Llegar a fin de mes acogotados hace que la vida de nuestro pueblo poco conozca de plenitud y felicidad, la cual merecemos. Seguimos con nuestros abuelos y abuelas con pensiones de miseria, las listas de espera se duplicaron con la pandemia y tener una casa propia es un sueño irrealizable. La deserción escolar no logra revertirse, menos si los liceos y escuelas públicas no tienen la infraestructura mínima para estudiar. La doble explotación tiene sumidas a las mujeres no sólo a sobrecarga de trabajo y carencia de tiempo, sino también a un deterioro en sus condiciones de salud mental. Los cuidados encerrados en la individualidad del hogar hacen de la mujer una esclava.
El domingo 17 de diciembre se impuso el “En contra” en el plebiscito de salida del segundo intento de nueva Constitución para Chile. Diferentes argumentos dan respuesta, muchos de ellos simplones y maquillados para que la clase en el poder siempre gane. Desde el “Chile prefiere la Constitución de Pinochet”, hasta “la política debe unificar a todos los sectores para dar respuesta a la ciudadanía” han deambulado en los análisis de la burguesía por estos días.
Desde la vereda del Chile clasista y popular, que día a día debe trabajar para vivir, el plebiscito poco y nada cambia la vida cotidiana y concreta. La desconexión del pueblo con este proceso muestra que no son las elecciones las que marcan las tareas por venir en la coyuntura actual.
De un lado, la burguesía jadea por relegitimar su dominación
En medio de un contexto de crisis económica profunda que se viene arrastrando desde por lo menos diez años, irrumpe en la agenda el alzamiento popular de octubre del 2019, poniendo de cabeza el orden. El pueblo toma la delantera y las y los poderosos perdieron el aliento por semanas. Es a través, del pacto de relegitimación del orden del día 15 de noviembre del mismo año que la clase burguesa retoma la iniciativa e impone una agenda para recuperar el control combinando el fortalecimiento de la democracia burguesa vía proceso electoral y constituyente y el fortalecimiento del Estado contrainsurgente. Este pacto iniciado el 2019, ha seguido su curso hasta nuestros días.
Se agudiza la ofensiva antipopular con la criminalización de la lucha y la estrategia represiva contrainsurgente quedando de manifiesto que son el pilar fundamental del gobierno de Boric, estrategia que busca frenar al pueblo en lucha y dar seguridad a los intereses de los conglomerados económicos. Sin embargo, el gobierno socio liberal de Boric se acabó con la derrota del primer plebiscito de salida (el “apruebo”) y hoy sólo administran de forma deficiente el aparato del Estado, con baja aprobación producto de los escándalos de corrupción y los diferentes hechos de represión. Diferenciamos, por tanto, la pérdida de iniciativa del actual gobierno títere, de la iniciativa del bloque en el poder que mantiene un plan principalmente orientado hacia la dominación de los sectores populares y la clase trabajadora, preparándose para futuros alzamientos y/o avances de los sectores revolucionarios por medio de leyes, mejora en aparatos de inteligencia, de mayor infraestructura de represión policial y militar.
Todo lo anterior ha mostrado al gobierno tal como es, representante de una facción de la burguesía local y la guaripola del imperialismo yankee para contener al movimiento popular, llevarlo a las urnas y frenar el protagonismo de las masas en combate. Las prometidas reformas ya son cosa del pasado, ni el fin de las AFP, ni de las ISAPRES, ni la reformas a carabineros verán la luz.
Las elecciones se muestran como única alternativa por parte de los dueños del poder y la riqueza para los cambios sociales. Sin embargo, lo que pasara con la propuesta constitucional para la burguesía poco importaba, porque lo que es relevante para ellos es contar con una participación electoral decente. Asimismo, ya no afectaba mucho si gaanaba el “a favor” o el “en contra” pues el proceso cumplió con el objetivo de ganar tiempo y “reordenar la casa”. En temas electorales, el desate de la presidencial es en realidad lo que se está jugando al interior del bloque en el poder. Como contraparte de la democracia, buscan deslegitimar a toda costa la protesta popular. La instalación de discursos reaccionarios en el seno del pueblo ha sido parte de la estrategia para enterrar los atisbos de “octubrismo”, buscando acallar y deslegitimar todo impetu de rebelión. La utilización de medios de comunicación para desatar una campaña basada en la vinculación de la protesta con la delincuencia, por un lado, y la instalación del crimen organizado y su relación con la migración, por otro lado, buscan validar la necesidad de mayor presencia y represión policial.
En la cola del tren de la dominación, el reformismo y los oportunistas han decidido quedarse en el pantano antipopular, inmolándose por el gobierno de Boric y su pandilla, han preferido abandonar al pueblo y colocarse del lado de los intereses de la patronal, anclándose en los ministerios, servicios públicos y municipios para por migajas administrar al servicio de la burguesía. Los sectores oportunistas y reformistas por fuera del gobierno, mantienen posiciones vacilantes dependiendo de la contingencia y sus propios intereses de participación institucional. Si bien, pueden expresarse críticos del gobierno, estos sectores lo que buscan es constituirse en la nueva ala de izquierda electoral.
Del lado del pueblo, resulta imperioso volver a despertar
La crisis económica golpea a diario a la clase trabajadora y el pueblo, sumado a la baja legitimidad del sistema político imperante y la relativa hegemonía ideológica liberal, hacen que el individualismo continúe permeando la conciencia de nuestro pueblo que lucha a diario por subsistir y no logra identificar ningún referente al cual seguir.
Asistimos a un reflujo en el movimiento popular y de masas que ha permitido que el gobierno y el conjunto del bloque en el poder administren el modelo sin contraposición salvo las propias contradicciones cosméticas de la clase gobernante. En ese sentido, este reflujo se expresa no solo en la baja en la lucha por las demandas populares o la baja en la participación de las organizaciones populares y políticas, sino también en el profundo desarraigo y desinterés por los procesos de participación institucional y electoral que impone la burguesía.
Pese a este escenario, hay expresiones organizativas de la clase trabajadora y el pueblo chileno y Mapuche que de forma consecuente siguen construyendo alternativas para agrupar a las y los que luchan; expresiones que desde la vereda del anticapitalismo y el antimperialismo prosiguen en sus combates diarios contra la explotación y la dominación.
Persisten aún desviaciones ideológicas al interior del campo popular y revolucionario, el sectarismo entre organizaciones, el caudillismo, el revisionismo y la falta de ideología proletaria son parte de los principales errores que corroen a nuestro sector. La fragmentación, la falta de espacios de articulación, de lucha de ideas, de construcción de horizontes comunes de transformación de la realidad alejan la posibilidad real de la revolución y el comunismo, contribuyendo a la dispersión. Por último, las y los comunistas revolucionarios a pesar de ser cada día más visibles y con más iniciativa, no somos alternativa política para la clase trabajadora y el conjunto del pueblo.
La situación actual no puede detener el trabajo diario de construcción popular, comunista y revolucionaria. Este es un escenario momentáneo por lo que aferrarse a la ideología y a la lucha por la conquista del poder y la victoria son las herramientas que permiten persistir en medio del transitorio desierto. Levantar organización y luchar por las demandas populares, impulsar la lucha política y articulación en los diferentes sectores del pueblo a través del clasismo y la combatividad es fundamentales para constituir una alternativa clasista, popular y combativa.
No se puede descansar hasta construir el Partido Comunista para la revolución, agruparnos bajo un programa revolucionario y mantener los esfuerzos por articular los agrupamientos del campo revolucionario y fortalecer la protesta popular. Parte de las deficiencias identificadas para el alzamiento popular que permitieron la entrada del pacto de relegitimación con tanta facilidad fue la falta de un proyecto común. Partido, Programa y Frente Político, son instrumentos que nos permitirán construir este proyecto común.
El campo revolucionario debe prepararse para futuros combates. Asistimos a una coyuntura marcada por rebeliones y reacción, por lo que es una necesidad y un deber desarrollar las capacidades materiales para ambos escenarios.
Es la hora de volver a rebelarnos
Hemos dicho que asistimos a una crisis de larga data, la situación económica en Chile no tiene para cuando mejorar las condiciones de vida de las y los trabajadores, el aumento de precios de los alimentos básicos y combustibles, las altas tasas de intereses, la baja de los salarios reales, implican el aumento general del costo de la vida y son el escenario diario de millones de trabajadores y trabajadoras. Por su parte, ha habido pérdida de empleo durante los últimos años, así como un aumento de la informalidad laboral y subempleo, sin dejar de mencionar que, dentro de los empleos nuevos, la gran mayoría son en condiciones de precariedad.
Llegar a fin de mes acogotados hace que la vida de nuestro pueblo poco conozca de plenitud y felicidad, la cual merecemos. Seguimos con nuestros abuelos y abuelas con pensiones de miseria, las listas de espera se duplicaron con la pandemia y tener una casa propia es un sueño irrealizable. La deserción escolar no logra revertirse, menos si los liceos y escuelas públicas no tienen la infraestructura mínima para estudiar. La doble explotación tiene sumidas a las mujeres no sólo a sobrecarga de trabajo y carencia de tiempo, sino también a un deterioro en sus condiciones de salud mental. Los cuidados encerrados en la individualidad del hogar hacen de la mujer una esclava.
Vivimos en una sociedad de explotación, basada en el verdadero robo de quienes se enriquecen a costa de nuestros bajos sueldos y las alzas de precios. Mientras la miseria aumenta en las poblaciones, las riquezas se siguen acumulando para los mismos pocos de siempre.
El robo también se expresa en la apropiación privada de la tierra por parte de los poderosos mientras millones no tienen suelo ni techo para vivir. También se adueñan de las herramientas, el dinero y la infraestructura para producir y las y los trabajadores, conocedores de todos los procesos productivos y las técnicas necesarias para llevarlos a cabo, nos debemos contentar con cada vez más horas de trabajo sin derecho a reclamar.
Vivimos tiempos de guerra que no son nuestra lucha, son la expresión de la disputa entre los poderosos del mundo que se pelean por quién va a controlar los mercados, los recursos naturales y los países coloniales y semi coloniales como el nuestro. Ellos, en su disputa, someten a las naciones y pueblos del mundo a guerras por la avaricia imperialista, siendo las y los pobres, niños y ancianos que pagan los costos de muerte.
Vivimos tiempos decidores, en donde la barbarie capitalista nos está llevando poco a poco a nuestra extinción como especie. Más que nunca la crisis ecológica se agudiza, inundando ciudades, resecando la tierra, propagando incendios forestales y enfermedades. Más que nunca se impone la contradicción entre socialismo y barbarie.
No olvidamos a las y los presos por luchar. A quienes la rapiña de Boric prometió indultar y mantiene en las mazmorras del poder. Nos ofrecieron elecciones, cargos institucionales y proceso constituyente a cambio de volver a la normalidad y abandonar las calles. Hubo sectores del pueblo que depositaron sus esperanzas en ello, pero nuevamente la mentira queda al descubierto.
Hemos aprendido a luchar por nuestros derechos durante años, hemos aprendido del combate callejero y la autodefensa de masas, hemos aprendido cómo se comporta la burguesía cuando el pueblo se une, hemos aprendido lo que nos faltó para avanzar.
Este sistema está caduco y en franca decadencia, es la hora de organizarnos y rebelarnos a tanto abuso y mentira. Las grandes revoluciones son posibles y se forjan al calor de la lucha y organización. Retomemos nuestro pliego de demandas, organicemos la huelga general, retomemos la protesta popular en cada barrio. Ellos, las y los que están en el poder, pese a sus esfuerzos no logran relegitimar del todo su orden. Nos queda armarnos con nuestros conocimientos, con la solidaridad y con la convicción de que podemos vencer. Es posible derrocar el viejo orden e instalar lo nuevo, en donde la vida se imponga a los intereses del capital, lo colectivo sea parte de la organización cotidiana y nadie quede sin pan, trabajo, salud, techo y educación. Las y los oprimidos y empobrecidos somos muchos más, volvamos a ser la marea que arrasó con todo.
Vivimos tiempos de crisis, el ciclo de la lucha sigue en disputa, en nuestras manos yace el porvenir. Hoy más que nunca La Rebelión se Justifica.
Organización Comunista Revolucionaria – OCR
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