Con el 100 % de las actas procesadas y el 99.925 % de ellas contabilizadas, el profesor progresista Pero Castillo de Perú Libre obtiene un 50.141 % de las preferencias electorales
Con el 100 % de las actas procesadas y el 99.925 % de ellas contabilizadas, el profesor progresista Pero Castillo de Perú Libre obtiene un 50.141 % de las preferencias electorales, contra la candidata de extrema derecha Keiko Fujimori, que alcanza un 49.859 % de los votos, según la Oficina Nacional de Procesos Electorales, ONPE. O sea, Castillo supera por alrededor de 50 mil sufragios a Fujimori.
Echado atrás el intento de golpe de Estado jurídico-electoral por parte del Jurado Nacional de Elecciones, JNE, que, por presión nacional e internacional, en sólo horas debió rectificar la aplicación de la normativa respecto de los plazos para recepcionar las solicitudes de nulidades de votos, este 11 de junio. En efecto, la ley señala que únicamente se podrán recibir las solicitudes hasta tres días hábiles después de realizados los comicios. Sin embargo, y burlando la norma, lo que terminó legalmente el pasado 9 de junio, fue extendido hasta las 20.00 horas del 11 de junio, coincidiendo arbitrariamente con la eventual entrega de miles de solicitudes de nulidades de votos por parte del equipo jurídico de Keiko Fujimori. Ello hubiera significado, entre otras cosas, dilatar la entrega de los resultados finales por, al menos, dos semanas más, en un clima enrarecido por la incertidumbre y el malestar social.
De acuerdo al analista político Gerardo Szalkowicz, el triunfador en la elecciones presidenciales Pedro Castillo, «La súbita irrupción del fenómeno Castillo es producto, en primer lugar, de la descomposición del sistema político peruano; de una crisis institucional crónica marcada por la corrupción endémica, el descrédito hacia la clase política y las profundas heridas sociales y económicas que dejan 30 años de neoliberalismo y 15 meses de pandemia. Castillo, con su impronta sencilla y su lenguaje de pueblo, supo conectar con ese hastío generalizado», y añadió que, «Su propuesta de gobierno incluye una batería de transformaciones estructurales como la convocatoria a una Asamblea Constituyente para reemplazar la Carta Magna fujimorista de 1993 –el armazón que encorsetó la democracia peruana–, “una segunda reforma agraria”, nacionalizar los recursos estratégicos y aumentar los presupuestos de educación y salud del 3 al 10 por ciento del PBI. Como contrapartida, se opone a la ampliación de derechos como el matrimonio igualitario y el aborto (aunque aclaró que trasladaría su debate al proceso constituyente), signo de un conservadurismo religioso fuertemente arraigado en la sociedad peruana».
Lo cierto es que se espera prontamente la oficialización de la victoria electoral de Pedro Castillo, sin dudas, un golpe a la cátedra contra el orden fascistoide y corrupto del fujimorismo, y un buen manojo de esperanzas sociales para el pueblo del Perú y de la región.
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