La fuerte escalada del conflicto árabe-israelí se ha convertido en el principal acontecimiento de finales de 2023, dejó en un segundo plano los conflictos en el Cáucaso Meridional o en Europa. Su trascendencia política se extiende mucho más allá de la región de Oriente Medio. Las relaciones internacionales, también en Asia, dependerán desde ahora de cómo se desarrolle la crisis en Oriente Medio.
Más de la mitad de la población musulmana total vive en la región de Asia y el Pacífico. ¿Cómo afectará el conflicto árabe-israelí a la política de los países de Asia y el Pacífico?
La perspectiva asiática sobre la crisis de Oriente Medio quedó evidente en la reciente votación en la Asamblea General de la ONU a favor de un arreglo con una resolución de la ONU para un acuerdo palestino-israelí y en declaraciones de altos políticos asiáticos. Por ejemplo, el Primer Ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, declaró su solidaridad con el pueblo palestino y expresó su disposición a enviar tropas malasias en apoyo de Palestina.
El eje del mundo político internacional se ha desplazado del Atlántico hacia el Pacifico. Por eso Mr. Blinken pasa ahora mucho tiempo abordando aviones en el Lejano Oriente.
Eso es indicio de que el G-7 y la Unión Europea dejaron de ser centrales, después de la secuencia de derrotas en las fracasadas intervenciones militares de la comparsa de la OTAN. Como después de Afganistán y luego Ucrania, Occidente ya no amenaza con intervenciones ni con el envío de armas a sus títeres políticos… ahora recurre a la diplomacia económica de las sanciones comerciales y secuestro de cuentas que los adversarios incautos tienen en bancos controlados por Occidente. Ambas represalias son totalmente ilegales y algo parecido a un terrorismo económico.
Las decisiones para estos actos de terrorismo económico se toman en pequeños comités que Washington y sus cómplices controlan desde Bretton Woods.
En un ámbito multilateral esas decisiones punitivas serían mucho más difíciles de tomar. Las normas internacionales de comercio las administra la Organización Mundial del Comercio (OMC). Sus estatutos se basan en los acuerdos de Marraquech que se negociaron durante la Ronda Uruguay del GAT. La OMC cuenta con 190 miembros, un ámbito amplio muy difícil de manipular por la oligarquía mundial representada en el G-7.
La OMC tiene normas específicas para poder aplicar sanciones comerciales. Las sanciones arbitrarias que los miembros del G-7 aplican como represalia airada violan esas normas. Por lo tanto las sanciones dictadas desde Washington y Bruselas a los países que no acatan las órdenes de Washington son ilegales y siembran inestabilidad en un orden internacional regido por normas que ellos se jactan sin cesar de defender. Si alguien impugna sus sanciones comerciales un panel de la OMC seguramente lograría una condena contra las sanciones del combo G-7.
Es un buen motivo para estudiar y practicar la diplomacia económica multilateral que gran parte de ésta se desarrolla para crear grupos de integración regional cuyos miembros suelen comerciar libremente entre ellos y eso dificulta mucho la aplicación de esas sanciones económicas unilaterales que tanto gusta aplicar a los Estados Unidos y la Unión Europea (alias OTAN). Por ejemplo, el acuerdo del Mercado Común Euroasiático permitió a Rusia seguir importando y exportando productos que el G-7 quería impedirle importar o exportar. También resultó oportuno el Mercado Común Euroasiático a la hora en que el Presidente Biden quiso impedir a China la compra de microchips de la última tecnología norteamericana o taiwanesa. China no es miembro del Mercado Común Euroasiático pero tiene acuerdos de estrecha cooperación con él, porque casi todos sus miembros participan en la Iniciativa china de la Nueva Ruta de la Seda. Igual hubiese podido suceder con las sanciones contra las importaciones de piezas para la industria petrolera de Venezuela.
Como miembro de MERCOSUR, Venezuela habría podido importar si en lugar de Bolsonaro hubiese sido Lula el Presidente de Brasil. Salvo Cuba los diplomáticos del grupo ALBA no suelen estar entrenados en los aspectos técnicos de la negociación de la diplomacia económica. Tuve una larga experiencia docente en entrenar gente en los aspectos técnicos en los temas de negociación durante mi permanencia en Guatemala y en Ginebra.
Los temas específicos que abarca la diplomacia económica multilateral los aborda una obra que publiqué hace poco en Amazon, su título es Curso de Introducción a la Diplomacia Económica Multilateral, donde expongo los diversos temas que en esos acuerdos se negocian. También expongo cifras macroeconómicas de los miembros de los distintos acuerdos de integración económica de América, África y Asia.
Ese trabajo mío lleva, además, un breve apéndice comercial donde se señalan los principales productos que comercian los países de esos grupos de integración en su comercio exterior y cuál es el valor de ese comercio.
Creo que fuera de una guerra mundial para reequilibrar el mundo internacional, la diplomacia económica será la opción aceptable y la actividad internacional determinante en el camino hacia el mundo multipolar que todos deseamos porque es la única y necesaria solución para un mundo más equitativo y por eso en paz.
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