Por Jair de Souza | 28/01/2025 | EE.UU.
Fuentes: Rebelión
Con la toma de posesión de Donald Trump al frente del imperio estadounidense, pudimos ver que, entremezclado con sus diversos arrebatos neocolonialistas, imperialistas y racistas, se ha hecho evidente su inmensa furia contra quienes proponen que el dólar deje de jugar el papel de moneda base para el comercio internacional.
Sin embargo, por desagradable que nos resulte la idea, nos vemos obligados a admitir que, desde el punto de vista del presidente recién investido, así como de quienes comparten sus intereses, hay razones fundadas que justifican esta posición. Trump sabe muy bien que no hay ninguna, repitiendo enfáticamente para que no quede duda, NINGUNA posibilidad de que los Estados Unidos mantengan su hegemonía en el mundo sin contar con la exclusividad de tener su propia moneda funcionando como medio de pago aceptado y válido de manera generalizada.
Así, para su propia supervivencia como capitanes indiscutidos en el campo geopolítico del imperialismo, es fundamental que el dólar siga operando como esa varita mágica que logra transferir al resto del mundo todos los gastos gigantescos en que incurre el imperio para salvaguardar su poder y mando. Sin esta fabulosa herramienta, los Estados Unidos tendrían que volver a depender de sus propios esfuerzos productivos para salirse bien en el ámbito internacional.
Como nos hemos atrevido a mencionar en otras ocasiones, en términos de eficiencia económica neta, los Estados Unidos ya han sido superados por un amplio margen por otras potencias. En comparación con la agilidad y la eficiencia de la República Popular China, por ejemplo, la máquina productiva estadounidense se asemeja a un carro tirado por caballos que cojean.
Pero, en la actualidad, hay dos puntos que sirven de pilares para la permanencia de los Estados Unidos como potencia que lleva la voz cantante en la definición del destino de la humanidad: su abrumadora hegemonía en términos militares, con más de 900 bases repartidas por los puntos más estratégicos de todos los continentes; y un control muy amplio de los medios de comunicación, que les permite librar guerras informativas (o mejor dicho, desinformativas) para hacer valer sus intereses.
Sin embargo, los dos puntos cruciales mencionados anteriormente sólo pueden subsistir debido a un tercero: la posibilidad de que su propia moneda sea empleada como instrumento general para la efectivización de las transacciones económicas que se llevan a cabo entre las diferentes naciones del planeta. En consecuencia, es este último punto el que actúa como baluarte en la defensa de la supremacía estadounidense en relación con todos los demás países del mundo, no obstante su enorme PARASITISMO.
Por lo tanto, es totalmente comprensible que Donald Trump se rebele contra quienes se atreven a tocar el tema de la desdolarización de la economía mundial. Es que él sabe muy bien que eso equivaldría a una patada en la espinilla del imperialismo, a una completa inviabilización del aparato financiero que les da a los Estados Unidos el poder de atemorizar a sus adversarios e incluso a sus aliados, y con eso siempre hacer prevalecer lo que más les conviene a ellos.
En consecuencia, no hay cómo no estar de acuerdo con la conclusión de que Trump tiene razón en su diagnóstico acerca de la amenaza que se cierne sobre los Estados Unidos cuando se insinúa la necesidad de eliminar al dólar como moneda básica del comercio internacional. Para él y para todos aquellos que se benefician de la explotación imperialista, la verdad no podría ser más clara.
Ahora bien, nuestras palabras en contra de la continuación de esta aberración deben dirigirse al resto del mundo, es decir, a la gran mayoría de la humanidad. Somos nosotros los que debemos convencernos de que no es posible que haya justicia y armonía mientras persista este inaceptable mecanismo que descarga en las espaldas de los habitantes de los países subyugados todos los costos gigantescos en que incurre el imperialismo para mantener la máquina de muerte y opresión erigida con el objetivo de imponer sus designios a todos los demás pueblos de la Tierra.
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https://rebelion.org/trump-y-la-furia-de-los-parasitos/
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