La situación de Tigray, la provincia rebelde del norte de Etiopia, que se encuentra en guerra con el gobierno central desde noviembre último, es extremadamente compleja y confusa.
En el proceso inicial de la guerra el avasallante avance de las Fuerza de Defensa Nacional Etíope (ENDF) arrebató las posiciones a los secesionistas del Frente de Liberación Popular de Tigray o TPLF (Véase Etiopía: De una guerra étnica a un conflicto regional) y todo parecía dirigirse a un estancamiento del conflicto, mientras que a los rebeldes solo les quedaría retirase hacia a las montañas y desde allí optar por tácticas guerrillas.
Pero desde abril comenzó a detectarse el incremento de las actividades de las Fuerzas de Defensa de Tigray (TDF), brazo armado del TPLF, que tras el lanzamiento de la Operación Alula el pasado 25 de junio obligó en pocos días a las tropas federales a una urgente retirada de Mekelle, la capital regional, y de otros centros urbanos como Shire, Axum, Adwa y Adigrat, lo que se concretó el lunes 29.
El día 30 todavía continúan los combates entre las Fuerzas de Defensa de Tigray y las Fuerzas de Defensa de Eritrea (EDF), en el noroeste de la provincia rebelde, cercanas a Badme y Shiraro, dos ciudades próximas a la frontera eritrea que fueron objeto de largas controversias entre Addis Abeba y Asmara.
En este nuevo marco de situación la guerra se convirtió en un cruce de declaraciones que no permitían conocer la realidad de la situación, ya que los periodistas tienen prohibido el acceso a Tigray y las comunicaciones telefónicas y redes están bloqueadas, al igual que la electricidad, por lo que no se conocía sobre las acciones militares ni la suerte de los de siete millones de habitantes de la provincia rebelde, de los que se sabía, hasta la Operación Alula (por el Ras Alula Aba Nega, un general y político de Tigrey del siglo XIX), las 5 millones 200 mil dependían de la asistencia de diferentes ONG y Naciones Unidas. Mientras 900 mil de ellos ya se encuentran en situación extremadamente crítica, según los últimos informes que se había recibido señalaban que se estaban produciendo muertes por hambre.
Reciente informaciones revelaron que las milicias de Tigray alcanzaron a tomar como prisioneros a más de 6 mil hombres del ejército etíope, los que fueron trasladados a pie para ser albergados en una prisión ubicada al norte de la capital regional. El “paseo” por las calles de Mekelle se realizó en medio de los festejos de miles de pobladores.
Junto a la toma de Mekelle y otras posiciones estratégicas los mandos del TPLF informaron que la lucha continuará hasta lograr la retirada total de las fuerzas del gobierno central y las Fuerzas de Defensa de Eritrea (EDF), acusadas de múltiples matanzas contra la población civil y aliadas desde el inicio de las operaciones a las fuerzas federales de Addis Abeba.
Por su parte, el Primer Ministro Abiy Ahmed había decretado el lunes 28 un alto el fuego unilateral al tiempo que ordenaba la retirada de sus tropas, ya que según los mandos de las Fuerza de Defensa Nacional Etíope (ENDF) el área de Tigray había dejado de ser el “centro de gravedad de los conflictos” y los efectivos retirados serán trasladado a otro punto del país, alertados seguramente de la tensión creciente con Sudán y Egipto a propósito de las últimas fases del llenado de la Gran Represa del Renacimiento Etíope en el Nilo Azul, construida con asistencia y fondos chinos, y que amenaza con disminuir el flujo de las aguas del Nilo. Ahmed, que se niega a reconocer la derrota, también adjudicó su retirada a las necesidades de establecer una operación humanitaria en la región y dar oportunidad a los campesinos para que inicien las siembras, vitales, para abastecer las necesidades de la región, ya extremadamente comprometida.
El fin de la ocupación (¿o derrota?) en Tigray también se puede adjudicar a la fuerte campaña internacional contra Abiy Ahmed, acusado de que sus tropas han cometido innumerables violaciones a los derechos humanos. Es importante recordar que en 2019 a Ahmed se le otorgó el Premio Nobel de la Paz por finalizar el largo conflicto con Eritrea.
Es justamente a las buenas relaciones entre Ahmed y el presidente eritreo Isaias Afwerki que las Fuerzas de Defensa de Eritrea (EDF) han podido participar en el conflicto, ya que las milicias de Tigray ha sido enemigas históricas de Eritrea que comparte una frontera de más de 900 kilómetros, la que fue escenario de la guerra librada entre 1998 y 2000 que dejó más de 80 mil muertos.
Además del bloqueo informativo y comunicacional en que se encuentra Tigray tampoco cuenta con agua potable, alimentos, acceso a atención médica; además, se ha denunciado que las tropas de ocupación antes de su retirada han vaciado los bancos, saqueado más de 5 mil viviendas y habrían asesinado a más de 400 civiles, mientras que se practicaron violaciones masivas y queman depósitos de granos, además de robar y matar miles de cabezas de ganado.
El TPLF, un partido de base étnica, ha dominado la política etíope durante cerca de treinta años, desplazados en 2018 por la aparición del actual Primer Ministro, que no solo desarmó la estructura de poder que los tigreses habían instalado en las áreas más sensibles del gobierno nacional, sino también dentro del ejército. Son aproximadamente 17 mil militares de Tigrey que fueron detenidos en su momento y hasta hoy continúan en prisión.
Incertidumbre y hambre
De aquí en más la incertidumbre política militar y humanitaria serán los elementos que dominen ya no la situación en Tigray, sino en el resto del país, ya que algunas otras regiones que conforman Etiopía, como Amhara, amenazan con escindirse.
El gobierno central, que sigue cometiendo graves violaciones de los derechos humanos, como el bombardeo del mercado Togoga a unos treinta kilómetros al noroeste de Mekelle el pasado 22 de junio, que dejó 64 muertos y 180 heridos. Tras el “incidente”, fuerzas de seguridad federales habría bloqueado las rutas al lugar del ataque e impedido el acceso de los equipos médicos y de rescate. Existen también múltiples acusaciones que las tropas del Primer Ministro estén usando fósforo blanco en sus ataques aéreos.
Frente a la embestida de los rebeldes, Addis Abeba anunció que si no se respeta el alto el fuego, podría retornar con sus tropas a las áreas de conflicto. Otras fuentes señalan que la estrategia del gobierno central sería quebrar la resistencia y bloquear los suministros de víveres y medicamentos, ya que Tigray no solo afronta ahora la escasez de alimentos, sino también el retorno de los más de dos millones de desplazados desde el inicio del conflicto, muchos de ellos refugiado en Sudán, desde donde están siendo presionados para abandonar los campamentos; además deberán resolver la atención sanitaria de los heridos, enfermos y víctimas de la violencia, mientras arrecia la temporada de lluvias que provocará, como es habitual, importantes inundaciones. Los campamentos de refugiados etíopes en Um-Rakuba y Tunaydbah (Sudán) el pasado miércoles 30 fueron destruidos por las inundaciones y dejado a la deriva a más de 16 mil personas. La actual situación de inestabilidad podría reproducir los efectos de la hambruna de 1984 en Tigray, donde murieron más de un millón de personas. Existen también múltiples acusaciones que las tropas del Primer Ministro estén usando fósforo blanco en sus ataques aéreos.
Estados Unidos sin duda no es ajeno a toda esta crisis y su aparente distanciamiento, en que más allá de la amenaza del presidente Biden de bloquear los paquetes de ayuda financiera a Etiopía, quizás con más intención que de presionar a Abiy Ahmed, sea para desacomodar a China, que está jugando fuerte en amplios sectores de África, con muy fuertes inversiones y es una de las patas fundamentales para la construcción de la tan discutida “Represa del Renacimiento”. Por lo que no sería extraño que Washington este utilizando a El Cairo y Jartum para abastecer a los rebeldes de Tigray de armamento y asistencia técnica. Lo que agregaría todavía más oscuridad al largo túnel que atraviesa Etiopía.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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