Por Laila Nicolás, Resumen Latinoamericano, 1 de abril de 2024.
En una rápida comparación entre la guerra de Ucrania y la de Gaza, que se libran con un claro apoyo occidental, encontramos que la vergüenza occidental es evidente en las dos contiendas, después de la incapacidad de lograr los objetivos.
En declaraciones al periódico estadounidense The Washington Post el viernes 29 de marzo de 2024, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky amenazó al Congreso de Estados Unidos, diciendo que “si no obtenemos el apoyo estadounidense, tendremos que retroceder gradualmente en pequeños pasos y los rusos ocuparán las principales ciudades”.
También en declaraciones anteriores, con el inicio de la guerra de Ucrania, Zelensky amenazó a los líderes occidentales con que Ucrania libraba una guerra en nombre de Occidente (o de lo que él llamaba el mundo civilizado). Se dirigió a los europeos, diciendo que Putin los comería si Ucrania perdiera, enfatizando que la pérdida de la guerra por parte de Kiev y la victoria de Rusia acercarían el conflicto a Occidente, y que Putin no se detendría hasta llegar al Muro de Berlín.
De la misma manera amenazadora e incitadora, Netanyahu reprendió a sus aliados en marzo de 2024 por sus demandas de detener la guerra, diciendo que habían perdido la moral. Dirigió duras críticas a quienes describió como amigos en la comunidad internacional, enfatizando su rechazo a las presiones destinadas a celebrar elecciones en “Israel” y detener la guerra en Gaza.
Al igual que Zelensky antes que él, Netanyahu llegó temprano el 7 de noviembre de 2023. Al comienzo de la guerra en Gaza, envió un mensaje a los que llamó “líderes mundiales”, diciendo: “La guerra de ´Israel´es su guerra, y si no ganamos, ustedes serán el próximo objetivo”.
Las guerras en Gaza y Ucrania son similares en el sentido de que Occidente apoya absolutamente a dos aliados en dos regiones estratégicas. Derrotar a Rusia, debilitarla y luego desmantelarla, son los objetivos que los occidentales declararon públicamente. Y dichos objetivos no se difieren de los objetivos de de derrotar a Hamas y eliminar la “idea de resistencia” en la región, y luego debilita y presiona a Irán.
Mediante una rápida comparación entre la guerra de Ucrania y la de Gaza, que se libran con un claro apoyo occidental, encontramos que la vergüenza occidental es evidente en las dos contiendas, después de la incapacidad de lograr los objetivos.
Así, el interés estadounidense en la guerra de Ucrania disminuyó a medida que la batalla electoral presidencial estadounidense entró en su año crucial, los republicanos en el Congreso se negaron a proporcionar más ayuda a Ucrania y la guerra israelí contra Gaza ganó más atención, tanto estadounidense como mundial, mientras los expertos militares creen en la dificultad de que el ejército ucraniano logre futuras victorias y la imposibilidad de recuperar el territorio controlado por Rusia.
En cuanto a la guerra de Gaza, fue notable, tanto estadounidense como europea, la discrepancia —al menos pública— entre la administración estadounidense y el gobierno de Netanyahu en cuanto a la cuestión de la actuación militar israelí, que no estuvo a la altura de las esperanzas puestas en ella.
Los occidentales esperaban una guerra rápida en la Franja de Gaza que daría a Israel la capacidad de liquidar la cuestión palestina, deshacerse de la resistencia en la Franja y permitir a Occidente ganar puntos importantes en el conflicto global, especialmente en el Medio Oriente, y enviar mensajes enérgicos a Teherán y sus aliados en la región de que deben rendirse a las demandas y condiciones occidentales.
Han pasado seis meses sin lograr ninguno de los objetivos declarados, y la resistencia palestina sigue luchando en el norte de la Franja de Gaza, donde Israel dijo que había eliminado la resistencia.
Al igual que Ucrania, a la que Occidente ha seguido armando y preparándose para la gran batalla desde 2014, Israel parece débil e incapaz de cumplir la misión que se le ha asignado.
Occidente creía que “Israel” podía, gracias a un apoyo occidental sin precedentes, restablecer su capacidad de disuasión, que había perdido durante la guerra de julio con el Líbano. Occidente e “Israel”, junto con los líderes de algunos países de la región, estaban convencidos de que “Israel” era capaz de protegerlos de lo que llamaban la “amenaza iraní”, las administraciones estadounidenses se apresuraron a comercializar la idea de una OTAN árabe (una idea que no tuvo éxito ni durante el mandato de Trump, ni el de Biden).
Pero “Israel”, contrariamente a la imagen que se difundió a través de la guerra psicológica, la propaganda y la guerra de información, una vez más pareció demasiado débil para poder trazar un mapa para un nuevo Medio Oriente, como quería la administración Bush.
Con el fin del período de gracia occidental y con el paso de largos meses de aniquilación continua contra los palestinos, Occidente y sus líderes comenzaron a querer evadir la responsabilidad por el genocidio, el asesinato y la brutalidad.
Al igual que la guerra de Ucrania, que los estadounidenses tienden a abandonar en favor de un acuerdo que limite las pérdidas y ponga fin al conflicto tras el fracaso en la consecución de los objetivos, Occidente está intentando poner fin a la guerra israelí en Gaza para limitar el alto coste de perder la imagen moral de Occidente.
Además, por primera vez, el conflicto palestino-israelí es un factor (de una forma u otra) en las elecciones en Estados Unidos y Europa. Así, con Occidente convencido de la incapacidad de alcanzar los objetivos, el problema será: ¿Cómo se puede eliminar a Netanyahu y Zelensky?
Fuente: Almayadeen.
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