Expectativa en los tribunales de Roma
Cristina Mihura, viuda del desaparecido ítalo-uruguayo Bernardo Arnone, espera que la Corte Suprema confirme las sentencias contra 18 militares. "Si no hubiera existido este juicio italiano, no sé donde hubieran ido a parar los procesos iniciados en Uruguay", sostiene.
Desde Roma
Este jueves, cuando estaba previsto que la Corte Suprema de Italia diera a conocer las sentencias definitivas sobre el proceso contra 18 militares latinoamericanos del terrorífico Plan Cóndor, por los crímenes de secuestros, torturas y desaparición de 43 ciudadanos latinoamericanos de origen italiano, el anuncio fue postergado por falta de algunos documentos.
La sesión se hizo en la Corte Suprema, ubicada en un edificio inmenso frente al río Tiber de Roma y cerca de la basílica vaticana de San Pedro. El edificio construido entre 1888 y 1910, está tan exageradamente lleno de esculturas y decoraciones marmoreas que algunos lo bautizaron hace mucho tiempo como el “Palazzaccio” (o sea palacio horrible) de Roma.
En el Aula Magna, donde se hizo el jueves la sesión del Proceso Cóndor, una sala con columnas y pinturas que aluden al antíguo Derecho Romano, se sentaron 7 jueces y al menos 17 abogados además de unos pocos familiares de desaparecidos y periodistas.
La sesión fue muy larga, mucho más de lo previsto. Un juez leyó por casi una hora y media en voz alta las motivaciones (y otras agumentaciones) de las condenas a cadena perpetua de la Corte de Apelaciones, la segunda instancia judicial de las tres que tiene Italia y luego hablaron los abogados. Sobre esas sentencias emanadas en 2019, varios acusados hicieron apelación (tres chilenos no lo hicieron y sus condenas a cadena perpetua son ya definitivas) a la Corte Suprema y es eso lo que deberá decidir el máximo tribunal. Pero como dos de los acusados resultaron haber fallecido recientemente (un uruguayo y un peruano) y la Corte no había recibido los certificados correspondientes, la audiencia fue suspendida hasta el viernes a las 13.30hs de Italia, en espera de los certificados. Es posible que el viernes se conozcan la sentencias pero no hubo ninguna comunicación oficial al respecto.
De las 43 víctimas 4 fueron chilenos secuestrados en Chile, 13 uruguayos secuestrados en Argentina, 6 argentinos secuestrados en Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil. A estos hay que agregar otros 20 uruguayos secuestrados en Argentina pero cuya desaparición es atribuida a uno sólo de los imputados, Jorge Nestor Troccoli, que fue miembro del servicio de inteligencia de la marina militar uruguaya (FUSNA) y vive en Italia. Durante el Plan Cóndor, un acuerdo entre las dictaduras de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Perú entre otras, los secuestrados o detenidos eran trasladados de un país al otro, torturados, asesinados y hechos desaparecer sin que el país al que pertenecían pudiera aparecer como responsable.
22 años de juicio y 100 audiencias
Cristina Mihura, uruguaya, es la viuda del ítalo-uruguayo Bernardo Arnone con quien estuvo casada casi dos años, hasta que a él lo secuestraron en Buenos Aires, donde habían ido a vivir escapando de Uruguay. Pero aunque cambiaron residencia, el Plan Cóndor hizo su parte. A Armando se lo llevaron en 1976 y nunca más se supo nada de él. Ella partió como refugiada a Europa y en un primer momento fue asilada en Suecia. Luego vino a Italia. Nunca pudo recuperar los restos de su marido.
“En 1999 empezó el Proceso Cóndor, luego hubo infinitos años de fase preliminar, luego las audiencias secretas ante el Juez de las Audiencias Preliminares (GUP) , luego el juicio de primera instancia en la sala judicial de la cárcel de Rebibbia, luego el juicio de apelación y ahora éste. Mirando para atrás y después de haber asistido a unas 100 audiencias, diría que tuvimos varios momentos difíciles y varios importantes”, contó Mihura a PáginaI12.
-¿Cuál fue el momento más importante para usted?
-El más importante para mi fue el del 9 de junio de 1999, cuando pudimos presentar la denuncia con otros familiares, todas mujeres, muchas uruguayas y una argentina, porque en ese momento reinaba la impunidad en nuestros países y no había forma salir adelante. Las actividades del juez Baltasar Garzón en España pidiendo el arresto de Pinochet, fueron importantes. Porque en Uruguay estaban las leyes de caducidad, en Argentina las de obediencia debida y punto final, los indultos. En Chile pasaba algo parecido. Gracias a esta ley italiana que permite perseguir los delitos contra italianos en el exterior, pudimos hacer esta causa que duró 22 años. Ni en Alemania ni en Francia se pudieron hacer causas como ésta porque no funciona como aquí.
-¿Aparte de las condenas, qué dejó de importante este juicio?
- Este juicio permitió poner en primera plana a nivel internacional los delitos de esta naturaleza, las acciones de las dictaduras. Fue muy importante para Uruguay poder sacarnos esa especie de tapa de cemento que era la impunidad y que se había hecho muy resistente. Cuando las cosas en nuestros países se empezaron a mover , podía parecer superfluo el juicio italiano. Pero no lo fue. Este procedimiento sirvió siempre de marco de referencia. Si no hubiera existido este juicio italiano, no sé donde hubieran ido a parar los procesos iniciados en Uruguay.
-¿Usted que ha asistido a cerca de las 100 audiencias de los tres juicios, los momentos más difíciles cuáles fueron?
-Los atrasos, el tiempo que demoró todo.
-¿Y el más felíz?
-Uno de los momentos más felices para mí fue cuando la sentencia de la Corte de Apelaciones cambió completamente la de la primera instancia y condenó a todos los participantes. Solo una parte de ellos han sido condenados en otras sedes. Espero que la Corte Suprema confirme la sentencias de Apelaciones. Y espero que el juicio se termine aquí. Después de haber obtenido sentencias en Argentina, Uruguay e Italia para el caso de Bernardo, creo que me consideraré jubilada. Esto ha sido un enorme laburo. Es tiempo de poner punto final. No obstante voy a seguir buscando sus restos.
Desde Roma
Este jueves, cuando estaba previsto que la Corte Suprema de Italia diera a conocer las sentencias definitivas sobre el proceso contra 18 militares latinoamericanos del terrorífico Plan Cóndor, por los crímenes de secuestros, torturas y desaparición de 43 ciudadanos latinoamericanos de origen italiano, el anuncio fue postergado por falta de algunos documentos.
La sesión se hizo en la Corte Suprema, ubicada en un edificio inmenso frente al río Tiber de Roma y cerca de la basílica vaticana de San Pedro. El edificio construido entre 1888 y 1910, está tan exageradamente lleno de esculturas y decoraciones marmoreas que algunos lo bautizaron hace mucho tiempo como el “Palazzaccio” (o sea palacio horrible) de Roma.
En el Aula Magna, donde se hizo el jueves la sesión del Proceso Cóndor, una sala con columnas y pinturas que aluden al antíguo Derecho Romano, se sentaron 7 jueces y al menos 17 abogados además de unos pocos familiares de desaparecidos y periodistas.
La sesión fue muy larga, mucho más de lo previsto. Un juez leyó por casi una hora y media en voz alta las motivaciones (y otras agumentaciones) de las condenas a cadena perpetua de la Corte de Apelaciones, la segunda instancia judicial de las tres que tiene Italia y luego hablaron los abogados. Sobre esas sentencias emanadas en 2019, varios acusados hicieron apelación (tres chilenos no lo hicieron y sus condenas a cadena perpetua son ya definitivas) a la Corte Suprema y es eso lo que deberá decidir el máximo tribunal. Pero como dos de los acusados resultaron haber fallecido recientemente (un uruguayo y un peruano) y la Corte no había recibido los certificados correspondientes, la audiencia fue suspendida hasta el viernes a las 13.30hs de Italia, en espera de los certificados. Es posible que el viernes se conozcan la sentencias pero no hubo ninguna comunicación oficial al respecto.
De las 43 víctimas 4 fueron chilenos secuestrados en Chile, 13 uruguayos secuestrados en Argentina, 6 argentinos secuestrados en Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil. A estos hay que agregar otros 20 uruguayos secuestrados en Argentina pero cuya desaparición es atribuida a uno sólo de los imputados, Jorge Nestor Troccoli, que fue miembro del servicio de inteligencia de la marina militar uruguaya (FUSNA) y vive en Italia. Durante el Plan Cóndor, un acuerdo entre las dictaduras de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Perú entre otras, los secuestrados o detenidos eran trasladados de un país al otro, torturados, asesinados y hechos desaparecer sin que el país al que pertenecían pudiera aparecer como responsable.
22 años de juicio y 100 audiencias
Cristina Mihura, uruguaya, es la viuda del ítalo-uruguayo Bernardo Arnone con quien estuvo casada casi dos años, hasta que a él lo secuestraron en Buenos Aires, donde habían ido a vivir escapando de Uruguay. Pero aunque cambiaron residencia, el Plan Cóndor hizo su parte. A Armando se lo llevaron en 1976 y nunca más se supo nada de él. Ella partió como refugiada a Europa y en un primer momento fue asilada en Suecia. Luego vino a Italia. Nunca pudo recuperar los restos de su marido.
“En 1999 empezó el Proceso Cóndor, luego hubo infinitos años de fase preliminar, luego las audiencias secretas ante el Juez de las Audiencias Preliminares (GUP) , luego el juicio de primera instancia en la sala judicial de la cárcel de Rebibbia, luego el juicio de apelación y ahora éste. Mirando para atrás y después de haber asistido a unas 100 audiencias, diría que tuvimos varios momentos difíciles y varios importantes”, contó Mihura a PáginaI12.
-¿Cuál fue el momento más importante para usted?
-El más importante para mi fue el del 9 de junio de 1999, cuando pudimos presentar la denuncia con otros familiares, todas mujeres, muchas uruguayas y una argentina, porque en ese momento reinaba la impunidad en nuestros países y no había forma salir adelante. Las actividades del juez Baltasar Garzón en España pidiendo el arresto de Pinochet, fueron importantes. Porque en Uruguay estaban las leyes de caducidad, en Argentina las de obediencia debida y punto final, los indultos. En Chile pasaba algo parecido. Gracias a esta ley italiana que permite perseguir los delitos contra italianos en el exterior, pudimos hacer esta causa que duró 22 años. Ni en Alemania ni en Francia se pudieron hacer causas como ésta porque no funciona como aquí.
-¿Aparte de las condenas, qué dejó de importante este juicio?
- Este juicio permitió poner en primera plana a nivel internacional los delitos de esta naturaleza, las acciones de las dictaduras. Fue muy importante para Uruguay poder sacarnos esa especie de tapa de cemento que era la impunidad y que se había hecho muy resistente. Cuando las cosas en nuestros países se empezaron a mover , podía parecer superfluo el juicio italiano. Pero no lo fue. Este procedimiento sirvió siempre de marco de referencia. Si no hubiera existido este juicio italiano, no sé donde hubieran ido a parar los procesos iniciados en Uruguay.
-¿Usted que ha asistido a cerca de las 100 audiencias de los tres juicios, los momentos más difíciles cuáles fueron?
-Los atrasos, el tiempo que demoró todo.
-¿Y el más felíz?
-Uno de los momentos más felices para mí fue cuando la sentencia de la Corte de Apelaciones cambió completamente la de la primera instancia y condenó a todos los participantes. Solo una parte de ellos han sido condenados en otras sedes. Espero que la Corte Suprema confirme la sentencias de Apelaciones. Y espero que el juicio se termine aquí. Después de haber obtenido sentencias en Argentina, Uruguay e Italia para el caso de Bernardo, creo que me consideraré jubilada. Esto ha sido un enorme laburo. Es tiempo de poner punto final. No obstante voy a seguir buscando sus restos.
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