26 de abril de 1922-26 de abril de 2022
Prólogo a la segunda edición de Genesis de Barrancabermeja
“Trabajar con la Historia, para mi oficio es buscar relaciones y conexiones, continuidades o rupturas, unir los segmentos de la trayectoria, para finalmente descifrar y entender lo que veo y que hoy existe en el espacio”.
Jacques Aprile-Gniset, El oficio del investigador. Avatares y peripecias de la investigación histórica urbana, Ediciones Universidad Surcolombiana, Neiva, 2012, p. 25.
Jacques Jean Aprile-Gniset fue mi compañero en la vida, la docencia y la investigación. Compartimos ideas e ideales, temas de indagación sobre los procesos de configuración del hábitat urbano y rural en Colombia, a los cuales dedicamos gran parte de nuestra existencia en común, nos adentrarnos en el conocimiento sistemático de su diversidad y autenticidad y analizamos la producción de la arquitectura y la vivienda desde la perspectiva territorial e histórica. Por tanto, no puedo ser objetiva, de manera que en esta presentación se mezclan mis sentimientos y admiración por el Maestro con mis recuerdos y vivencias en el transcurso de las investigaciones, los trabajos de campo, la elaboración y revisión de los informes, manuscritos e ilustraciones resultantes.
Jacques inició su trayectoria en Colombia en 1966 como experto de la Cooperación Técnica Francesa del Ministerio de Relaciones exteriores, con la misión de desarrollar el departamento de urbanismo en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, sede de Bogotá. Después de algunas experiencias profesionales como asesor en planes de urbanismo para Popayán, Quibdó, Neiva, Pitalito o Bogotá, que lo introdujeron en el estudio de las características de la ciudad colombiana contemporánea, le pareció más interesante dedicarse a “conocer la historia de la ciudad que a diseñar su futuro”. Entonces se dedicó a tratar de entender su génesis consolidación y desarrollo, considerando el contexto específico de los momentos históricos, bajo el enfoque de formaciones socio-espaciales, categoría donde articula el territorio, la historia y la sociedad, que definió como los “tres pilares que configuran los cimientos de mi método de indagación y conocimiento y el soporte del andamio operativo”. Esto se afirma en El oficio del investigador, avatares y peripecias de la investigación histórica urbana, reflexión crítica sobre el método y las circunstancias en las produjo su obra, y del cual recomiendo especialmente su lectura.[1]
Con sus primeros trabajos, realizados entre 1966 y 1976 en las sedes de Bogotá y Medellín de la Universidad Nacional, Jacques fortaleció la línea de investigación urbana, que en ese momento era muy reducida y localizada geográfica e históricamente (Bogotá, Cali, Buga, Cartagena, Popayán, Tunja, Bucaramanga o Pereira. Posteriormente, surgieron los trabajos de Alberto Saldarriaga, Carlos Niño y Ángela Guzmán, Fernando Botero, Edgar Vásquez, Luis Fernando González, entre otros investigadores, que han hecho aportes muy importantes al conocimiento del tema.
Desde el año 1976 encontró en la Universidad del Valle y su Centro de Investigaciones CITCE el espacio propicio para realizar su extensa obra, la cual desarrolló hasta el final de su vida en junio de 2014.
Sus múltiples investigaciones le permitieron construir la primera gran historia de la ciudad colombiana, que Alberto Saldarriaga Roa describió en 1991 como una “gran obra sinfónica” que abarca prácticamente toda la historia y la geografía del país, en la cual analiza el hábitat, la ciudad, la arquitectura y la vivienda, ubicándolos en su contexto geográfico, social, político y cultural.[2] Los resultados configuraron numerosas publicaciones que son referencia obligada en la historiografía urbana, la geografía social y el urbanismo en Latinoamérica, y constituyen “un legado trascendente en conceptos y metodología para investigar, enseñar y aprender sobre el urbanismo en Colombia, su país de adopción”.[3]
En su obra destacan tres líneas de trabajo:
- La urbanización en Colombia, procesos nacionales y regionales, con estudios específicos.
- Las ciudades colombianas, procesos históricos y características espaciales y sociales desde la Conquista hasta hoy.
- Los estudios sobre el poblamiento, las modalidades del hábitat y el sistema de asentamientos rurales y urbanos del Chocó Biogeográfico, su evolución y transformación.
Sus valiosos aportes al conocimiento de la ciudad colombiana han contribuido tanto a la construcción de un pensamiento crítico sobre la ciudad, la vivienda y las políticas públicas de ordenamiento territorial, desarrollo urbano y vivienda social, como a la formación de varias generaciones de estudiantes en las Facultades de Humanidades y Artes Integradas de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad del Valle.
En el Oficio del investigador señala con sencillez y modestia, que no nació con una vocación especial para investigar, que no tenía una inclinación particular o calidades para ella, además que no encontró una receta universal servida en bandeja de plata, que aprendió en la práctica, trabajando y cometiendo errores:
De entrada es necesario decir que tuve la suerte y la desgracia de interesarme en algo que no me interesaba nadie. Entonces no encontré ni ayuda ni limitantes; el desierto. Una total libertad y soledad. Me tocó desbrozar y lo hice, paso a paso; no abrí una autopista, apenas una senda en la selva. Es que la tarea y mi meta me obligaron aprender los rudimentos de varias disciplinas del conocimiento en las cuales estaba yo completamente ignorante.[4]
Se vio obligado a reelaborar los parámetros de estudio de la ciudad que había aprendido en París en el Instituto de urbanismo; los elementos teóricos e históricos no aplicaban en “un país tropical colonial”, la situación era completamente distinta a lahistoria de la ciudad europea. Encontró una forma peculiar de hábitat urbano, “una ciudad históricamente reciente e inacabada en su procesus básico”, que estaba incompleta y “en obra negra”, y se expandía diariamente con “múltiples metástasis”, “híbrida y dispersa”, contrariamente a la vieja ciudad europea, compacta y finita.
Su formación como urbanista francés fue impactada por los hechos y se dedicó a tratar de comprender la génesis, consolidación y transformación socio-espacial, económica y política de la ciudad colombiana, convirtiéndose en historiador.
En 1972, después de una corta estadía en París y Angola, se radicó de nuevo en Bogotá, en un momento de auge de los movimientos sociales por el derecho a la ciudad y a la vivienda. Sus perspectivas políticas y su anterior militancia en el PC francés, que inició muy joven en París, lo acercaron a los líderes del movimiento sindical obrero y de la Central Nacional Provivienda-Cenaprov, organización popular destacada por aglutinar las masas de destechados y sus acciones en torno a la tierra. Sus primeros escritos tuvieron como objetivo principal ayudar a militantes y dirigentes políticos revolucionarios de la ciudad y del campo. Posteriormente el objetivo se amplió a la docencia universitaria en Facultades de Arquitectura y sociología.
Sus primeras aproximaciones al conocimiento de la ciudad colombiana del Siglo XX se concretaron en el libro La Urbanización en Colombia, publicado en 1977 con el seudónimode Urbano Campo, legitimado por su enfoque conceptual y político y el ambiente de persecución a las ideas de izquierda, sumados a su condición de ciudadano extranjero. Basado en las cifras y en el estudio de casos representativos de la situación general que se vivía en el país, dio cuenta de los procesos de despoblamiento de las áreas rurales durante los años 40, 50 y 60 y de la consecuente concentración urbana de los campesinos expulsados violentamente de las fincas y parcelas productivas que habían constituido mediante colonización de baldíos o de tomas de tierra revolucionarias.
Este texto había sido precedido en 1971 por la publicación de un libro escrito en francés, denominado Colombie, en la colección Petite Planete (Seuil, París) y reeditado en 1977. Veía en Colombia diversos países que se superponían y entrecruzaban, coexistían y eran contradictorios, unos aspectos lo fascinaban mientras que otros lo horrorizaban. Era feliz indagando en el país natural y sencillo, conversando y compartiendo con las gentes del campo y de los barrios populares, en los ríos y playas del Litoral Pacífico, en los poblados indígenas del Chocó y de la Sierra Nevada de Santa Marta, y en la Sierra de la Macarena. Se entusiasmó con las historias de vida de los campesinos, de los explotados, de los expulsados por la violencia o la pobreza, asimismo con la historia y linajes de las familias, a los cuales dedicó varios trabajos.
Seguirían más de 40 años de constantes investigaciones y aportes al conocimiento del territorio, la ciudad y la vivienda popular que sólo culminaron cuando falleció en junio de 2014.
Su extenso y meticuloso trabajo (libros, ensayos, artículos, investigaciones) fue destacado con varios premios y menciones de honor en Concursos Nacionales de Historia y en la Bienal Colombiana de Arquitectura. Varios de esos productos fueron publicados aunque poco difundidos, otros inéditos permanecen como informes de investigación en los archivos de Colciencias o en la Universidad del Valle. Algunos de ellos, que revisó y actualizó en sus últimos años de vida, esperan en nuestros archivos personales una publicación que permita conocerlos.
Su interés por el poblamiento y los hábitats selváticos de la región del Pacífico surgió cuando en octubre de 1966 se incendió la capital del Chocó y, formando parte de una delegación de estudiantes y profesores de la Universidad Nacional, descubrió el contraste entre la exuberancia de la naturaleza, la riqueza cultural de los habitantes y la precariedad de la ciudad. A finales de los años 80, cuando yo comencé a trabajar en proyectos de vivienda y mejoramiento de aldeas con las comunidades afrodescendientes del Pacífico, se sumó con su acostumbrado entusiasmo al equipo técnico y social, y en el transcurso de estas labores continuó descubriendo el país y haciendo aportes sobre las formas de poblamiento, ocupación y organización del territorio, su vinculación al proceso de colonización agraria realizada por las comunidades afrodescendientes; las modalidades de hábitat resultantes, y el paso de los asentamientos sencillos a centros poblados más complejos y cabeceras de municipio. Todo ello integrando a la migración desde los centros mineros coloniales y a los aspectos particulares de la familia, la sociedad y las prácticas productivas y habitacionales. Desarrolló el concepto de colonización bajo una perspectiva histórica y territorial, con una triple connotación que abarca los aspectos físico-geográficos, laborales y jurídicos del desmonte de tierras boscosas, vírgenes y deshabitadas por campesinos sin tierras propias, basado esencialmente en la fuerza laboral familiar y en una apropiación de hecho y “por posesión, que con frecuencia se distancia de las leyes y desconoce los títulos de propiedad”.
Bajo esta perspectiva se hicieron visibles para el mundo académico la arquitectura tradicional del Pacífico y la sociedad que la produce, como su importancia en el contexto nacional.
En cuanto a sus objetivos y método, el propósito más general de sus trabajos consistió en “construir un conocimiento exacto en torno al proceso urbano del país y más generalmente de los hábitats urbanos, en las sucesivas formaciones socio-espaciales: americana prehispánica, de la conquista española, colonial indiana, agraria y de urbanización”, según las clasificó y analizó, articulando el espacio, la historia y la sociedad. Logró manejar con mucho acierto las disciplinas de la geografía y de la historia, y reconstruir los procesos territoriales y urbanos analizando su contexto y las distintas relaciones, para indagar sobre los fundamentos sociales del urbanismo y la arquitectura y entender la ciudad actual: “Eran de poco interés la fisonomía espacial y la forma de un hábitat, pero apasionante resultaba la búsqueda de la trayectoria histórica y del contenido social que los generó. De un ámbito y un hábitat, una vez más nos habíamos deslizado hacia una sociedad”.
Es así, como en el caso de Barrancabermeja, partiendo del análisis del poblamiento, transformación, adecuación y organización espacial del amplio territorio indoamericano que habitaban los aborígenes yariguíes cuando irrumpieron los conquistadores españoles, define tres formaciones socio-espaciales: la Doméstica Aborigen, que con la resistencia de los pobladores originales logra mantenerse hasta el siglo XIX, y sobre la cual poco se conocía sobre su organización territorial y social; la Mercantil de la Nueva Conquista, amarrada a la explotación agraria y a la extensión y adecuación de las redes de comunicaciones, que llega hasta mediados del siglo XIX: la Colonialista Petrolera del siglo XX, que actúa mediante sucesivas concesiones de extensos territorios a empresas foráneas, británicas y norteamericanas, para la explotación y exportación del producto.
“En este sentido, Barrancabermeja, nacida de una concesión, resulta ser el más genuino y perfecto exponente de la ciudad de enclave y del urbanismo petrolero”, y una síntesis de los procesos de configuración de la ciudad colombiana del Siglo XX. Indica que históricamente constituye la primera localidad colombiana que presenta una morfología espacial, física, estética, poblacional y social que ha sido doblemente impactada por las influencias exógenas y por la presencia de un pujante proletariado industrial conformado por migrantes de tradición rural procedentes de diversas regiones del país. Características que se propone elucidar con el propósito de caracterizarla en tanto que “ciudad de enclave”, vinculada al surgimiento de la ciudad industrial en el contexto específico del paso al capitalismo en Colombia y de las relaciones internacionales de principios del siglo XX.
Al concluir el libro, nos indica con modestia:
Una vez más, y como siempre ocurre, terminado el trabajo, más que el conocimiento, lo que se amplió —y se alejó— fue el horizonte de nuestras ignorancias. Se resolvió una incógnita, pero surgieron diez más de las cuales ignorábamos hasta la existencia cuando nos internamos en esta tupida selva del Opón—Carare y de los archivos, tramposos ambos. En definitiva, el trabajo finaliza más que con un saber, con nuevos enigmas, interrogantes y dudas.
Para concluir, en Génesis de Barrancabermeja se expresan con fuerza el compromiso social del autor, aunado a su gran sensibilidad estética y humana, que lo llevaron desde las exploraciones de un extranjero privilegiado como experto de la cooperación internacional en Etiopía y Angola (África), hasta las observaciones detalladas y excepcionales del historiador sobre la ciudad colombiana. Asimismo, su lucidez y capacidad analítica y de síntesis para identificar los problemas, estudiarlos, sacar conclusiones y comunicar los resultados.
Al final de su vida, con su acostumbrada honestidad académica, después de referirse a la no neutralidad de las fuentes de información y los datos, y su forma de análisis y utilización de los mismos, expresó:
Bien sea trabajando por sencillo deseo personal de conocimiento, bien sea con un compromiso frente a los demás, nunca soy neutral. Producto de un lugar, de un momento, de una civilización, de una clase, soy histórica, biológica, cultural, social e ideológicamente definido. Me formé en una determinada manera de concebir el mundo y la sociedad, a partir de mi inserción en ella. Pretender la imparcialidad a la neutralidad sería engañarme, antes que mentir a los demás. Sería dejar libre paso a los que me exigen “imparcialidad”, por beneficiarse de mi “objetividad”; quieren verme neutral para tenerme neutralizado, mejor decir desactivado. No soy neutral, y aunque culturalmente distanciado por mi condición de “observador extranjero”, Soy testigo y protagonista mediante mi vida social y sus prácticas cotidianas. Como voy a ser neutral observando las múltiples manifestaciones del caótico combate social urbano que se apoderó del país. Sería como en la fábula, no tomar partido entre el lobo y la oveja[5].
Notas:
[1] Jacques Aprile-Gniset, El oficio del investigador. Avatares y peripecias de la investigación histórica urbana, Editorial Universidad Surcolombiana, Neiva, 2012, p. 46.
[2] Jacques Aprile-Gniset, Presentación a La ciudad colombiana, dos tomos, Ediciones Banco Popular, Bogotá, 1992.
[3] Red Internacional de Estudios sobre Territorio y Cultura (RETEC), Los colores de la tierra, Pliegos, Distinción al Maestro Jacques Jean Aprile-Gniset, San Agustín, 2013.
[4] Jacques Aprile-Gniset, op. cit., p. 7. (Cursiva en el original).
[5] Ibid., pp. 178-179.
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