El 22 de julio se celebró la primera jornada de Estados del Futuro, un evento paralelo al G20 que pretende desenredar la acción estatal para el próximo siglo. Temas como el ascenso del sur global y el orden multipolar fueron los más destacados.
A la reunión asistieron la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, la ex alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos y expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, así como el presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES), Aloizio Mercadante, y la ministra de Gestión de Brasil, Esther Dweck.
En su discurso de apertura, Mercadante hizo hincapié en la encrucijada en la que se encuentran Brasil y otros países de América Latina.
Las políticas proteccionistas del comercio y las subvenciones vuelven a estar en el centro de las acciones de Estados Unidos, Europa y China, que concentran el 73% de las políticas industriales del mundo.
"Estamos asistiendo a un desacoplamiento, (...) a una fragmentación entre las economías orientales y occidentales. Es el mayor cambio en las cadenas de valor mundiales. Y los países del Sur se enfrentan a un dilema gigantesco (...), que es cómo posicionarse y cómo participar en esta reorganización económica global", señaló Mercadante.
En este sentido, opina que los BRICS tienen un papel decisivo en la geopolítica mundial, siendo más importantes desde el punto de vista económico que el G7.
En su turno, Dilma Rousseff destacó que los avances tecnológicos de algunos de los países BRICS, China, la India y Rusia, entre ellos, ponen en jaque el tradicional liderazgo del G7 en el ámbito de la innovación.
Un área en la que estas naciones hacen frente la hegemonía occidental, indicó, es en el desarrollo de soluciones contra el uso del dólar como arma, tal y como se ha convertido el SWIFT.
"Es el caso de la plataforma mBridge, que reúne a países de Asia, Oriente Medio y Latinoamérica; Interfaz Unificada de Pagos [UPI], que es una plataforma con sede en la India; y el propio Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros [SPFS] de Rusia", detalló Rousseff.
No puede ser un Estado mínimo
En este contexto, desde el punto de vista de Rousseff, "el papel del Estado ha vuelto a ser tema de debate en todo el mundo". Sostuvo que el "llamado pensamiento único" que construyó la falsa oposición entre el Estado y el mercado e impuso en el sur global el prejuicio contra la acción del Estado está siendo cuestionado por las acciones de las propias economías desarrolladas.
Aloizio Mercadante coincidió con la expresidenta brasileña en cuanto a que el papel del Estado se está revisando en la comunidad mundial.
"El Consenso de Washington (...) ya no es un consenso ni en Washington ni, que yo sepa, en Chicago [ciudad que da nombre a la escuela neoliberal de economía más destacada de EEUU]", manifestó.
Rousseff agregó que las medidas proteccionistas y las subvenciones industriales no son el único aspecto de este retorno al Estado como actor económico. En los últimos años, las economías desarrolladas han recurrido a un "aumento brutal de la deuda" como forma de mantener el crecimiento económico. La deuda pública estadounidense alcanzó los 34 mil millones de dólares.
El caso de EEUU también debilita el desarrollo de otros países, ya que "secuestra la liquidez internacional y atrae una parte significativa de los recursos internacionales" que, de otro modo, estarían disponibles para las economías emergentes.
"La mano que debería ser invisible se convierte en la mano más visible del Estado, que practica una política industrial activa y una clara intervención en la economía nacional e internacional. En realidad, no es que estén pateando las escaleras. Hay quienes intentan derribar el edificio. Para construir un nuevo futuro, el Estado no puede ser un Estado mínimo", concluyó Mercadante.
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