El ministro de Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglut, declaró en la televisión turca que «hay países de la OTAN que quieren que siga la guerra» en Ucrania y precisó seguidamente que esos países «no están especialmente interesados por la situación en Ucrania».
El jefe de la diplomacia turca emitió públicamente esos puntos de vista el 20 de abril, aludiendo a dos informes de la RAND Corporation presentados en 2019 en la Cámara de Representantes de Estados Unidos [1]. La lectura de esos informes en el actual contexto demuestra que Washington ha optado por hacer que Rusia se ve obligada a intervenir militarmente fuera de sus fronteras nacionales para debilitarla.
Sólo 2 días antes de estas declaraciones de su ministro de Exteriores, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan (ver foto) afirmaba que «la guerra de Ucrania ha mostrado nuevamente hasta qué punto es importante nuestra búsqueda del establecimiento de un orden mundial equitativo».
Todo indica, por consiguiente, que después de haber proporcionado inicialmente cierto equipamiento militar a las fuerzas armadas ucranianas –principalmente drones de fabricación nacional–, Turquía no tiene intenciones de profundizar aquella implicación inicial en el conflicto a favor de Ucrania.
Turquía, cuya economía es muy dependiente de las importaciones rusas, se ha negado a aplicar las sanciones que Estados Unidos y la Unión Europea, así como los demás miembros de la OTAN, han instaurado contra Rusia desde el inicio de la intervención en Ucrania.
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