Introducción.- Al publicar el portal www.Rebelion.org , el pasado 4 de junio de 2015, mi artículo La Hora de la Verdad Histórica, sobre el tema de la Comisión de la Verdad; aún no se había dado el Acuerdo para su creación en La Mesa de La Habana. En dicho artículo prometí volver sobre el tema en aspectos como el de la participación de la comunidad en esa Comisión y el trabajo de la misma. Hoy, alcanzado ese logro, valida la importancia del tema en una inquietud ya expresada en mi artículo De Las Comisiones y el Conflicto Bélico en Colombia, igualmente publicado en el mismo portal el día 15 de abril de 2014. Por ello concluyo con la exposición del tránsito de lo veraz a la Verdad, en el entendido que no todo lo veraz, es verdad. Como la competencia de la Comisión de la Verdad es amplia, abarcando casos individuales y priorizando en lo de efectos colectivos, traigo a colación un ejemplo para concluir lo hasta aquí tratado. Conocido el impacto social causado por la exhibición de un miembro inferior de un soldado mutilado por la explosión de una mina en el municipio Norte santandereano de Convención, nos encontramos ante un hecho veraz. Elevada la respetada posición del E.L.N, que niega el hecho al respecto y la infundada o no posición del ejército nacional que difunden los medios; constituiría en un caso típico de atención de esclarecimiento por parte de la Comisión de la Verdad, sin que ninguna de las partes involucradas tenga que acudir a una instancia internacional.
Sobre Memoria – Verdad – Justicia.
Es un trípode para la mesa de cuatro patas, relacionados entre sí.
Sobre la MEMORIA SOCIAL diríamos que es un rendimiento propio de la memoria de la sociedad, abstrayéndonos del individuo, del ser social. En el colectivo social esa función de la memoria tiende a olvidar. Se trata de lograr en la búsqueda de pasado para el presente, distinguiendo entre olvidar y recordar. Es un trabajo político el de la permanencia de la memoria colectiva, bajo la premisa del recuerdo. Los cientistas sociales lo denominan la “oscilación” entre lo sucedido y lo recordado; puesto que a diferencia del individuo la sociedad no almacena; de allí la implementación de la conmemoración, de las fechas, para el recuerdo. También la máxima que un pueblo, que olvida, que no recuerda, está condenado a repetir. Por ello es que también conversamos de una memoria colectiva, de la comunidad.
La labor pedagógica de los activistas sociales va en la búsqueda de esculpir nuestra propia identidad social. Como hemos experimentado, los recuerdos del pasado no los han querido imponer en beneficio de intereses sociales minoritarios y ello por la importancia en mantener la legitimad de un sistema o estado de cosas, mediante el engaño imperante, puesto que está en juego el logro de la deslegitimación, favoreciendo consecuentemente el cambio.
En estos análisis políticos y sociales resulta primordial acudir a la reconstrucción de datos sobre el pasado. Ello contribuye a la mediación para la explicación de la Catástrofe Social y del Trauma Social, que no son aspectos de análisis en este momento. Por ello el uso de la tradición, del relato de los abuelos, del cuento popular, reviste esencial importancia, en lo preciado que significa el recuerdo y la memoria sociales.
El amplio espectro de función de la Comisión de la verdad contribuirá al papel de los historiadores. Del papel de los historiadores burócratas, regionales o nacionales, de relatar lo que pasó, a relatar lo que realmente sucedió y pasó, pregona algo esencial. Supera al relato y centra en lo que realmente sucedió y no en la simple “reconstrucción” de lo que pasó, en el proceso del mal uso de los datos del pasado. Es decir, se constituye la memoria como uso de investigación y de explicación para la corrección de memorias equivocadas y falsas, que es lo imperante. Definitivamente avizora derroteros de cambio en cómo ha sido la metodología de análisis de las ciencias sociales, incluida la Historia, en Colombia.
Un todo en torno a las victimas.
Contar con el valioso aporte de La Comisión de la Memoria Histórica y ahora con el de la creación de una Comisión para la búsqueda de lo sucedido durante la confrontación armada en Colombia; habilita el uso y aplicación de instrumentos cual rupturas de paradigmas y asienta alcances materiales o tangibles de la eficacia de los resultados de las Conversaciones en La Habana.
Asistimos a un momento en que al cierre del Ciclo 38 de las Conversaciones en La Habana, en forma conjunta, gobierno nacional e insurgencia, comuniquen la centralización del tema de las víctimas, en la búsqueda sobre derechos integrales de las Victimas para la Paz y la Reconciliación nacional. Que al constituirse las Victima en el centro de las Conversaciones, se materialicen acuerdos, con acotaciones como: 1. Reconocimiento de las víctimas: Se proponen reformas a la Ley 1448 de 2011. 2. Reconocimiento de responsabilidad, del Estado y la Insurgencia y consolidación del Nunca más. 3. Satisfacción de los derechos de las víctimas. Crear un Fondo PIB a 10 años. 4. La participación de las víctimas. 5. El esclarecimiento de la verdad: en la Comisión para Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, y cerrar el “sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición”; sin prescindir en la insistencia en que se abran los archivos de inteligencia existentes. 6. Reparación de las víctimas: un Plan Nacional de Reparación. 7. Garantías de protección y seguridad: acordando conformar una “Comisión de esclarecimiento del paramilitarismo”, y para atender a sus recomendaciones, la creación de una “Comisión de erradicación del paramilitarismo”. 8. Garantías de no repetición: derogar todo lo de…la Doctrina de la Seguridad Nacional y el enemigo interno. 9. Reconciliación: reformas estructurales para la superación de la desigualdad. De fondo, no paños de agua tibia... 10. Enfoque de derechos. Sancionar por vía expedita la vulneración de los derechos humanos, territoriales y ambientales.
La búsqueda por ese Acuerdo Sobre Victimas, de importancia centralizada, no demuestra flaquezas ni marasmo; sino por el contrario, pleno interés y resultados en el respeto de los acuerdos, pese al sofisma kantiano que “nada está acordado, hasta que todo esté acordado”.
Si es posible la busqueda de la verdad.
También aparecen contradictores a la búsqueda de la Verdad. Aplican que la Verdad real y objetiva, no existe. Obvio que no exhiben argumentos a los consistentes y existentes que conllevan a la caracterización de la Verdad única, unívoca e inequívoca. Acuden, sin argumentarlo, a la filosofía del relativismo del conocimiento y en contrasentido la hacen derivar de lo falso. Tamaña pifia cuando no se trata de una sucesión mecánica, como del logro de la confrontación científica de la realidad. Sí. Para egocentristas y subjetivistas no hay cabida en su logro. Así que un confeso reaccionario, fundamentalista, no podrá ser Árbitro comisionado en la búsqueda de la Verdad. El fundamentalismo, que toma sus “verdades” de lo tradicional y confesional y en forma fervorosa, subjetiva, la aplica a las realidades actuales, se equivoca, cuando atado a normas tradicionales y conservadoras, asume el mentís de lo del siglo pasado a lo de hoy. Atados al pasado en su manera de concebir el mundo asumen mecanismos de resistencia o de defensa para la conservación del poder y su mantenimiento a la fuerza. Construyen muros de intolerancia, con pretensiones de superioridad, creyéndose infalibles absolutos; despreciando a quien no mira o piensa igual a ellos. Ese desprecio e intolerancia se convierte en el mayor enemigo de esos energúmenos. Existen liberales laicos que reaccionan de igual manera al cambio social. Eso explica la lucha de las contradicciones internas. Pero así como hay mentes sanas de la izquierda, también afloran social-demócratas, convencidos del ejercicio de la democracia para la construcción de justicia y búsqueda de la paz. De manera que la composición de la primera fase de la Comisión de la Verdad (los 9 integrantes) tendrá su prueba de fuego en el acierto de los sendos designados, de una parte por la insurgencia y de la contraparte gubernamental; así como de la inclusión de al menos un extranjero (aunque permite hasta tres) que conforme a la situación comparada de otros países que han contado con ese instrumento, radica en aportes, no de persona física o natural, sino de entes colectivos. Al respecto asomo la sobresaliente experiencia que en Comisiones de la Verdad, en el mundo, ha desplegado la Continental Asociación Americana de Juristas (A.A.J.), con sede en Washington, como ente Consultor de las Naciones Unidas. La A.A.J, cuenta con Capitulo en Colombia y la mayoría de los países americanos; destacándose el recibo- en su seno- en Capítulos de varios países de Centro y Sur América de juristas colombianos victimas del exilio político, producto de la horrible noche de paramilitarismo, aún vigente .
La Comision de la Verdad es mandato costitucional para la obtencion de la paz.
El artículo 22 de la Constitución Política de Colombia, dice: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”. También es responsabilidad de todos los que estamos sometidos a las leyes de Colombia; es decir, la sociedad “Propender al logro y mantenimiento de la paz” (Artículo 95-6 CP).
El contradictor fundamentalista colombiano, que asume el papel de representatividad de la sociedad; es decir, la de todos los que estamos sometidos a las leyes en Colombia, yerra, como Procurador General, al restarle poder al acto presidencial de creación de la Comisión de la verdad, con la aprobación de sus Plenipotenciarios. No cumple con sus funciones de defender los intereses de la sociedad y se erige- mutuo propio- en representante de esa sociedad, manoteando la soberanía del constituyente. Esa representatividad no le ha sido otorgada. Su función es la de órgano de control para que la Constitución se cumpla. Su participación de obstáculo para parar la rueda del proceso de conversaciones de La Habana es simple y llana injerencia de participación en política en representatividad de intereses minoritarios. Pretender darle un origen de creación legal a la Comisión de la Verdad, resulta aberrante. Desconoce el ejercicio del mandato constitucional y el del Ejecutivo así constituido.
Raya en mala fe el Procurador en desconocer el Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera del 26 de agosto de 2012, suscrito entre el Gobierno de Colombia y las Farc-ep. De ese Acuerdo se desprende el funcionamiento de La Mesa de La Habana integrada por Plenipotenciarios del gobierno y de la citada fuerza insurgente, con la presencia de países participantes y garantes, lo cual dimensiona el escenario de jurisdicción internacional; que es de obligatoria observación y reconocimiento de las autoridades colombianas. Merece, por ende, refrescarle los conceptos de Plenipotenciario.
El Plenipotenciario tiene plenos poderes para tratar o negociar un asunto determinado. Es un enviado por la autoridad de un país o la facción de una fuerza rebelde. Todos han sido enviados bajo hechos puntuales, para situaciones especiales y concretas. Son todos ciudadanos y ciudadanas colombianos y colombianas enviadas y enviados al exterior para negociar un Acuerdo de Paz. Están en otro país con plenos poderes. Además, la caracterización de ser enviados en un país receptor junto con otro país facilitador, le da connotación de caracterización en el plano de las relaciones internacionales. No puede el Procurador desconocer lo reconocido por el gobierno de la Republica y la facción insurgente, como contraparte. Han actuado con plenos poderes. Pero el Procurador ha lanzado es un aullido de lobo. Le afecta la plenitud; lo pleno de la luna llena.
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