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09 julio 2024

Lo que los medios no dicen de María Corina Machado


Por Steve Ellner | 09/07/2024 | Venezuela
Fuentes: NACLA - Rebelión



Con toda la bomba publicitaria sobre María Corina Machado como la
verdadera esperanza para superar los 25 años del Gobierno autocrático
en Venezuela, los medios corporativos pasan por alto varios factores
claves referente a las elecciones presidenciales pautadas para el 28
de julio. Primero, EE.UU. ha desempeñado un papel central en apoyar
las aspiraciones presidenciales de Machado y, una vez que quedó claro
que el Gobierno de Nicolás Maduro permitiría su candidatura,
Washington respaldó la idea de que ella tenía el derecho de escoger
quien representaría la llamada oposición democrática unida.

Segundo, nunca estuvo claro en qué se basó Machado para asumir ese
derecho. Esta pregunta es especialmente relevante dado que había otros
candidatos que eran igualmente anti-Maduro pero mucho más calificados.

Y tercero, el ascenso de Machado como líder suprema de la oposición
venezolana forma parte de una tendencia a nivel mundial en la que los
dirigentes y movimientos de la ultra derecha han logrado avances
espectaculares en los últimos años.

En cada decisión hecha por la oposición en los últimos meses, Machado
ha tenido la última palabra, mientras que los líderes del
centro-derecha han terminado cediendo a sus demandas. Su éxito está
estrechamente vinculado al apoyo recibido de dos aliados fieles:
Washington y los medios de comunicación corporativos.

Machado no es la solución fortuita para la oposición que sus aliados
cercanos y los medios alegan. Sin embargo, la oposición tiene mejores
perspectivas de éxito que en el pasado. A diferencia de las elecciones
presidenciales de 2018 y las contiendas siguientes, todos los partidos
de la oposición han optado por participar en el proceso electoral.
Inclusive los más acérrimos anti-chavistas ahora reconocen que el
abstencionismo electoral ha sido un error. Además, los cuatro partidos
principales de la oposición conocidos como el G4, y su alianza más
amplia, la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), están apoyando a
Machado. En octubre pasado, la declararon ganadora de las primarias de
la oposición con un 92% de los votos.

El Gobierno venezolano ha inhabilitado a Machado para ocupar cargos
públicos por varias razones. En principio la razón fue que en 2014
aceptó un nombramiento diplomático del Gobierno panameño y luego
participó en una reunión de la Organización de Estados Americanos
(OEA) en representación de Panamá donde hizo un llamado para la
intervención extranjera en Venezuela. En junio de 2023, el Contralor
Nacional reiteró la inhabilitación.

Tras esto, Machado insistió que el apoyo popular en Venezuela,
conjuntamente con la presión internacional, obligaría al Gobierno de
Maduro a echarse atrás. Sin embargo, poco antes de la fecha tope para la
inscripción de los candidatos en marzo, Machado cambió su posición y
escogió un sustituto para su candidatura. En una jugada sorprendente,
Machado convenció a Edmundo González Urrutia, un diplomático poco
conocido, sin carisma y con poco interés en participar activamente en
la política, para ser el candidato presidencial de la PUD. Al aceptar
la candidatura, González indicó que no tenía intención de hacer
campaña en todo el país y agregó que «Maria Corina está haciendo eso
muy bien».

Hasta la fecha, González ha participado solamente en solo uno de los
diez mítines presidenciales principales de Machado. “Machado se ha
convertido en la reina de las tarimas”, escribió Resumen
Latinoamericano, y en el proceso ha eclipsado a los otros dirigentes
de la PUD.

A pesar de la aparente unidad de la oposición, las dos corrientes
políticas principales que respaldan la candidatura de González Urrutia
tienen objetivos en cierto modo divergentes. Para el sector de centro-derecha (liderado por los partidos del G4, Acción Democrática [AD], Un Nuevo Tiempo y algunos dirigentes de Primero Justicia), la única prioridad
es sacar a Maduro del poder. Consideran que la unidad de la oposición
es esencial para lograr ese objetivo. No importa mucho quien sea el
candidato ya que el mensaje principal de la oposición es que el
reemplazo de Maduro pondrá fin inmediato a la grave privación que ha
sufrido el pueblo venezolano.

La estrategia de la centro-derecha para llegar al poder contrasta con la
de Machado y la extrema derecha en dos aspectos claves. Primero, al
enfocar su mensaje en el objetivo de sacar a Maduro del poder, en
lugar de políticas específicas, la centro-derecha busca garantizar la
unidad de la oposición y evitar posiciones divisorias. Y segundo, un
discurso menos agresivo tendría una mayor posibilidad de convencer a
los chavistas a aceptar resultados electorales no favorables.

Eduardo Fernández, un candidato presidencial en 1988 quien aspiró a
ser el candidato de la PUD en 2024, hizo un llamado a la unidad
nacional y a la “reconciliación” como una forma de lograr la unidad de
la oposición y al mismo tiempo convencer a los chavistas a abandonar
el poder sin temor de represalias. Otro candidato presidencial,
Antonio Ecarri, que está fuera de la PUD, ha prometido mantener a
Vladimir Padrino López como Ministro de Defensa. Esta propuesta busca
convencer a los chavistas de que no habrá represión contra ellos,
similar a lo que Violeta Chamorro intentó demostrar en Nicaragua
cuando nombró al sandinista Humberto Ortega jefe del Ejército en 1990.

En otra demostración de que él es nada más que un suplente, González
Urrutia ha dicho que su programa del Gobierno es idéntico al que
Machado presentó para su propia candidatura presidencial. El programa
de González promueve la economía de laissez faire en su forma más
extrema. Su propuesta electoral sobre el tema económico lo demuestra:
“La atracción de capitales privados es la solución, y la estrategia
para lograrlo es la privatización”.

La propuesta de la privatización de petróleo no puede ser bien
recibida por AD y su desprendimiento, Un Nuevo Tiempo, quienes se
atribuyen el mérito de la nacionalización de la industria al Gobierno
adeco de Carlos Andrés Pérez en 1976. Manuel Rosales (de Un Nuevo
Tiempo), que según Bloomberg “tiende a ser más a la izquierda” que
Machado, lanzó su candidatura presidencial respaldado por el partido
Fuerza Vecinal, que se opone explícitamente a la privatización
petrolera. Partidarios de Machado criticaron a otro aspirante
presidencial, Henrique Capriles de Primero Justicia, por decir “el
petróleo es del pueblo”.

A pesar de las diferencias, Machado ha logrado imponer su posición en
cada instancia. Por ejemplo, Capriles, quien también estaba
inhabilitado, se retiró de las primarias para evitar dar al Gobierno
una excusa para marginar a la PUD completamente. Sin embargo, Machado se negó a hacer lo mismo. Luego insistió que ella tenía el derecho de escoger al candidato principal de la oposición. A pesar del debate
dentro de la PUD sobre este asunto, nuevamente la centro-derecha
terminó cediendo a su exigencia. Algunos líderes de la PUD apoyaron a
Machado por temor a que ella optara por el abstencionismo,
posibilidad que Capriles advirtió que podría ocurrir.

Desde que Machado escogió a González Urrutia, ella ha dado órdenes a
sus aliados que no mencionen la posibilidad de una privatización total
en los sectores de la salud, la educación y la empresa estatal PDVSA.
Además, González asoma la posibilidad de implementar un plan de
“justicia transicional”, que podría significar una actitud más
conciliadora hacia los chavistas. Sin embargo, Machado está tan
identificada con las posiciones radicales de la derecha que es difícil
creer que este cambio de postura sea más que una táctica pragmática de
la campaña. Además, González carece de capital político para poder
desafiar la voluntad de Machado, si es que alguna vez tuviera la
intención de hacerlo.

Carlos Ron, El Viceministro para América del Norte, me dijo “Machado
no puede engañar a nadie al no hablar de una privatización masiva.
Durante toda su carrera política, esa ha sido su bandera más apreciada”.

Washington: el aliado fiel de Machado

Entre los líderes de la oposición venezolana, Machado es sin lugar a
duda, la favorita de Washington. A pesar de haber expresado simpatía
por Trump en la víspera de las elecciones presidenciales
estadounidenses de 2020, el Gobierno de Biden la respalda
abiertamente. Desde el punto de vista ideológico, Biden como centrista
político, tiene más afinidad con los líderes de la PUD como Rosales y
Capriles que con Machado.

La preferencia de Washington por Machado se hizo particularmente
evidente entre el 26 de enero, cuando el Tribunal Supremo de Justicia
determinó que ella no podía ser candidata presidencial, y el 19 de
abril cuando González Urrutia fue nombrado como candidato de la PUD.
Durante ese periodo, una periodista preguntó a Francisco Palmieri,
Jefe de la Misión de EE.UU a Venezuela ubicada en Bogotá, “¿Cualquier
candidato de la oposición satisface al Gobierno de Biden?» Palmieri
respondió directamente: “Nosotros hemos, y vamos a seguir, apoyando a
María Corina Machado como candidata de la oposición democrática”.

Al adoptar esta postura, EE.UU. descartó otras opciones para derrotar
a Maduro. Manuel Rosales, por ejemplo, tenía méritos a su favor.
Además de haber sido elegido alcalde de Maracaibo y luego gobernador
del estado populoso de Zulia en tres ocasiones, su candidatura
presidencial fue apoyada por la Fuerza Vecinal, un partido nuevo que
estaba ganando popularidad.

Palmieri justificó el apoyo estadounidense a Machado argumentando que
ella había ganado las primarias de la oposición, pero Rosales no había
participado en ellas.

Además hay 9 contrincantes contra Maduro en las elecciones del 28 de
julio. La oposición de la línea dura acusa a algunos de ellos de
“colaborar” con Maduro y los etiqueta de “alacranes”. Pero no todos
pueden ser llamados, ni remotamente, “colaboradores”, como, por
ejemplo, en el caso de Ecarri.

La posición del Gobierno de Biden en cuanto a las divisiones de la
oposición conduce a varias preguntas y asuntos importantes.

Primero, y ante todo, dado el atractivo de otros candidatos
presidenciales, el apoyo incondicional de Washington a Machado no solo
constituye una intromisión en los asuntos internos de Venezuela, sino
en los asuntos internos de la oposición. Claudio Fermín, candidato
presidencial por AD en 1993 y uno de los 10 candidatos para 2024,
afirmó “yo no había visto nunca una injerencia externa de tal
naturaleza en una campaña electoral venezolana”, y agregó que ella ha
recibido “un consentimiento exultante” de algunos en Venezuela.

El apoyo inquebrantable de Washington a Machado posiblemente está
relacionado con su versión extrema del neoliberalismo que incluye la
privatización de la industria petrolera.

Es posible que Washington también vea con buenos ojos la línea dura de
Machado hacia los chavistas. Durante el Gobierno de Trump, Machado
incluso solicitó a Washington que suspendiera sus esfuerzos de
establecer un diálogo con Maduro, que, para ella, era nada más que un
“fraude”. Ella también rechazó la “impunidad” para los chavistas a
quienes acusa de “criminales y mafiosos que han utilizado el dinero
proveniente del narcotráfico y la comida de los venezolanos”.

Esta línea dura contrasta con la posición del encuestador opositor
Luis Vicente León quien sostiene que las negociaciones entre la
oposición y el Gobierno de Maduro son necesarias e inevitables,
independientemente del resultado de las elecciones del 28 de julio. Su
argumento cobra relevancia dado que el nuevo mandato presidencial no
comienza hasta 6 meses después de esa fecha.

La decisión de Machado de nombrar un sustituto y centrar la campaña en
su figura personal parece destinada a desafiar al Gobierno que ha
prohibido su candidatura. Su estrategia confrontativa apunta a romper
radicalmente con el pasado chavista y allanar el camino para la
implementación del tipo del neoliberalismo que ella apoya.

Los medios de comunicación corporativos: Firmes aliados de Machado

Los medios han detallado cada una de las acusaciones contra el
Gobierno de Maduro por violar las normas democráticas durante el
proceso electoral. Sin embargo, no han informado sobre la violación
más significativa del principio de la democracia: los devastadores
efectos de las sanciones que van a influenciar a que muchos
venezolanos opten por votar por la oposición como la única vía para
normalizar las relaciones con Washington. Así que los medios
corporativos omitieron las declaraciones del ex-presidente colombiano
Ernesto Samper quien describió las sanciones como una forma de
“colonialismo monetario” y una intromisión en los asuntos internos de
Venezuela y otros países.

Los medios corporativos han actuado como una caja de resonancia para
las afirmaciones de Machado, incluso aquellas que algunos consideran
dudosas.

Su alegato de contar con un apoyo abrumador tanto nacional como
internacional refuerza dos de sus argumentos centrales. Primero, que
ella tenía el derecho de escoger al candidato de la oposición. Y
segundo, que en esta ocasión, y a diferencia de los años anteriores,
el abstencionismo electoral no es necesario. Sin embargo ¿son creíbles
estas afirmaciones? Hay hechos que las ponen en duda.

Los resultados anunciados de las primarias de la oposición el pasado
octubre, que dieron a Machado un 92% de los votos, han sido objeto de
cuestionamiento. Machado había vetado la incorporación del Consejos
Nacional Electoral (CNE) en el proceso de las primarias. En contraste,
Henrique Capriles y otros líderes de la centro-derecha favorecieron su
participación en base de que el CNE ofreció un mayor apoyo logístico
que incluía 5000 centros de votación.

Las primarias fueron supervisadas por la ONG “Súmate.” Machado es
fundadora y previamente vicepresidente de Súmate, que estableció 3000
centros de votación, algunos de ellos en casas particulares. Súmate ha
sido denunciada por recibir fondos del notorio National Endowment for
Democracy. Teodoro Petkoff, destacado líder de la oposición, lo acusó
por practicar un estilo autoritario. Petkoff, quien fue pre-candidato
presidencial en 2006 (y luego asesor principal del candidato Manuel
Rosales para las mismas elecciones), anunció que no participara en las
primarias de ese año organizadas por Súmate, precisamente por la falta
de confianza en esa organización.

Carlos Prosperi de AD, candidato en las primarias en octubre del año
pasado, rechazó los resultados anunciados por Súmate. Su acusación fue
reforzada por el hecho de que Súmate no auditó el conteo y que los
votos fueron quemados inmediatamente después del escrutinio.

Luis Vicente León también ha puesto en duda la afirmación de Machado
de que González cuenta con el 80% de apoyo electoral, destacando que
los mítines de Capriles en la campaña presidencial de 2012 fueron
“absoluta y claramente superiores a las movilizaciones de Machado”.

León, quien claramente simpatiza con González, sostiene que hay
demasiadas variables en juego para predecir una victoria de González
el 28 de julio. Plantea la posibilidad de que mediante lo que denomina
“ingeniería electoral” (muy distinto a fraude electoral), Maduro puede
ganar las elecciones. Como ejemplo, señala la posibilidad de colas
excesivamente largas en los centros de votación de áreas de clase
media donde el sentimiento anti-chavista es notablemente fuerte.

Este análisis contrasta con las declaraciones de Machado, ampliamente
difundidas por los medios corporativos, de que Maduro sólo podría
ganar medianamente un “fraude gigantesco”.

Machado y el surgimiento de la derecha extrema a nivel internacional

Machado recibió menos del 4% de los votos en las primarias de la
oposición para las elecciones presidenciales de 2012. Su ascenso como
líder “principal de la oposición” refuerza los esfuerzos por crear lo
que algunos llaman “un internacional reaccionario emergente” o, como
lo describe Steven Forti en la revista NACLA, una especie de “familia
global” de la extrema derecha.

Las posiciones de Machado en su mayoría coinciden con los dirigentes y
movimientos reaccionarios que han surgido en el siglo 21 en América
Latina. Su defensa al capitalismo tipo laissez faire, que incluye la
desregulación para “estimular la iniciativa privada”, apunta hacia un
neoliberalismo estilo “shock-treatment”. Esta misma tendencia se
asemeja al compromiso de Javier Milei de “destruir el Estado desde
adentro”, como también la defensa del “legado económico de Pinochet”
por parte del ultraderechista chileno José Antonio Kast.

Las posiciones de Machado sobre las relaciones internacionales también
están alineadas con la visión geopolítica de la ultraderecha en otras
partes del continente. No oculta su sentimiento pro-EE.UU., y su
hostilidad hacia sus adversarios incluyendo a Rusia, China e Irán. En
este sentido, predice que “una vez que logremos lo que vamos a lograr
en Venezuela, eso sí que va a ser una estocada final para regímenes
como los de Nicaragua y Cuba”.

Uno de los aspectos distintivos de la ultra derecha es su odio hacia
la izquierda, un sentimiento que la retórica de Machado refleja
claramente. Ella critica fuertemente al Foro de São Paulo al que
implícitamente acusa de “múltiples dinámicas criminales que van desde
la corrupción feroz y obscena hasta el financiamiento del
narcotráfico, pasando por la presencia de grupos irregulares y
terroristas”.

Sin embargo, en su favor y a diferencia de la ultraderecha en otras
partes del mundo, Machado ha adoptado posiciones relativamente
moderadas en temas sociales como el matrimonio gay, el cual acepta, y
los derechos reproductivos de las mujeres.

Machado es una internacionalista. No sólo abraza posiciones
reaccionarias sino que también ha expresado abiertamente su apoyo y ha
establecido relaciones con líderes derechistas en Europa, Israel y
América Latina.

Al igual que la ultraderecha en otras partes, Machado toma partido en
elecciones a favor de sus contrapartes ideológicas en otros países. En
las elecciones argentinas de 2023, esperaba por la “derrota definitiva
del Kirchnerismo” mientras que elogiaba a Milei como “super claro,
audaz, y lleno de energía”. Manteniendo vínculos con el Partido
Popular derechista de España, Machado también enfatiza su relación
especial con el partido ultraderechista Vox, el cual de acuerdo con
la revista Jacobin “desempeña un papel central en la emergencia de un
internacional reaccionario”, mientras llama a Santiago Abascal,
dirigente principal de ese partido, su “amigo”.

El apoyo que Machado recibe de sus aliados de la ultraderecha es más
pronunciado que el de los centristas. En una entrevista con Machado
transmitida por YouTube, el ex–presidente de Colombia, el derechista
Iván Duque, calificó a la oposición venezolana como “la resistencia”.
Además, al igual que Machado en ese entonces, afirmó que Chávez
realmente perdió la elección revocatoria en 2004, a pesar de haber
sido declarado ganador con 59% del voto, un resultado validado por el
Centro Carter.

Machado, al igual que Milei y Bolsonaro, encarna el populismo: es una
figura carismática y polarizadora con un discurso maniqueo sin el
soporte de un partido político fuerte.

En muchos países, la centro derecha (como el Partido Popular en
España, los dirigentes del Partido Republicano en los EE.UU.) han
pactado o aceptado los términos impuestos por la ultraderecha. En
otros países los partidos centristas tradicionales han visto su apoyo
reducido considerablemente o han sido desplazados por la ultraderecha
como en Colombia y Argentina.

La polarización detrás de estas tendencias es precisamente lo que está
ocurriendo en Venezuela. En ese país, el 28 de julio, los votantes
escogerán entre un candidato de la ultraderecha y Nicolás Maduro,
situado al lado izquierdo del espectro político. Independientemente de
los resultados electorales, los líderes de la centro-derecha de la PUD
no se recuperarán fácilmente de las heridas causadas por la
ultraderechista María Corina Machado.

Steve Ellner es profesor de Historia Económica, jubilado de la
Universidad de Oriente en Venezuela, y actualmente un editor asociado
de la revista Latin American Perspectives. Es autor de El fenómeno
Chávez: sus orígenes y su impacto (Editorial Tropykos y el Centro
Nacional de Historia) y compilador de La izquierda latinoamericana en
el poder: Cambios y enfrentamientos en el siglo XXI (CELARG).

Traducido con la ayuda de Carmen Sánchez de Ellner y Michelle María Ellner.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.



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