La integración de Centroamérica trae más beneficios que perjuicios a los países miembros y sus gobiernos, no lo contrario. Aunque los esfuerzos por un mercado común centroamericano e integración económica y social se debilitaron por problemas de tipo político, uno de los legados de estas iniciativas son grados de interdependencia qué han alcanzado las economías de los países a través del comercio regional, pero también se muestran avances en el tema aduanero, ambiental, agrícola y social.
A inicios de los años 90, después de la llamada década perdida de la región, donde los aspectos políticos-ideológicos tuvieron un factor causal explicativo de la crisis económica y falta de gobernabilidad enfrentada, los países deciden crear el Sistema para la Integración Centroamericana (SICA) en diciembre 1991, sustentado en un protocolo y compromiso por construir una región de paz, democracia y desarrollo.
Curiosamente, la creación del SICA coincide con la puesta en práctica y profundidad de las políticas de estabilización y ajuste estructural apoyadas por Organismos Financieros Internacionales (OFIs), buscando la liberalización comercial, achicamiento de los Estados, privatización de los recursos y desvalorización del trabajo, contrario a los postulados de la integración regional y principios de actuación del SICA.
Se cuestionó el accionar del SICA en la firma del Tratado Comercial con EEUU, ya que eran manifiestos los efectos negativos en la producción de rubros básicos y aumento de la dependencia alimentaria. No hubo planteamientos y resoluciones de conjunto, ya que se pensaba que cada país podría sacar más beneficios actuando individualmente, partiendo de la estructura productivay tamaño de su economía.
Honduras y Nicaragua tendrían más perjuicios que beneficios, dada la alta participación de los bienes salarios en la producción agrícola y la presencia de una gran numero de productores (as) en situación de pobreza y con baja productividad fisca y del trabajo. Contrario a Costa Rica y Guatemala, que supieron sacar mayor provecho del acuerdo comercial, las políticas en Honduras, muchas de ellas compensatorias, apuntan a garantizar la seguridad alimentaria de la población y, en el caso de Nicaragua, su política es la búsqueda de la soberanía alimentaria con una estrategia de mayor plazo, contrario al Tratado.
En 2024 (primer semestre) le corresponde a la mandataria de Honduras, Xiomara Castro, ejercer la presidencia Pro Tempore del SICA, con el reto mayor de sentar las bases para su reactivación ya que, para muchos, es un cadáver que implica muchos gastos y pocos beneficios para los países, siendo mejor ignorarlo y definir agendas individuales.En su visita a los demás presidentes de la Región, la presidenta Castro enfatiza en renovar las ideas de Francisco Morazán para una Centroamérica unida y democrática, solidaria, en paz, libre y no subordinada a intereses foráneos.
Busca la reactivación de nuevo del SICA, que puede ser uno de sus principales legados al final desu mandato. En Costa Rica, el presidente Rodrigo Chávez se puso a disposición para la fecha que se convoque, estará presente y apoyará la iniciativa de la presidenta. Lo mismo sucedió con Nayib Bukele en el Salvador y Bernardo Arévalo en Guatemala. En el caso de Nicaragua, Daniel Ortega ha manifestado que no ejercerá la presidencia Pro Tempore correspondiente al segundo Semestre de 2024, ya que exige se nombre un nicaragüense como Secretario General, al renunciar el abogado Werner Vargas nombrado para el periodo 2022-2025. Se espera que todos los gobernantes apoyen la reactividadacion del organismo regional y definan una agenda de trabajo conjunta.
La convocatoria la haría la propia presidenta Zelaya para que los demás mandatarios se reúnan en Honduras y concreticen el apoyo político y financiero al proceso de reactivación del SICA.
Hay, al menos tres aspectos a destacar de la gira de Xiomara Castro. Uno es el convencimiento de que no es conveniente tratar de imponer una agenda de trabajo unilateral como parte del proceso de reactivación del SICA, ya que se busca que los problemas de cada país puedan ser de conocimiento de todos y resueltos en conjunto. Ello va más allá de perjuicios políticos e ideológicos, en tanto la magnitud de los problemas por país, su gente o región, demanda respuestas urgentes. El segundo es hacer comprender a los socios extra regionales que los apoyos a los esfuerzos de integración regionales, se sustentan en políticas, programas y proyectos que surgen de iniciativas de los gobiernos fundadores y sus gentes, no por prioridades establecidas por dichos socios y enlatadas como solución única.
El tercero es que hay temas de agenda regional que ameritan un tratamiento conjunto, como el caso de los impactos negativos del RD-CAFTA en los ingresos monetarios de la población, la producción alimentaria, medio ambiente y desplazamiento de población campesina e indígena de sus tierras. A ello se suma el problema del narcotráfico, la inseguridad ciudadana, corrupción y migración masiva.
Finalmente, en esta gira de la presidenta Castro, llama la atención su discurso franco y espontaneidad por impulsar la reactivación del SICA, exponiéndolo de una forma franca y sin esconder puntos de agenda futura. Honduras necesita aprender de la experiencia de Bukele en Salvador con el modelo de seguridad, igual de la experiencia de Costa Rica con la negociación del Tratado Comercial con China y su evolución, siendo el tema ambiental de interés para todos. La presidencia se centró en la necesidad que el SICA sea reactivado, no en destacar problemas que aquejan al país y que se ligaron al golpe de Estado contra el expresidente Manuel Zelaya, que cumple 15 años; dejó el lastre de la política vernácula para consumo interno.
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