El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y su par francés Emmanuel Macron, celebraron la asociación estratégica entre sus dos países: inauguraron un submarino franco brasileño y anunciaron un programa para recaudar mil millones de euros destinados a proyectos de economía sostenible en la Amazonía. Sin embargo, la disonancia fue más aguda sobre el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur.
Los mandatarios extranjeros de visita oficial en Brasil no suelen incluir Amazonia en su ruta, pero Macron quiso empezar allí, donde se reunió allí con Raoni Metuktire, el líder indígena Kayapo de 92 años al que recibiera en el palacio del Elíseo y que encarna en Francia la batalla para proteger la Amazonia. Macron le impuso la Legión de Honor.
“Queremos convencer a quienes ya han deforestado de que deben contribuir de manera importante a que los países que aún tienen bosques los mantengan en pie, dijo Lula, mientras Macron posaba para un selfie con sus anfitriones, frente a una pancarta que reclamaba “No al petróleo en la Amazonia, en referencia a un polémico proyecto de exploración hidrocarburífera en el delta del Amazonas que Lula respalda.
Lula dijo que Brasil necesita contar con Fuerzas Armadas «altamente cualificadas, preparadas y equipadas» para garantizar la paz cuando sea necesario. Sin citar el intento de golpe de Estado que sufrió en enero del año pasado por parte de militantes y militares bolsonaristas, Lula dijo que esa fortaleza también es necesaria para hacer frente a la actual «animosidad» contra el proceso democrático en Brasil y en otros países del mundo.
El viaje de Macron a Brasil, tras recalar en la Guyana Francesa, territorio colonial galo en Sudamérica, refleja unos intereses mutuos que confluyen tanto en medioambiente como en defensa.
El idilio político entre los presidentes de 78 (Lula) y 46 (Macron) años, es evidente pese a sus diferencias ideológicas, sus posturas irreconciliables sobre el acuerdo comercial Unión Europea-Mercosur y sus antecedentes: el francés trabajó en la banca de inversiones y el brasileño como obrero metalúrgico en Sao Bernardo do Campo.
Brasil y Francia pretenden unir fuerzas para conseguir en cuatro años inversiones por mil millones de euros para impulsar la bioeconomía en la Amazonia. Lula y su Gobierno están especialmente interesados en que se cree un mercado de carbono que sirva para compensar económicamente a los países que invierten en la protección de bosques que capturan dióxido de carbono.
Le plateau das Guyanes
Según el gobierno brasileño, Francia es el tercer mayor inversionista en Brasil, con cerca de 38 mil millones de dólares. Ya en el primer día de la visita, los presidentes anunciaron un programa para recaudar mil millones de euros (1.080 millones de dólares) para invertir en proyectos de economía sostenible en la Amazonía brasileña y francoguayanesa.
Pareciera que se concreta una primera parte del proyecto de Sarkozy («Le plateau das Guyanes»): Lula y Macron anuncian plan de inversiones para economía sostenible en Amazonía, en intento de redimensionar el predominio «anglo» en la zona. La primera etapa del viaje de Macron a Brasil fue a Belém, la puerta de la Amazonía.
Es lo que los geopolíticos brasileños definen como «la Isla Guayana», entre el Atlántico (al noreste y este, el Amazonas al sur y el Río Negro-Orinoco al oeste y noroeste. Detrás de la estrategia Sarkozy-Macron parece estar el interés de los laboratorios de medicamentos franceses en la gran biodiversidad amazónica.
Con una «France-Afrique» cayéndose a pedazos, al igual que la Ostpolitik alemana, un continente asiático muy competitivo y un México con creciente presencia de maquiladoras chinas, Macron apuntan a nichos en Sudamérica.
Mercosur-UE
Tras reunirse con Lula, Macron se trasladó a San Pablo para participar de un foro económico, donde calificó como «muy malo» el acuerdo de libre comercio negociado entre el Mercosur y la Unión Europea y propuso hacer uno nuevo «que sea responsable desde un punto de vista de desarrollo, de clima y de biodiversidad».
“Es un mal acuerdo para ustedes y para nosotros”, dijo Macron sobre un pacto que ya había dado por muerto en enero, en el pico de las protestas de los agricultores franceses. “Vamos a forjar un nuevo acuerdo responsable con el desarrollo, el clima y la biodiversidad”, propuso. Lula había señalado al francés y a su proteccionismo de ser el principal culpable de que el acuerdo UE-Mercosur esté en coma profundo y sin visos de resucitar a corto plazo.
El proyecto de tratado, cuyas discusiones comenzaron en 1999, pretende suprimir la mayoría de los derechos de aduana entre las dos zonas, creando un área de más de 700 millones de consumidores. Tras alcanzar un acuerdo político en 2019, varios países, entre ellos Francia, bloquearon su adopción, una oposición que se ha acentuado con la crisis agrícola que asola Europa.
Macron ha argumentado que las normas de este tratado comercial no son «homogéneas» con las europeas. El peso pesado del Mercosur, Brasil, liderado por Lula, es sin embargo implacable en su defensa del acuerdo.
Cooperación militar
El miércoles, los presidentes inauguraron un submarino de propulsión convencional francobrasileño en el astillero naval de Itaguaí, cercano a Río de Janeiro
El mandatario brasileño señaló que la cooperación militar con Francia no se limita a la construcción de submarinos. »Nuestra asociación muestra el interés de Brasil en conquistar una mayor autonomía estratégica ante los numerosos conflictos que han surgido en el mundo», dijo. Con estas monumentales inversiones, Lula intenta aminorar los recelos golpistas de los militares.
El acuerdo también prevé la producción de helicópteros, el desarrollo de un satélite que garantiza las comunicaciones militares de Brasil y la compra de una computadora de altísima capacidad con usos en el área de defensa.
Ambos mandatarios subrayaron la importancia de esa asociación en un mundo marcado por las guerras y los desequilibrios globales. «Va a permitir que dos países importantes, cada uno en un continente, se preparen para que podamos convivir con esa diversidad sin preocuparnos por ningún tipo de guerra porque somos defensores de la paz en todo momento de nuestra historia», dijo Lula.
Macron evocó una «misma visión de mundo» con Lula, a pesar de los desacuerdos, especialmente sobre Ucrania. «Las grandes potencias pacíficas que son Brasil y Francia, que deben actuar en un mundo cada vez más desorganizado, a veces necesitan saber usar el lenguaje de la firmeza para proteger la paz», dijo el galo.
Submarino nuclear
El «Tonelero» es el tercero de cuatro submarinos a propulsión convencional previstos bajo el Prosub, un programa por 7.200 millones de dólares para desarrollar los submarinos brasileños y su industria. El «Angostura», el último de estos ejemplares destinados a la protección de los 8.500 kilómetros de costas del gigante latinoamericano, debe ser lanzado al mar en 2025.
El acuerdo con Francia, que data de 2008, prevé también un quinto sumergible, que sería el primero de Brasil con propulsión nuclear. «Quiero que abramos un capítulo para nuevos submarinos, que miremos de frente la propulsión nuclear siendo perfectamente respetuosos de todos los compromisos de no proliferación», dijo Macron. «Francia estará junto a ustedes», agregó el presidente francés junto a Lula.
Cambia, todo cambia. La relación del Brasil de Lula con el gobierno del derechista Macron está en las antípodas de la tormentosa que tuvo Francia con su predecesor, Jair Bolsonaro. Ahora reinan la sintonía, las sonrisas. Al poco de llegar al poder en 2019, Bolsonaro insultó a Brigitte, la esposa de Macron, mientras los incendios devoraban la Amazonia y Macron alertaba al mundo del impacto del fuego en la mayor selva tropical del mundo.
Juraima Almeida. Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Fuente: https://estrategia.la/2024/03/28/amazonia-lula-le-abrio-las-puertas-a-macron/
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