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16 junio 2021

¿Quién está detrás del golpe de Estado en Perú?





Una serie de gestos y vínculos cercanos con EE. UU. y la propia CIA encienden las alarmas de golpe en un Perú movilizado tras las elecciones.

De acuerdo a todos los cálculos, Pedro Castillo ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, pero su adversaria se niega a reconocerlo, y muchos temen un golpe ya que las tensiones podrían aumentar con la ayuda de la derecha leal de Perú y del recién nombrado embajador de Estados Unidos.

Pedro Castillo, del partido Perú Libre, ya ha empezado a recibir felicitaciones de todo el mundo. No cabe duda de que ganó las elecciones presidenciales del 6 de junio. La Autoridad Electoral peruana —ONPE— anunció los resultados finales: Castillo obtuvo el 50,127% de los votos (8,84 millones de votos), mientras que su contrincante en la segunda vuelta Keiko Fujimori de Fuerza Popular obtuvo el 49,893% (8,78 millones de votos). Esto es con el 100% de los votos. A todas luces, Fujimori ha perdido las elecciones.

Sin embargo, Fujimori ha negado reconocimiento. De hecho, contrató a los mejores juristas de Perú para impugnar los resultados electorales. A las pocas horas de conocerse los cómputos electorales, el equipo de Fujimori presentó 134 impugnaciones dentro del plazo previsto; tiene otras 811 en curso.

Vínculos y lawfare

Cualquiera que conozca la fraternidad jurídica peruana se dará cuenta de que algunos de los nombres más importantes están en la lista de Fujimori: Echecopar; Ghersi; Miranda & Amado; Payet, Rey, Cauvi, Pérez; Rodrigo, Elías & Medrano; Rubio Leguía Normand; Rebaza, Alcázar & De las Casas. Sólo en Lima, el equipo tenía más de treinta abogados trabajando.

El equipo fujimorista había reunido a estos abogados antes de la votación, previendo la posibilidad de una victoria de Castillo y la necesidad de amarrarlo en los tribunales. El ejército de abogados de cuello blanco puso en marcha una estrategia de lawfare racista; todo su juego ha consistido en invalidar los votos que constituyen el núcleo de la base de apoyo de Castillo, es decir, las comunidades indígenas de Perú.

Estados Unidos nombró una nueva embajadora en el país. Su nombre es Lisa Kenna, ex asesora del Secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo, veterana de nueve años en la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y funcionaria de la Secretaría de Estado estadounidense en Irak. Justo antes de las elecciones, la embajadora Kenna publicó un vídeo en el que hablaba de los estrechos lazos entre Estados Unidos y Perú y de la necesidad de una transición pacífica de un presidente a otro. La «transición presidencial es un ejemplo para toda la región», dijo, como si anticipara un serio desafío. Si alguien sabe de injerencias en el proceso electoral en América Latina, es Estados Unidos.

Más colaboradores cercanos a EE. UU.

También hay miembros clave dentro del equipo de Keiko Fujimori, como Fernando Rospigliosi. Rospigliosi, ex ministro del Interior del presidente Alejandro Toledo, se unió al equipo de Fujimori precisamente para este tipo de contienda (durante años, Rospigliosi había sido muy crítico con los crímenes cometidos por Alberto Fujimori, que ahora cumple una condena en prisión). La colaboración con la embajada de Estados Unidos figura en el currículum de Rospigliosi.

En 2005, el ex militar de izquierdas, Ollanta Humala, se presentó a la carrera presidencial. Todos los indicios apuntaban a que Humala, que había intentado un golpe de Estado contra el padre de Keiko Fujimori en 2000, tenía un apoyo masivo. Algunos incluso pensaron que Humala seguiría tanto a Hugo Chávez como a Evo Morales en llevar a Perú hacia la izquierda. En ese período, Rospigliosi acudió a la embajada de Estados Unidos para buscar apoyo y evitar una victoria de Humala en 2006.

El 18 de noviembre de 2005, Rospigliosi y el ex director de Defensa Nacional Rubén Vargas acudieron a la embajada para almorzar. Ofrecieron su «preocupación por las perspectivas de que el ultranacionalista Ollanta Humala se establezca como una fuerza política a tener en cuenta». Tanto Rospigliosi como Vargos trabajaban para una ONG llamada Capital Humano y Social (CHS), que estaba contratada por la Sección de Aplicación de la Ley y Asuntos de Narcóticos (NAS) del gobierno estadounidense. Tanto Rospigliosi como Vargas pidieron a la embajada de EE.UU. que instara a su contratista de comunicaciones, Nexum, a «monitorear la cobertura de Humala y promover noticias y comentarios anti-Humala en las regiones cocaleras». Querían que la embajada estadounidense utilizara sus considerables recursos para socavarlo. Se trata de trucos sucios a la vieja usanza.

Estados Unidos estaba preocupado por Humala, por sus declaraciones contra la presencia militar de Estados Unidos en Perú y sus vínculos con Hugo Chávez. Lo que Rospigliosi y Vargas dijeron a la embajada estadounidense les gustó. Humala perdió las elecciones en 2006. Ganaría en 2011, venciendo a Keiko Fujimori; pero en 2011, ya se había establecido como un candidato de los neoliberales, alguien a quien Estados Unidos veían como inofensivo y útil. El 19 de mayo de 2011, Humala firmó un texto que lo unía a la agenda neoliberal («Compromiso en Defensa de la Democracia»). En la reunión, fue bendecido por el padrino de la derecha peruana, el novelista Mario Vargas Llosa.

Vargas Llosa es una figura clave aquí, utilizando el prestigio de su Premio Nobel de Literatura 2010 como respaldo. Al conocerse que Pedro Castillo había arrasado en el Perú rural, Vargas Llosa menospreció a los votantes de las zonas rurales; advirtió que Perú se convertiría en Venezuela y que sería una catástrofe para el Perú. Sumergido en la bilis del racismo, Vargas Llosa se unió a otros intelectuales de la extrema derecha para menospreciar a la clase obrera y al campesinado peruano, esperando que tales comentarios dieran suficiente cobertura al proceso golpista en marcha dentro de la ONPE.

En alerta

Todo parece estar preparado: el embajador de EEUU con credenciales de la CIA, un hombre de trucos sucios con la costumbre de ir a la embajada en busca de ayuda y con un historial de pedir a EEUU que difame a la izquierda, un anciano con alergia a su propio pueblo, y un candidato cuyo padre fue respaldado por la oligarquía cuando dio un autogolpe en 1992.

Pedro Castillo sigue manteniendo las calles. Las multitudes se reúnen. No quieren que les roben las elecciones. Pero hay miedo en Perú. Fuerzas más oscuras se arremolinan. ¿Será capaz el pueblo de derrotarlas?

Por José Carlos Llerena Robles y Vijay Prashad / Globetrotter

Este artículo fue producido para Globetrotter. Traducido por ARG Medios.

 * José Carlos Llerena Robles es militante de La Junta (Perú), e integrante del capítulo peruano de ALBA Movimientos.

 * Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal en jefe de Globetrotter. Es editor en jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. También es miembro senior no-residente del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. Su último libro es Washington Bullets, con una introducción de Evo Morales Ayma.


https://kaosenlared.net/quien-esta-detras-del-golpe-de-estado-en-peru/

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