Tras el atentado del pasado sábado 13 de julio y antes de la convención republicana, el expresidente Donald Trump anunció el nombre de su acompañante en la fórmula como vicepresidente de cara a las elecciones de noviembre de 2024 en los Estados Unidos, el senador por el estado de Ohio J.D. Vance.
En nota anterior se ahondó en el perfil del senador de 39 años mediante algunos aspectos que destacan de su carrera política, experiencia de vida y modo de pensar acerca de temas puntuales de política nacional y exterior de su país.
En esta ocasión queremos profundizar más sobre cómo el aspirante republicano a la vicepresidencia de los Estados Unidos observa la región de América Latina y el Caribe, así como qué debería esperar esta del que muchos están catalogando como el heredero del Make America Great Again.
LA FIGURA DEL VICEPRESIDENTE
Quizá lo primero que haya que decir con referencia a J.D. Vance es que el cargo al que aspira sufre de cierta sobrestimación. Constitucionalmente son dos las funciones del "vice": sustituir al presidente ante su ausencia y romper el empate dentro del Senado —presidiéndolo—; y si bien en las últimas décadas la figura de vicepresidente ha adquirido relevancia, esto ha respondido más a la voluntad del inquilino de la Casa Blanca que a las prerrogativas propias del cargo.
En ese orden de ideas, podría resultar llamativo o esclarecedor que, en los casi 250 años de historia republicana que mantiene Estados Unidos, ocho vicepresidentes se convirtieron en presidentes tras el fallecimiento del titular, uno lo hizo luego de que el primer mandatorio renunciara y cinco fueron posteriormente electos como presidentes. Podría pensarse que en ello radique la importancia de escudriñar la figura de J.D Vance que, con sus 39 años de edad, en un ecosistema político liderado por una gerontocracia profesionalizada —con algunas excepciones como el propio Trump que irrumpió como un outsider—, podría convertirse en algunos años en presidente de los Estados Unidos.
Vance ha sido enfático al hablar sobre Ucrania y la necesidad de pactar una salida al conflicto con Rusia; su apoyo irrestricto hacia el Estado de Israel ha quedado más que confirmado y el peligro estratégico que representa China para los intereses estadounidenses se presenta como prioritario en su discurso, pero sobre la región latinoamericana y caribeña es poco lo que comenta de forma específica.
Aunque el hoy acompañante de fórmula de Donald Trump pareciera restar importancia a América Latina y el Caribe, hay un par de temas que surgen en la agenda que mantuvo como senador, mencionados también como candidato a vicepresidente, y que indiscutiblemente lo acercaron a Donald Trump: la migración y el combate al narcotráfico y las bandas criminales, ambos temas directamente vinculados con la susodicha zona.
MIGRACIÓN
De la presidencia de Donald Trump será recordada su insistencia en la construcción del "Muro" en la frontera con México y las expresiones xenófobas y discriminatorias hacia las personas procedentes desde distintas partes del mundo, en especial de América Latina y el Caribe.
Manteniendo la línea de Donald Trump, J.D. Vance en sus años como senador por Ohio se manifestó a favor de la construcción del "Muro" en la frontera sur con México e hizo de la seguridad fronteriza un pilar de su campaña electoral.
Para el candidato a la vicepresidencia, la migración ilegal constituye un problema estrechamente vinculado, por un lado, con la proliferación de la delincuencia y a mayores niveles de inseguridad en los Estados Unidos y, por el otro, con la reducción de ofertas laborales que las y los estadounidenses pierden a consecuencia de la mano de obra barata migrante que llega de forma ilegal.
El razonamiento no es alocado ni constituye una argumentación infundada. Según Gallup, tomando datos de principios de año (febrero de 2024), la migración constituía el principal tema de preocupación para la población estadounidense. En el mismo estudio, pero en otra pregunta de la encuesta, se señala que 55% de los adultos estadounidenses, un porcentaje récord —ocho puntos más que el año pasado—, afirma que "la entrada ilegal de un gran número de inmigrantes a Estados Unidos" constituye una amenaza crítica para los intereses vitales de ese país.
LUCHA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y LAS BANDAS CRIMINALES
Este tema está estrechamente vinculado, desde la perspectiva del expresidente Trump y del actual establishment republicano que incluye a J.D. Vance, con el asunto migratorio. Dentro de este relato los altos niveles de criminalidad que se observan en la actualidad son generados por delincuentes provenientes de América Latina y el Caribe, quienes cruzaron la frontera de forma ilegal; de este modo, para ellos combatir la migración es combatir la delincuencia y el crimen organizado.
No obstante, el combate contra las organizaciones criminales adquiere otro cariz cuando estas se empiezan a asociar con el tráfico de drogas y los carteles mexicanos de narcotráfico, organizaciones que controlan el negocio, sobre todo del fentanilo.
El fentanilo es un opioide sintético de potencia extraordinaria. En el ámbito farmacéutico se emplea de forma segura a diario como anestésico en quirófanos y como analgésico bajo prescripción médica. Sin embargo, al igual que la heroína y otros opioides, presenta un alto potencial adictivo.
El consumo de fentanilo en Estados Unidos ha experimentado un alarmante aumento en los últimos años, hasta convertirse en una crisis de salud pública y en un desafío político de importancia. Alrededor de 77 000 estadounidenses murieron por sobredosis de opioides sintéticos como el fentanilo en el periodo de 12 meses que finalizó en abril de 2023.
Recordemos que el fentanilo que circula en Estados Unidos tiene su origen principalmente en México, donde los cárteles de la droga lo sintetizan a partir de precursores químicos que, según se presume, provienen de fábricas en China. En algunos casos, el fentanilo también se envía directamente desde China a territorio estadounidense.
Para el hoy candidato a la vicepresidencia el gobierno mexicano no está haciendo mucho por frenar la producción y tráfico de esta sustancia a territorio estadounidense y se mostró dispuesto, mientras fue senador, a otorgar poderes especiales al ejecutivo estadounidense para que pueda perseguir los carteles del narcotráfico fuera de las fronteras estadounidenses.
Son estos mismos sectores dentro del partido republicano los que han empezado a promover varias ideas controversiales entre las que se destaca declarar el fentanilo como un arma de destrucción masiva o arma química y, particularmente, la propuesta de tipificar los cárteles mexicanos del narcotráfico como Organizaciones Terroristas Extranjeras.
Una designación como la planteada conlleva graves repercusiones, entre ellas la imposición de sanciones financieras y la penalización del "apoyo material" a estas organizaciones. Este último término se define de manera amplia e incluye el suministro de cualquier tipo de bienes o servicios, tanto tangibles como intangibles.
Esta catalogación podría tener un impacto severo en la vida de los ciudadanos mexicanos que residen en zonas controladas por los grupos narcotraficantes designados. Además, dificultaría la interacción entre las organizaciones de la sociedad civil, las ONG y otros proveedores de servicios esenciales con estas comunidades, lo cual obstaculizaría el desarrollo social en dichas áreas. Sin mencionar las implicaciones políticas que para el ejecutivo mexicano traería, sobre todo en materia de integridad territorial.
¿CÓMO DEBERÍA PREPARARSE LA REGIÓN EN GENERAL Y VENEZUELA EN PARTICULAR?
Si bien J.D. Vance no ha realizado una mención detallada sobre algún país latinoamericano, más allá de la referencia a México y los cárteles del narcotráfico que operan en el país, el expresidente Donald Trump sí ha mencionado países como México, Venezuela y El Salvador, designándolos como exportadores de delincuentes y drogas.
Las propuestas de combate a los grupos criminales van más allá de México y la frontera sur de los Estados Unidos; recientemente el Departamento del Tesoro sancionó al “El Tren de Aragua” como una organización criminal transnacional, pasos que podrían desembocar en una futura declaración de agrupación terrorista, como se ha planteado con los cárteles mexicanos.
En este sentido, aunque Vance pareciera una opción menos confrontativa —sobre todo para Venezuela— que la que hubieran podido representar los senadores Marco Rubio o Rick Scott, quienes han mostrado su virulencia hacia el gobierno venezolano, las posturas del exsenador de Ohio no son más prometedoras o positivas.
Todo indica que estamos a las puertas de presenciar un escenario donde la criminalización de la migración y los migrantes, así como la securitazión fronteriza, distinguirá la próxima administración republicana de concretarse su victoria en noviembre de este año, como indican los sondeos más recientes.
Ante un contexto como el esbozado, la lógica indicaría que la región debería diseñar de forma conjunta, en bloque, una política que le permita el abordaje de dichas diferencias con Estados Unidos, sin que la misma implique acciones lesivas contra las soberanías nacionales ni mucho menos la criminalización de los migrantes, teniendo como referencia las discusiones realizadas en el "Encuentro de Palenque: por una vecindad fraterna y con bienestar" de octubre de 2023, de la que surgió una declaración conjunta que marca una hoja de ruta clara a fin de buscar resolución a tales desafíos.
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