Las elecciones del 25J sitúan a tres partidos de izquierda (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG, Movimiento Político Winaq y Movimiento para la Liberación de los Pueblos, MLP, cada una de ellas con lazos con movimientos sociales) al borde de la cancelación legal y/o la irrelevancia política.
Estos malos resultados (matemáticamente, falta de resultados) deben ser considerados como descalabro sin paliativos y sin buscar matices en la agresión, la falta de condiciones para competir, la falta de acceso a medios de comunicación u otros factores externos. Errores cometidos por estas organizaciones propiciaron su declive y que la población no los considerara instrumentos válidos en esta coyuntura. Debatir y superar estos errores es necesario en la eventualidad de una reconstrucción de instrumentos políticos partidarios, o para afrontar el impacto de estos pésimos resultados en movimientos sociales aliados. Entre otros menciono -parafraseando a Manuel Galich- los siguientes factores internos de la derrota:
-El desconocimiento de la existencia de un nuevo ciclo político y una nueva generación política. Al ciclo político de 2015, del que Semilla es parcialmente heredera, se une el ciclo dinamizado por el feminismo (s) y su masificación en nuevas generaciones de mujeres, y las movilizaciones de 2020 y 2021 (movilizaciones anti presupuesto y toma del congreso) que no son contrapuestas a 2015 pero añaden otros matices. En este proceso, nuevas generaciones plantean demandas y sobre todo practican otras formas de hacer política, de ejercicio de liderazgos y de formas de organización y decisión. Estas sujetas, más allá del tiktok como anécdota o síntoma, renuevan la cotidianidad de la acción, asumen los feminismos de maneras plurales (esto se percibe por ejemplo en la presencia de mujeres jóvenes feministas en listas de Semilla) y, como toda generación nueva, ejercen su ciudadanía sin intermediación de viejos liderazgos y referentes.
-La sobrevaloración de las fuerzas propias (se visualizaron escenarios poselectorales de mayorías de los pueblos). En este marco de sobrevaloración, se generaron proyectos organizativos como fines en sí mismos, que consideraban las alianzas innecesarias.
-Formas verticales, impositivas, excluyentes, autoritarias de decisión, por ejemplo la imposición de candidatos no reconocidos en municipios o departamentos, el rechazo a pactos de unidad decididos en los territorios, la falta de respeto a criterios preestablecidos de alternancia y rotación, etc.
-La debilidad del trabajo y la construcción, desde comunidades y bases, del poder local, palpable en la apuesta por las votaciones presidenciales en detrimento de la disputa de las municipalidades, y en el escaso respaldo recibido en municipios y territorios con mayoría de población indígena. Partidos para el pueblo pero sin el pueblo.
Estas prácticas contrastaron, en mi opinión, con el sentir de buena parte de la población, e impidieron aprovechar el descontento social. El voto nulo, blanco y abstencionista, voto de desencanto en buena parte, requiere propuestas y proyectos motivadores y aglutinadores, que la izquierda partidaria mencionada no estaba ofreciendo.
¿Y la agenda de los pueblos indígenas?
Sin embargo, es necesario recordar que la ausencia o presencia mínima de estos tres partidos en el próximo congreso deja fuera de la agenda institucional-legislativa la representación directa y las demandas de pueblos indígenas y comunidades para la transformación estructural del sistema, impulsado, con matices y fases, en estos aspectos:
-la consideración de pueblos indígenas y comunidades como sujetas de decisión (que implicaría por ejemplo la obligatoriedad y vinculación del derecho a la consulta en temas como agua, bienes naturales..),
-el reconocimiento del derecho de libre determinación,
-la transformación progresiva pero integral del modelo económico, con apuesta por economías comunitarias (diferente de la apuesta por emprendedores y pequeños empresarios),
-el reconocimiento de las formas de ejercicio de justicia de las comunidades indígenas,
-la transformación, también progresiva, del sistema político, promoviendo las democracias y toma de decisiones asamblearias, etc.
-el papel central, no folclórico, de idiomas, culturas y cosmovisión mayab’ en nuevo proyecto político.
-la propuesta de reorganización plurinacional del Estado, para el ejercicio pleno de todos los derechos de los pueblos indígenas.
Ninguna de las fuerzas predominantes en el nuevo Congreso (al igual que en el pasado) tampoco las que definirán la presidencia en segunda vuelta, asume con visión amplia y estratégica las demandas de pueblos indígenas: al menos en este momento, pudiendo ser una opción en el medio plazo y a través de alianzas en el caso de Semilla.
Pensar el mañana en el ahora
La decisión de la población el 25J fue clara, estemos más o menos de acuerdo con ella, ofrece algunos motivos para la interrupción de la desesperanza (entre otros -reitero- una nueva fuerza generacional e innovadora), al mismo tiempo que da pautas para la autocrítica y la reflexión interna.
Por otro lado, el contexto es aún muy complejo y lleno de amenazas, puesto que el inesperado excelente segundo puesto de una opción anticorrupción y promotora de un Estado al servicio del bien común, coexiste con partidos promotores del statu quo y el pacto de corruptos (VAMOS, UNE, Valor) que tienen mayorías en Congreso y Municipalidades y continuarán promoviendo la persecución de dirigentes sociales, el enriquecimiento ilícito y el desgobierno de empresas y actores privados y la agenda antiderechos (de mujeres y diversidad sexual, fundamentalmente) como soporte «cultural» del proyecto de dominio.
En este marco, planteo dos retos: el primero, que la debacle electoral mencionada no implique el abandono de la lucha por una nueva sociedad con principios comunitarios, integradores (en cuanto a relaciones entre personas y con la madre naturaleza) y con fuerte visión de solidaridad. Principios más necesarios que nunca en el marco de una acelerada destrucción de los sistemas de vida y una acelerada descomposición e individualización social.
Es imperativo para ello que existan organizaciones sociales fuertes que impulsen estas visiones, desde ahora con visión de medio y largo plazo, y que al mismo tiempo (segundo reto) tengan la capacidad de vincular el proyecto estratégico con acciones inmediatas: en el corto plazo, la decisión sobre eventuales apoyos para impulsar un gobierno de Semilla, que cree condiciones políticas más favorables que las actuales para el ejercicio de las demandas de los pueblos.
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