Opacada mediáticamente desde fines de febrero por el conflicto Rusia-Ucrania, la pandemia repunta y golpea la realidad cotidiana en muchas regiones del globo. En Gran Bretaña, hacia el 25 de marzo se registraron 4.3 millones de nuevos casos semanales, casi 1 millón más que la semana precedente. Varios países europeos, como Austria y Alemania, también exhiben un aumento de casos. Otros, como España y Portugal, siguen en descenso.
En el extremo oriental del planisferio, a partir de la tercera semana de marzo, China impuso los más rígidos confinamientos desde fines del 2019, cuando apareció el Covid-19. Entre ellos a los 26 millones de habitantes de Shanghái convertida, al finalizar el mes, en una “ciudad fantasma” debido al aislamiento masivo decretado para frenar el nuevo brote de Omicron.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), tras varias semanas con descensos, a partir de mediados de marzo los casos globales volvieron a subir – ahora un 8%–, lo que significa unos 11 millones de nuevos enfermos. Con un aumento significativo del 28,9% en el Pacífico Occidental, 12,3% en África y casi un 2% en Europa, cifras que podrían indicar “el preludio de un problema mucho mayor” (https://news.un.org/es/story/2022/03/1505712). Con el agravante, según la organización onusiana, de que ahora se hacen menos test. Por lo tanto, las cifras actuales podrían representar tan solo una “punta del iceberg” y no el problema en su globalidad. Los nuevos brotes, sobre todo en áreas donde se han discontinuado las medidas de prevención, amenazan con volver a multiplicarse, evalúa dicha organización.
Puede repuntar en América Latina
Aunque en el continente americano los casos se redujeron un 19% y el porcentaje de las muertes también bajó – aproximadamente un 6,9% en el Caribe y un 27,9% en América Central–, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reconoció la última semana de marzo que la transmisión aún no se ha podido controlar y que los nuevos casos en otras partes del mundo deben servir de advertencia para la región (https://www.paho.org/es/noticias/16-3-2022-mientras-casos-aumentan-otras-regiones-americas-deben-enfocarse-vacunacion-para).
Carissa Etienne, directora de dicha organización, insistió en que “este virus nos pone a todos en riesgo, especialmente a los no vacunados. Por eso debemos seguir esforzándonos por cerrar la brecha de equidad y proteger a los más vulnerables con las vacunas contra el Covid-19”.
Pese a que muchas naciones del continente están en camino de alcanzar el objetivo programado para junio de 2022 de una cobertura del 70%, 21 países todavía no han logrado vacunar ni a la mitad de su población. Desde que el virus SARS-CoV-2 llegó a las Américas en 2020, se registraron oficialmente 149 millones de casos y 2.6 millones de decesos a causa de esta pandemia.
La OPS insistió que se debe continuar con la vacunación, con prioridad en la protección de los más vulnerables, como los adultos mayores, los inmunodeprimidos, los trabajadores de la salud y otros grupos de alto riesgo. En su balance de la situación, el organismo panamericano reconoce que los esfuerzos puestos en la lucha contra la pandemia en estos dos últimos años han provocado consecuencias preocupantes en la prevención de otras enfermedades, como el sarampión y la polio, cuya vacunación ha retrocedido 30 años, con niveles actuales semejantes a los de 1994.
Europa tambalea
La pandemia no terminó y es necesario “mantenerse vigilantes”, declaró el doctor Didier Trono en la prensa suiza el 30 de marzo. El reconocido virólogo y miembro de la Task Force de científicos helvéticos anti-Covid-19, que acaba de ser disuelta, recordó que la variante BA.2 se propaga de forma rápida y no solo en los espacios cerrados. “Se puede atrapar en el mercado o cuando uno transita en la calle”, advierte.
El mensaje de este especialista se difundió casi un mes y medio después de que las autoridades suizas decidieran levantar la mayor parte de restricciones. Las últimas medidas vigentes — como el uso de barbijos en el transporte público y el autoaislamiento de los positivos durante 5 días– se suspendieron el 1 de abril. Algunos cantones decidieron prolongar el uso del barbijo en los centros hospitalarios.
Si bien la cuarta semana de marzo se registraron unas 18.000 nuevas infecciones diarias en el país –en una población de 8 millones de habitantes– según Didier Trono esa cifra está subvaluada: en realidad podría acercarse a los 100.000 nuevos casos por día. Esto equivaldría a la tasa de incidencia por habitante más alta de Europa. En Suiza, como en el resto del continente, el aumento de infecciones diarias no se corresponde, en todo caso por el momento, con el de hospitalizaciones y empleo de sitios hospitalarios destinados a los cuidados intensivos, que siguen a la baja.
Aunque menos contagiosa que la variante Omicron (BA.1) y menos agresiva que la Delta, la nueva variante – conocida como (BA.2) — puede producir consecuencias graves en las personas débiles o con problemas inmunológicos.
Según un análisis de la cadena británica BBC, la variante BA.2 ya es predominante en el Reino Unido (68,6% de las muestras positivas) y se ha extendido por Asia, siendo la responsable del récord de casos y muertes registrados en Hong Kong China y Corea del Sur.
Si bien en Suiza los casos graves de Covid representan hoy menos del 20% de la ocupación de camas en instalaciones de cuidados intensivos, hay hospitales que deben desprogramar operaciones para acoger urgencias ligadas a la pandemia. Con el agravante de que las vacunas suministradas –especialmente Pfizer y Moderna– pueden prevenir/disminuir casos graves, aunque no evitar el contagio de las variantes actuales y las que potencialmente puedan manifestarse en el futuro.
Con respecto a la subvariante Deltacron (resultado de una combinación de las Delta y Omicron), también presente en algunos países asiáticos, Didier Trono sostiene que se trata de “un híbrido, una recombinación bastante anecdótica que no debería inquietarnos demasiado”, aunque podría señalar el inicio de una larga serie de nuevas mutaciones.
A pesar de este recrudecimiento de la pandemia a nivel global, la iniciativa para liberar las patentes exclusivas que restringen la producción de la vacuna en países del Sur, no logra concretarse.
Las patentes: una guillotina contra el Sur
El pasado 16 de marzo, la Unión Europea, los Estados Unidos, India y África del Sur, llegaron a un primer compromiso para otorgar licencias de producción de la vacuna anti-Covid-19 a los países en desarrollo.
Un año y medio antes, el 15 de octubre del 2020, y en respuesta al efecto devastador de la pandemia y las grandes dificultades de abastecimiento de vacunas en África, Asia y América Latina, dos de esas naciones, India y África del Sur, lanzaron una iniciativa corajuda. Con el apoyo de un centenar de países y numerosas ONG (organizaciones no gubernamentales) de todo el mundo demandaron la suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual que regían a los productos necesarios para combatir al Covid-19.
Si se logra levantar esa barrera jurídico-internacional, las naciones del Sur tendrían en sus manos la llave para autorizar a fabricantes locales a producir vacunas y tratamientos con la receta de los grandes fabricantes (como Moderna, Pfizer-BioNTech, AstraZeneca, Johnson & Johnson, etc.), con costos mucho menores y sin que los monopolios “propietarios” pudieran vetarlos.
Una vez que este compromiso técnico anunciado el 16 de marzo sea convalidado políticamente por los cuatro países, estos deberán, todavía, convencer a los demás miembros de la OMC, instancia que se rige por consenso. Suiza, país sede de la Organización Mundial del Comercio y de transnacionales químicas y farmacéuticas de primer nivel, se opuso en repetidas ocasiones a renunciar a los derechos de propiedad intelectual.
El debate no está resuelto, y si bien un primer rayo de luz aporta tibias señales de esperanza, el camino para desbloquear la producción exclusiva de las vacunas, todavía puede ser largo.
Tan pronto como trascendió este principio de acuerdo que la directora de la OMC saludó como positivo y que el sitio web de la organización ignoró, se comenzaron a alzar voces de la sociedad civil internacional poniendo el énfasis en los puntos débiles del compromiso. Médicos Sin Fronteras puntualizó en un comunicado retomado en particular por la prensa francesa las «considerables restricciones» de este acuerdo. «Está limitado geográficamente, sólo cubre las patentes y no aborda otras barreras de la propiedad intelectual, como los secretos comerciales». Y agregó: «Es extremadamente preocupante que el texto (…) actualmente sólo cubra las vacunas, pero no los tratamientos ni los diagnósticos», enfatizó esta ONG.
A partir del 24 de febrero y como resultado de bombas, cohetes, refugiados e imágenes bélicas que devoran la agenda internacional y se apropian de los títulos informativos, la pandemia — omnipresente durante más de dos años– pareciera haber terminado.
Falsa distorsión de la realidad terrena, donde el Covid-19 y sus nuevas variantes siguen golpeando a un planeta que aparece hoy como un campo de batalla sanitario de proporciones globales. En el cual las respuestas de futuro sobre el Covid-19 son tan inciertas como las mismas hipótesis científicas sobre el desarrollo de la pandemia. Y en ese contexto, la exigencia de los de “abajo” para democratizar el combate contra el Covid-19, sigue presente como desafío humano prioritario.
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