrales: el levantamiento incondicional del bloqueo y el reconocimiento de que Estados Unidos no tenía ni la intención ni la capacidad para imponerle cambios a Cuba. Así lo declaró en dos alocuciones históricas: su última intervención sobre el Estado de la Unión ante el Congreso de Estados Unidos en enero del 2016 y el discurso que pronunció en el Gran Teatro Alicia Alonso de La Habana, el 22 de marzo de ese mismo año.

Esta política de Obama evolucionó hacia lo que pudiéramos clasificar como de «normalización constructiva sin cambio de régimen». No es que el «cambio de régimen» en Cuba fuera indeseado o rechazado, pero dejaba de ser el objetivo principal y único de la política. Eso se debía a una redefinición de los intereses norteamericanos, a partir de una diversificación de los posicionamientos hacia la Isla dentro de su sociedad.




El entonces presidente de Cuba, Raúl Castro, y el de Estados Unidos, Barack Obama, durante una reunión en la sede de las Naciones Unidas. (Foto: Reuters/Kevin Lamarque)

Coherentemente con esa posición de apoyo a la normalización pactada por Obama con Raúl Castro, el Cuba Study Group criticó la política de sanciones de la administración que lo sucedió entre 2017 y 2021 y fue de las primeras organizaciones que condenó y se opuso en los términos más firmes a la inclusión de Cuba en la lista de estados promotores del terrorismo el pasado 11 de enero.

Estados Unidos

No es posible en este espacio hacer un análisis pormenorizado de todas las propuestas contenidas en este documento. Sin embargo, conviene apuntar algunos de sus elementos centrales (Ver el Resumen Ejecutivo en las páginas 3-6)[1].

El primero y más importante es que, aunque el Cuba Study Group hace recomendaciones a ambos gobiernos, las más pormenorizadas y específicas van dirigidas a Washington.

Se destaca el criterio de que la iniciativa para volver al camino de la normalización de las relaciones corresponde al gobierno norteamericano y se recomienda «priorizar medidas tempranas» (4). También se plantean pasos tanto en el plano diplomático como en el plano económico-comercial. Se resumen a continuación:

  • Le sugiere al presidente Biden «devolver las relaciones bilaterales de inmediato a una ruta más constructiva, recuperar el control del discurso, e incentivar más reformas en Cuba». (3)
  • «Revertir políticas que han perjudicado indebidamente al pueblo cubano». (4) Aquí se detallan las más nocivas entre las 240 medidas que la anterior administración adoptó. Se puede comparar lo propuesto por el Cuba Study Group con el compendio elaborado por el MINREX en su sitio web.
  • «Restaurar el apoyo al sector privado cubano como política prioritaria». (4)
  • «Reanudar y reforzar la cooperación en salud pública con Cuba para combatir la pandemia de Covid-19». (4)
  • «Restaurar y fortalecer las relaciones diplomáticas a nivel de trabajo mediante el nombramiento de un embajador para liderar la Embajada de Estados Unidos en La Habana (o un encargado de negocios con rango de embajador, si fuera poco probable que el Senado confirme un nombramiento de embajador); la iniciación de conversaciones bilaterales para volver a dotar de personal a las embajadas de Estados Unidos y Cuba, con garantías de seguridad; y la reanudación de la cooperación bilateral en temas de seguridad nacional». (4)
  • «(…) ordenar una revisión apolítica inmediata de la redesignación de Cuba como Estado Patrocinador del Terrorismo, actualizar y restaurar la Directiva de Política Presidencial de 2016 “Normalización Estados Unidos-Cuba” y una vez más renunciar al Título III de la Ley Helms-Burton». (4) No se oculta que el propósito de ello es incrementar la influencia estadounidense en Cuba.
  • Adoptar acciones de acercamiento a la comunidad de emigrantes y de ciudadanos de origen cubano en la Florida para involucrarlos en esta política.
  • «Designar a un Representante Especial para Cuba o a otro funcionario gubernamental de alto nivel para negociar acuerdos de cooperación, arreglos económicos entre los sectores privados de ambos países y hojas de ruta para resolver disputas de larga data entre Estados Unidos y Cuba, con el objetivo de profundizar los lazos socioeconómicos». (5)

Esta última, combinada con las recomendaciones de carácter económico que se hacen al gobierno cubano son la clave de lo que propone el grupo. Su lógica, difícilmente cuestionable, es que el establecimiento de lazos económicos entre La Habana y Miami sería un elemento clave para garantizar la resiliencia de este proceso de acercamiento que se defiende y evitar su reversión de sobrevenir un cambio de partido en el poder en Washington en el 2025.

Estas recomendaciones generales están detalladas en las páginas 21-28. Ahí vale destacar las siguientes:

  • Reautorizar amplios intercambios académicos, científicos y culturales.
  • Autorizar las ventas estadounidenses de suministros, equipos y otros equipamientos médicos de emergencia a Cuba mediante una licencia general y flexibilizar los requisitos de verificación de uso final.
  • Solicitar una revisión de la «Lista de Entidades Cubanas Restringidas» del Departamento de Estado.
  • Ordenar al Departamento de Estado que lleve a cabo una revisión y auditoría completa de los programas existentes de promoción de la democracia en Cuba para abordar cualquier conflicto de intereses o incentivo inapropiado.
  • Potenciar las investigaciones sobre los incidentes de salud en la Embajada de Estados Unidos en La Habana y un incidente de tiroteo más reciente en abril de 2020 en la Embajada de Cuba en Washington.
  • Designar un funcionario de alto nivel que comience a revisar con la parte cubana algunos temas estructurales que deben ser negociados como la eliminación de las Leyes Helms Burton y Torricelli, la eliminación de Radio y TV Martí, o el futuro de la Base Naval de Guantánamo.

Sin duda, es la primera vez que una organización de cabildeo no vinculada a las de solidaridad con Cuba con sede en Miami levanta y acepta como lícitos algunos de los temas aquí enumerados y, por añadidura, subraya que el diálogo con el gobierno cubano es la única forma de abordar sus propósitos.

La agenda de medidas propuesta por el Cuba Study Group es amplia, abarcadora, y ambiciosa. De adoptarse de inmediato, como se recomienda, se volvería al camino de la normalización abandonado por la administración anterior. Ello coloca al grupo en una posición de abierto enfrentamiento al sector más retrógrado de la emigración cubana en Estados Unidos, partidaria de seguir castigando al pueblo cubano so pretexto de «ayudarlo».

También los coloca en línea con el sentimiento que ha prevalecido de que el presidente Biden no debe posponer sine die una iniciativa con respecto a Cuba. El centro de su propuesta está en la siguiente formulación que es un abierto desafío a la tendencia que ha sido mayoritaria en Miami en los últimos cuatro años:

«Las estridentes denuncias de los fracasos del comunismo y la imposición de condiciones absolutistas para el alivio de sanciones son débiles sustitutos para una diplomacia sólida y una política que equilibre el idealismo con la realpolitik, muestre a Estados Unidos como magnánimos y empodere cada vez más al pueblo cubano para que construya su propio destino». (8)

Las recomendaciones al gobierno cubano no tienen el carácter de precondiciones. El Cuba Study Group subraya que las sugiere respetuosamente como «medidas paralelas». Ello significa una importante transformación de la filosofía del grupo y de su liderazgo. Si nos atenemos a una tipología que he sugerido como hipótesis para clasificar los posicionamientos hacia Cuba de distintos grupos de cabildeo en Estados Unidos, el Cuba Study Group puede estar transitando de una posición de «cambio de régimen por atracción» a una de «normalización constructiva sin cambio de régimen».

Esta terminología es provisional, pero la tomo de una investigación en marcha en la que se maneja la hipótesis de que hay cuatro tipos de posicionamientos hacia Cuba dentro del sistema político norteamericano, ateniendo a sus propósitos y medios: «cambio de régimen por coerción», «cambio de régimen por atracción o subversión», «normalización constructiva sin cambio de régimen», y «normalización constructiva con cooperación acentuada»[2].

Estos tipos o modelos no son compartimientos estancos inamovibles, sino que son una propuesta analítica para poder clasificar mejor las distintas tendencias que se mueven en el terreno político norteamericano. Debe reconocerse que puede haber migraciones de uno a otro según se perciban las circunstancias.

Cuba

En el documento el Cuba Study Group identifica 10 recomendaciones específicas al gobierno cubano, alertando sin embargo que no se deben limitar a ellas. Por su tono se trata de opiniones que pueden ser objeto de diálogo entre ambas partes. Los interesados pueden leerlas en las páginas 32 y 33 del documento. Cinco de las mismas son económicas y no se diferencian mucho de las que algunos economistas cubanos han sugerido. Tómese, por ejemplo, las que adelantó el profesor de economía de la Universidad de La Habana, Oscar Fernández, en su artículo «Diez puntos para avanzar mejor», publicado en el medio cubano-americano OnCuba News.

De las tres de carácter político doméstico, dos (mayores derechos para ciudadanos y emigrantes cubanos y mayor espacio para la libertad de expresión con garantías jurídicas que se correspondan con el régimen de derecho establecido por la Constitución del 2019) son razonables, pero abordables sólo en un clima de confianza mutua que resultaría si el Cuba Study Group logra que la administración Biden actúe como recomienda. La tercera (marco legal para el funcionamiento de medios no estatales), no importa cuánta legitimidad tenga, implica una modificación de preceptos de rango constitucional.

Las dos finales son de otro carácter. Una, el problema de las reclamaciones de propiedades de ciudadanos norteamericanos, ya fue objeto de negociaciones entre ambas partes durante 2015-2017. Esas negociaciones, que son sumamente complejas y estaban en sus inicios cuando las descontinuó la anterior administración, también incluyen las reclamaciones cubanas por daños causados por políticas norteamericanas hacia Cuba. Por tanto, ambas partes y no sólo el gobierno cubano, tienen que buscar soluciones creativas.

La otra tiene que ver con Venezuela. Por un conjunto de razones es muy difícil, sino imposible, que la parte cubana acepte participar en cualquier proceso negociador que desconozca la legitimidad del gobierno del presidente Nicolás Maduro y persista en la ficción, ya fracasada, de tratar de imponer a Juan Guaidó como Jefe de Estado. Esa es una invención de la anterior administración y de la oposición venezolana que cada vez está más desacreditada.

Si la administración Biden quiere avanzar en el tema, tendrá que revisar toda la política de sanciones contra Venezuela y de paso, contra Cuba. Si Washington sigue empeñado en apoyar las ilusiones sin fundamentos de la oposición venezolana, sin tener en cuenta la realidad, es muy poco lo que Cuba puede aportar.

En resumen, el Cuba Study Group ha dado un paso importante para entrar al debate y para alcanzar un rol de interlocutor constructivo. A tales efectos es muy significativa su clara posición en favor de la normalización: «La política de acercamiento con Cuba sigue siendo el enfoque de política a largo plazo más práctico y ético hacia la Isla. También es el que mejor promueve los intereses de Estados Unidos». (18)

Antes formular conclusiones, el Cuba Study Group dedica un acápite a las relaciones de ambos gobiernos con la emigración cubana en el sur de la Florida y lo titula: «El camino hacia el logro de unas relaciones resilientes pasa a través, no alrededor, de Miami». Esa es una realidad que parece cada vez más evidente para los distintos actores sociales en Cuba, incluido el gobierno. Pero hay otra realidad también evidente que el grupo asume con este documento: «El camino hacia el logro de unas relaciones resilientes pasa a través y no alrededor, del gobierno cubano».

Notas:

[1] Se hará referencia a las páginas del documento que se puede encontrar en su versión en español en la página web siguiente: http://cubastudygroup.org/wp-content/uploads/2021/02/2021-02-16_CubaStudyGroup_PolicyPaper_2021_SPANISH.pdf

[2] Ya lo hice anteriormente en la revista Temas en el 2009; en el espacio Dialogar Dialogar, de la Asociación Hermanos Saiz, en el 2013; y más recientemente, el 25 de febrero, en el blog Segunda Cita, fundado y moderado por Silvio Rodríguez.

Carlos Alzugaray Treto. Exdiplomático cubano, profesor titular y escritor.

Fuente: https://jovencuba.com/relaciones-cuba-eeuu-nuevo-enfoque/




https://rebelion.org/relaciones-cuba-eeuu-desde-un-nuevo-enfoque/


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