Más de 500 funcionarios del gobierno de Joe Biden se sumaron a la creciente disidencia interna condenando la política oficial de Biden y se unieron al coro mundial por un alto el fuego.
La batalla sobre la política estadounidense de apoyo incondicional a Israel en su guerra en Gaza estalló ayer en Washington, donde decenas de miles asistieron a una marcha por Israel en justificación a su guerra y al mismo tiempo cientos de funcionarios dentro del gobierno de Joe Biden se sumaron a la creciente disidencia interna condenando la política oficial y se unieron al coro mundial por un alto el fuego.
Sobre el parque central de la capital, conocido como el Mall Nacional, manifestantes vestidos con banderas israelíes y estadunidenses dijeron oraciones en hebreo y corearon no al alto el fuego, mientras escuchaban a un desfile de oradores que incluyó a rabinos, familiares de rehenes secuestrados por Hamas, los líderes legislativos de ambos partidos políticos y sionistas cristianos ultraderechistas. Estamos con Israel, anunciaban las pancartas que portaban miles en este mitin, y endosando con ello la política oficial de Biden.
Pero afuera de esta marcha continúan creciendo las expresiones disidentes de la política oficial y las preocupaciones de que el apoyo estadounidense a Israel se justifica a través de desinformación y que en los hechos Washington está apoyando crímenes de guerra de Israel.
Más de 500 funcionarios del gobierno federal de 40 agencias de la burocracia ejecutiva enviaron ayer una carta dirigida al presidente Biden protestando por su apoyo a la guerra de Israel en Gaza, reportó el New York Times. Anteriormente, se conoció otra carta de protesta firmada por mil empleados de la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid), mientras otras tres comunicaciones separadas expresando oposición a la política oficial circularon por el canal interno de la disidencia en el Departamento de Estado.
«Llamamos a que el presidente Biden demande urgentemente un alto el fuego y llame a una desescalada del conflicto actual al asegurar la liberación inmediata de los rehenes israelíes y los palestinos arbitrariamente detenidos; la restauración de agua, combustible, electricidad y otros servicios básicos, y el tránsito de asistencia humanitaria adecuada a Gaza», declara la carta enviada ayer al mandatario. Las firmas de los 500 empleados federales, como la de Usaid, no fueron difundidas públicamente ante preocupaciones de los firmantes por posibles represalias.
La abrumadora mayoría de los estadunidenses apoya un alto el fuego, sostiene la carta enviada ayer, que incluye vínculos a varios sondeos que comprueban esa afirmación. Muchos de los firmantes anónimos, según organizadores de este esfuerzo dentro del gobierno, fueron nombrados en sus puestos por Biden después de trabajar en su campaña electoral.
Esta extraordinaria muestra de disidencia pública de funcionarios, algo que estos corresponsales no han visto en estas dimensiones en las últimas tres décadas, refleja una creciente preocupación por los fracasos de la política exterior estadunidense. La declaración de disidencia interna más reciente en el Departamento de Estado, reportada primero por el sitio de noticias Axios el lunes, acusa a Biden de promover la difusión de desinformación y afirma que las acciones de Israel de suspender el servicio eléctrico, obligar a la evacuación de las poblaciones civiles en el norte de Gaza y limitar asistencia humanitaria constituyen crímenes de guerra y/o crímenes de lesa humanidad bajo la ley internacional.
A pesar de estos hechos, argumentan los 100 funcionarios del Departamento de Estados que firmaron esta declaración de disidencia, el gobierno de Estados Unidos ha fracasado en revaluar nuestra postura hacia Israel y más bien “redobla sus esfuerzos sobre nuestra asistencia militar… al (gobierno israelí) sin límites claros…”.
El secretario de Estado, Antony Blinken, ha reconocido la existencia de estas protestas dentro de su burocracia, se ha reunido con algunos de los disidentes y ha afirmado que esas expresiones son bienvenidas. Pero tanto Blinken como sus voceros han reiterado que es el presidente quien establece la política oficial. Tal vez por ello, la carta de sus propios empleados enviada ayer fue dirigida directamente a Biden, quien por ahora prefiere seguir escuchando a los manifestantes en Washington de este martes, que a la mayoría de la opinión pública o los disidentes dentro de su gobierno.
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