La Plataforma de Víctimas del Alvia, que agrupa a la mayoría de los afectados por el accidente de tren que hace ocho años causó 80 muertes y casi 150 heridos en la curva de Angrois, en los alrededores de Santiago, ha criticado a la Xunta por haber trasladado de fecha la entrega de las Medallas de Oro de Galicia, que desde el siniestro y hasta este año se efectuaba cada 24 de julio, el día del suceso.
La Plataforma considera, en palabras de su portavoz, Jesús Domínguez, que el movimiento de la fecha de las Medallas de Galicia significa“ningunear de nuevo a las víctimas y contribuir a que se silencien sus demandas para que se investiguen hasta el final las causas del accidente y se depuren las responsabilidades penales y políticas derivadas del mismo. También, para «silenciar» sus críticas a las administraciones públicas y a los altos cargos de los Gobiernos del PP y del PSOE implicados en la construcción y mantenimiento de la vía donde ocurrió el accidente.
Las Medallas de Galicia son la máxima distinción otorgada por la Xunta y se entregan “a las personas o instituciones destacadas por sus méritos al servicio de Galicia en cualquier aspecto de la realidad social, cultural o económica” y a aquellas que son merecedoras “de gratitud y del homenaje que se les debe tributar». Las han recibido desde el rey Emérito al Deportivo de A Coruña, pasando por el grupo musical Los Suaves, la Catedral de Santiago y el escritor Paulo Coelho.
Desde 1984 hasta el 2014, las Medallas se entregaban en una solemne ceremonia el 25 de julio, coincidiendo con la conmemoración del Día de Galicia, la fiesta nacional autonómica. Ese año la Xunta decidió otorgar la condecoración a las víctimas del Alvia y a quienes las socorrieron, pero cuando supo que las víctimas la rechazaban y que tenían intención de manifestarse frente al lugar de la ceremonia, lo que podría reventar la imagen institucional de un Feijóo rodeado de altas figuras del Estado -siempre acuden a los actos, que coinciden también con los de la tradicional ofrenda al Apóstol Santiago-, el Ejecutivo decidió retrasar un día la entrega con la excusa de que así el día coincidía con el del accidente.
Pese a todo, aquel 24 de julio del 2014 la Xunta ofreció de Galicia una imagen bochornosa. Sólo dos de los varios centenares de víctimas y de sus familiares aceptaron acompañar a Feijóo en la entrega de las medallas, mientras la policía y los antidisturbios impedian al resto entrar al recinto, como puede verse en el vídeo que acompaña esta información, extraído del documental Frankestein 04155 Producido por Boneca Lareta, dirigido por Aitor Rei y financiado mediante un crowfunding organizado por la Plataforma, narra la odisea de los afectados por el accidente para que las instituciones investiguen las verdaderas causas del siniestro y admitan las serias negligencias en el proyecto del tren y de la vía más allá de la responsabilidad del maquinista.
Por cierto que el documental ha sido un éxito, con más de medio millón de espectadores y varios premios: mención especial en la Seminci de Valladolid, premio del público en el Cineuropa de Santiago, premio especial del jurado del Festival Primavera do Cine de Vigo… Pero ni la Televisión Española, ni mucho menos la Televisión de Galicia han querido emitirlo. El director se lo ofreció a la televisión pública de Galicia por un euro, pero ni así.
“La mayoría de las víctimas dijimos que no queríamos medallas, que lo que queríamos era verdad”, decía Jesús Domínguez en el documental. “Yo no soy ningún héroe, lo único que he hecho ha sido salir de debajo de un tren y sobrevivir”. Domínguez lleva 20 intervenciones quirúrgicas, pero cuando se le pregunta hoy cómo se siente, incluso dice sentirse afortunado. Está vivo.
Desde aquel 24 de julio del 2014 hasta hoy, las Medallas de Galicia siempre se habín entregado ese día. Pero este año el Gobierno autonómico ha decidido volver a la fecha original, a pesar de que el propio Feijóo aseguró que se mantendrían siempre el 24 para no olvidar nunca el accidente. Público ha preguntado a la Xunta por las razones que han motivado el cambio, pero al cierre de esta información no había recibido respuesta. Lo cierto es que este año está previsto que asista a la ceremonia el rey Felipe VI, que el domingo también asistirá a la ofrenda a Santiago. Quizá sucede -y esto es una mera elucubración sin contrastar- que ante la duda de mantener la entrega de medallas el sábado y seguir homenajeando a las víctimas de Angrois, o no hacerlo, tener otra foto con el Rey y silenciar sus demandas, Feijóo optó por lo segundo.
Las víctimas acusan al presidente de la Xunta de tapar la responsabilidad del Gobierno de Rajoy en el accidente, ocurrido cuando la gallega Ana Pastor era ministra de Fomento. Pastor se opuso a la creación de una comisón de investigación en el Congreso a pesar de que todas las evidencias parecían apuntar a que los sistemas de seguridad instalados en la vía, y específicamente en la zona de Angrois, eran insuficientes, por lo que el accidente era sólo cuestión de tiempo, y a que Renfe, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) y Fomento habían desoído sistemáticamente las advertencias de los expertos e incluso de los maquinistas sobre esas evidencias.
Las reponsabilidades también llegaban al Gobierno de Zapatero, cuando, con José Blanco de ministro de Fomento, se diseñó y construyó un trazado que, en palabras de un experto de Adif era «una chapiuza”que se vendió como alta velocidad pero que no contaba con todos los requisitos de esta, como las medidas de seguridad que habrían impedido que por un despiste del maquinista un tren entrara a más de 190 por hora en una curva donde no debería haber superado nunca los 80.
Finalmente, la comisión de investigación parlamentaria se constituyó y empezó a trabajar, casi cinco años después del siniestro. Pastor y Blanco declararon, pero se lavaron las manos y eludieron cualquier responsabilidad. Las víctimas les acusaron entonces de mentir, de no dar la cara y de obstaculizar la investigación del accidente y de obstruir la acción de la justicia. En el caso de Pastor, con más responsabilidad aún dado que bajo su mandato la Comisión Europea acabaría abriendo expediente a España por vulnerar una de las normas más elementales de las leyes europeas sobre investigación de accidentez de tren: que los responsables, es decir, Adif, Renfe, Fomento, no participen en el mismo, como sí hicieron.
El ex ministro de Fomento, José Luis Ábalos, se negó a acatar la orden de Bruselas de hacer una nueva investigación verdaderamente independiente, y durante su mandato también se negó a recibir a las víctimas. La Plataforma se lo ha pedido otra vez a su sucesora, la ministra de Transportes Raquel Sánchez, pero aún no han obtenido respuesta.
El pasado mes de abril, la Audiencia Provincial de A Coruña rechazó los recursos de los únicos imputados del caso -el maquinista del Alvia y el ex director de Seguridad en la Circulación de Adif-, y hace dos días el juez instructor ordenó la apertura de juicio oral, para el que todavía no se ha señalado fecha. El fiscal pide para los acusados 4 años de cárcel por ochenta delitos de homicidio por imprudencia y por 145 delitos de lesiones. Puede sonar a mera elucubración sin contrastar, pero no lo es añadir aquí que la titular del juzgado de los Penal número 2 de Santiago que presidirá el juicio y redactará la sentencia, María Elena Fernández Currás, lleva los mismos apellidos que la ex consejera de Hacienda de Feijóo y ex secretaria de Estado de Presupuestos de Rajoy, Marta Fernández Currás.
En cuanto a la comisión de investigación del Congreso, se cerró hace dos años cuando el adelanto electoral obligó a disolver las Cortes Generales. Durante la misma compareció el maquinista, a quien el presidente de la Comisión, Feliú Guillaumes, del PdeCat, impidió al declarante aportar la grabación de la llamada que hizo a la central segundos después del accidente. Esta es su transcripción literal:
– Debe de haber heridos, muchos, eh, porque esto ha volcado, eh, no puedo salir de la cabina.
– Vale, tranquilo, maquinista.
– Es que la tenía en verde y me despisté, y, ¿cómo se llama?, que tenía que pasar a ochenta y pasé a 190 o una cosa así.
– Vale.
– Es que esto ya se lo dije al de Seguridad, ya que eso, que eso era peligroso, que un día nos íbamos a despistar y, y, nos la íbamos a tragar. Y me tocó a mí.
– ¿Y tú estás bien?
– Yo, a mí me duele la espalda, tengo la cara sangrando y no puedo… ¡Ay!
– Vale, así que…
– Pero esto ya se lo tenía dicho al de Seguridad, que esto era muy peligroso, somos humanos y se nos puede pasar. Es que… Eso es inhumano, esta curva…
– Ya.
– O sea, entonces, ¿entiendes? Es que, es que, con un anuncio de ‘Precaución’, es que no puede ser, es que, es que, ¡que hagan estas cosas, hombre! Que el maquinista tiene que estar, y sí, pero somos humanos. ¡Ay, dios mío! ¡Dios mío, dios mío, pobres viajeros! Ojalá no haya ningún muerto.
– Esperemos.
– Ojalá, ¡me cago en diez! Si no, mi conciencia… ¡Dios mío! ¡Me cago en diez! ¡Dios mío, pobres viajeros! ¡Pobres viajeros!
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