Entrevista a José Herrera Plaza sobre "Accidente nuclear en Palomares. Consecuencias (1966-2016)" (VI)
Salvador López Arnal
Rebelión
José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía ”Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares”. Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).
***
-Estamos en el tercer capítulo de tu libro. Se titula “La contaminación radiactiva”. Nos habíamos quedado en la prensa internacional. ¿Hablaron del asunto? ¿Informaron adecuadamente?
-JH.- Ya vimos en los anteriores capítulos que 3 días después del accidente el periodista de la UPI destacado en la zona, André del Amo, descubrió la implicación de armamento atómico y contaminación radiactiva. Toda la prensa mundial, menos la española, publicaría esa y cuanta evidencia fueron hallando. El problema es que por cuestiones de competencia turística algunos periódicos de Italia cargaron las tintas con titulares sensacionalistas e informaciones tóxicas basadas en rumores. Otros, por vocación editorial, como los tabloides británicos («The Sun»; «The Mirror») se emplearon a fondo y seguramente incrementaron las ventas gracias a Palomares. Pero la onda corta, que no entiende de regímenes ni fronteras, consiguió llevar algo de luz a los españoles y en especial a los vecinos afectados, fundamentalmente Radio España Independiente («La Pirenaica») y Radio París.
-¿Crees que hubo una voluntad manifiesta de minorar las consecuencias del accidente a costa de lo que fuera? ¿Las autoridades usamericanas fueron más veraces que las españolas?
-JH.- La minoración de lo sucedido y sus resultas es una constante en las declaraciones institucionales y organismos reguladores de ambos países, que no distingue entre dictadura y democracia. Es una constante recurrente en los accidentes nucleares civiles y militares y si no repasemos las hemerotecas con las declaraciones oficiales de las primeras semanas en los desastres de Chernóbil o Fukushima. Una actitud que ha durado 50 años y que no parece remitir del todo. En 1966 cada uno justificaba sus posturas: España con el daño al turismo; EEUU con la seguridad nacional en plena Guerra Fría. Como ejemplo recordemos que el Departamento de Estado tardó 44 días en reconocer el secreto a voces de que se había perdido una bomba. Eso sí, lo fácil era echarle la culpa a la Dictadura para disculparse con su población, como si en los anteriores accidentes nucleares hubiesen procedido de manera diferente.
-Una impresión: al leer con lo que vas explicando, uno tiene la sensación de que la relación USA-España, cuanto menos en este caso, parece que fuera una relación casi colonial. El Imperio manda y todo está dicho, sólo caben las comas de las notas a pie de página. ¿Me equivoco de mucho?
-JH.- Desde mi percepción, la relación entre ambos países es totalmente colonial, con un acentuado menoscabo de la soberanía nacional que comienza en 1953 con los Pactos de Madrid. Una percepción que está en consenso con la mayoría de los historiadores. Los detalles al respecto mostrados por los trabajos de Ángel Viñas son tan demoledores como tristes y nos vuelven a remitir a la teoría bakuniana sobre la inmutable voluntad del poder, en cualquier ámbito o escala, de crecer o cuanto menos permanecer a costa de lo que sea. Tampoco debemos de olvidar que Franco conocía muy bien lo que le había ocurrido a cualquier dictador de Latinoamérica o África cuando se oponía a los intereses del Imperio. La historia de los últimos 70 años está repleta de ejemplos.
-¿Hubo momentos de pánico? ¿Nos describes alguno si fue el caso?
-JH.- Un ejemplo de pánico o temor exacerbado que he podido documentar ha sido el de Pedro Sánchez Gea, maestro nacional y practicante sanitario. Probablemente de los pocos que conocía lo que les sucedió a los afectados (hibakushas) en Hiroshima y Nagasaki. Cuando se percata del secretismo que rodea a todo lo sucedido, de las mentiras oficiales y especialmente, lo que ve cuando es monitoreada la escuela (junto a su casa familiar) y ha de ser lavada para bajar las lecturas radiológicas, al igual que el patio interior de su vivienda, entonces decide, como medida de caución, mandar durante tres meses a su esposa y dos hijos a otro pueblo de la provincia.
-Hablas de nuevo de la duquesa de Medina Sidonia, de la llamada duquesa roja, de Isabel Álvarez de Toledo. ¿Qué opinión tienes del papel jugado por ella en todo esto? ¿Has leído el libro que creo que publicó no hace mucho tiempo El Viejo Topo?
-JH.- Me he leído el libro de la Duquesa, «Palomares (Memoria)», pero en su primera aparición editado por la UNED. Respecto a la opinión de sus actividades en Palomares, están condicionadas por el sacrificio de su tiempo, energía, hacienda y lo más hermoso de todo al ser condenada a un año y un día de cárcel por el Tribunal de Orden Público: su libertad personal. Al ser algo insólito en nuestra historia, que escandalizó a la sociedad de su tiempo, le he dedicado un capítulo del libro exclusivamente y de la que hablaremos extensamente en su momento. Únicamente te adelantaré que he solicitado de manera formal al Ayto. de Cuevas del Almanzora, en este año del 50º Aniversario, le dedique una calle principal de la barriada y me he permitido sugerir un sencillo acto que cuente con aquella persona con la que compartió su vida en las últimas décadas, actual presidenta de la Fundación Medina Sidonia, Liliane Dahlmann, Duquesa viuda de Medina Sidonia. Veremos.
El científico Eduard Rodríguez i Farré participó como experto y consultor de Greenpeace cuando esta ONG ayudaba y asesoraba a Palomares en el 20º Aniversarios del Accidente. De izda. a dcha. la alcaldesa Antonia Flores, Eduard y Jordi Bigas, rehidratándose en la Playa de Quitapellejos de Palomares el caluroso agosto de 1986. (Foto: La Voz de Almería).
-Citas a Eduard Rodríguez Farré. ¿Te has entrevistado con él? ¿Qué impresión has sacado? El también conoce bien el tema
-JH.- Te diré a ti y a quien lea estas líneas, que Eduard ha sido la única persona formada en temas nucleares, junto con Francisco Castejón, responsable nacional de esta materia en Ecologistas en Acción, que ha hablado de manera independiente y crítica. Durante estas décadas he hallado otros profesionales inmersos en la autocrítica del sector donde trabajaban, pero estaban condicionados por un ambiente que marca el lobby, donde la libertad de expresión no existe plenamente y que tú y Eduard habéis expuesto en vuestro libro. Toda crítica o información puede ser considerada una falta de lealtad que condicione su futuro profesional o el de futuros convenios de investigación del departamento académico donde trabajen. Otra gran virtud de Eduard es que está especializado en toxicología, lo que resulta fundamental para poder interpretar y evaluar los riesgos de los actínidos dejados en una zona poblada. Por último, Eduard es docente también. Sabe transmitir y divulgar y posee, por si fuera poco, una personalidad en extremo afable que facilita la transferencia de conocimientos. En su día tuvimos la ventura de entrevistarle para el documental «Operación Flecha Rota».
Desearía recordar que Eduard participó junto a un equipo multidisciplinar, cuando se cumplió el vigésimo aniversario, en la elaboración de un documento decisivo para la interpretación de lo sucedido en esos 20 años, del Centre de Análisis i Programes Sanitaris, donde se describen las medidas de descontaminación, según la versión oficial. Allí se denunció sus contradicciones o puntos oscuros y la voluble sistemática seguida en el estudio a largo plazo del comportamiento de los distintos isótopos del plutonio en las personas y el medioambiente, llamado en clave: Proyecto Indalo. A pesar de que en aquellos años no se habían aún desclasificado muchas fuentes, sus conclusiones, dudas y reservas apuntaban a un comportamiento desleal y perverso con los vecinos y la opinión pública, de una Historia Oficial llena de falsedades, que la luz de la documentación primaria se ha encargado posteriormente de confirmar.
-¿Quién es, quién fue Mister Plutonium? ¿Por qué ese nombre tan atómico? ¿Qué papel jugó en el caso de Palomares?
-JH.- Mr. Plutonium era el sobrenombre que se le había dado al bioquímico de formación, Wright H. Langham por su especialización en esta sustancia. Poseía un curriculum impresionante, pero no solo desde el punto de vista profesional, también del humano: había participado en el Proyecto Manhatan en la construcción de las bombas de destrucción masiva e indiscriminada para la población civil indefensa de Hiroshima y Nagasaki. Posteriormente se centró en los desconocidos efectos biológicos del plutonio. Para ello comenzó realizando experimentación de todo tipo con esta sustancia a cientos de canes de raza beagle. Puesto que toda su investigación se hizo en programas militares, aplicó indiscriminadamente la consigna tan frecuente en esos ámbitos y en la política: el fin justifica los medios. Así que por el bien de la Ciencia, sin ningún tipo de reserva moral, siguió con los experimentos, pero esta vez en humanos, casualmente siempre en aquellos que pertenecían a minorías étnicas (italianos, afroamericanos e hispanos) o excluidos sociales. Por supuesto que saltándose todas las salvaguardas legales y bioéticas, como pedirles permiso a sus cobayas humanas. Con todo ese trabajo de campo elaboró la fórmula de excreción de plutonio en orina que se utilizaría en Palomares para dilucidar si habían sufrido contaminación interna.
Dr. Wright Haskell Langham, conocido como Mr. Plutonium, fue el diseñó la estrategias de descontaminación y el que evaluó la posibilidad de que quedara la zona como laboratorio vivo. Puesto que los protocolos analíticos de entonces tenían unos mínimos detectables altos, fue preciso una descontaminación parcial, que además ahorró mucho dinero y esfuerzo al Gobierno norteamericano.
Esa persona llegó a Palomares con dos cometidos relacionados: evaluar la posibilidad de convertir el escenario en un laboratorio para seguimiento y experimentación y ahorrar al contribuyente norteamericano el mayor dispendio posible. Una descontaminación modélica, tal como se habían comprometido, hubiese impedido la experimentación. Él continuó con la misma pauta de los EEUU: jamás se consultó a los habitantes sobre lo que se iba a quedar y sus riesgos, de la misma manera que el Gobierno español actual (PP) no ha consultado, ni consulta con los afectados los inaceptables niveles residuales detallados en el acuerdo Kerry-Margallo de 2015. La historia tiende a repetirse – como decía Marx – la primera vez como drama, la segunda como farsa.
-¿Hubo presión para que se hicieran experimentos con personas –digo bien: con personas- para conocer las consecuencias del plutonio? ¿De quién o quiénes partieron las órdenes? ¿Se llegaron a realizar?
-JH.- No hubo presión alguna, ni hizo falta. Con la sagacidad de unos y la candidez de los otros, fue suficiente. El ofrecimiento oficial para iniciar el Proyecto Indalo, realizado por carta un mes y 8 días más tarde del accidente es: realizar una investigación sobre diversos aspectos en materia de salud y seguridad al liberarse materiales fisionables en un entorno rural y agrícola. Redactado de esta manera puede ser interpretado de varias maneras. Los españoles de la Junta de Energía Nuclear lo tomaron como un sistema de control y salvaguarda de los residentes sobre una radiación que amenazaba con perpetuarse en la zona. Tengamos en cuenta que los norteamericanos seguían presionando para obtener unas rebajas en los criterios de descontaminación. Desde hacía varias semanas se habían topado con la tenacidad del doctor coronel Eduardo Ramos. Las negociaciones estaban en vía muerta. Para desbloquear a su favor los acuerdos, la resabiada Comisión de Energía Atómica (AEC) echa mano de dos carnadas: palabras de holgada semántica léxica (salud y seguridad) y el cebo principal consistente en promesas de una generosa dotación anual en metálico y los equipos dosimétricos y analíticos más modernos. A partir de ahí, las renuencias de la JEN y el Gobierno español terminan. Carta blanca para la voluntad y el antojo norteamericano.
-Te cito de nuevo: “Repetir hasta la saciedad que no había contaminación en el aire es una manera muy efectiva de dotar a la impostura de un rango de veracidad”. ¿Hubo entonces contaminación, no hay duda? ¿Quién abonó esa impostura? ¿Hubo en todo este asunto la colaboración falsaria de científicos españoles o usamericanos?
-JH.- La estructura de las falacias en la historia de la humanidad se levanta con dos tipos de pilares. Por un lado, la reiteración permanente de su enunciado. Por otro, la destrucción u ocultación de cualquier evidencia o prueba que la desmonte o contradiga. Si cada vez que hacía viento superior a 17-20 km/h quedaba demostrado científicamente que se generaba resuspensión de los actínidos presentes en el suelo - incluso 20 años más tarde - entonces era imposible que no sucediera lo mismo en los primeros 10-20 días, hasta que se pone en marcha la «Operación sin polvo», con el regado diario de algo más de 100 ha. Al repasar los pocos análisis disponibles de esos primeros días, en los que todos sin excepción daban sospechosamente cero, me percaté que siempre coincidían con días de calma. La deposición del dióxido de plutonio en la tierra es rápida, pues pesa 11 veces más que el agua. Es asumible que en momentos de calma chicha el aire está totalmente limpio, incluso de la fracción respirable de partículas (0-10 micras). Sin embargo, aquellas jornadas con vientos fuertes no había registros de análisis de aire. Del día siguiente al accidente, el18 de enero al 31 de ese mismo mes, existen 7 días con vientos superiores a 17 km/h, donde no consta ni un análisis. Los únicos resultados disponibles son 17 análisis negativos los días 24, 27 y 28, con brisas medias de 6 y 5 km/h. Los únicos 5 positivos del día 29 se calificaron de insignificantes. Soplaba un viento de 12 km/h. La misma pauta va a continuar en febrero.
-Son muchas preguntas. Si te parece lo dejamos aquí y continuamos por el apartado que nos queda, por el 3.3. Primer mapa radiométrico.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=212450
Periódico Alternativo publicó esta noticia siguiendo la regla de creative commons. Si usted no desea que su artículo aparezca en este blog escríbame para retirarlo de Inmediato
Sigue @tuiterdemario
Salvador López Arnal
Rebelión
José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía ”Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares”. Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).
***
-Estamos en el tercer capítulo de tu libro. Se titula “La contaminación radiactiva”. Nos habíamos quedado en la prensa internacional. ¿Hablaron del asunto? ¿Informaron adecuadamente?
-JH.- Ya vimos en los anteriores capítulos que 3 días después del accidente el periodista de la UPI destacado en la zona, André del Amo, descubrió la implicación de armamento atómico y contaminación radiactiva. Toda la prensa mundial, menos la española, publicaría esa y cuanta evidencia fueron hallando. El problema es que por cuestiones de competencia turística algunos periódicos de Italia cargaron las tintas con titulares sensacionalistas e informaciones tóxicas basadas en rumores. Otros, por vocación editorial, como los tabloides británicos («The Sun»; «The Mirror») se emplearon a fondo y seguramente incrementaron las ventas gracias a Palomares. Pero la onda corta, que no entiende de regímenes ni fronteras, consiguió llevar algo de luz a los españoles y en especial a los vecinos afectados, fundamentalmente Radio España Independiente («La Pirenaica») y Radio París.
-¿Crees que hubo una voluntad manifiesta de minorar las consecuencias del accidente a costa de lo que fuera? ¿Las autoridades usamericanas fueron más veraces que las españolas?
-JH.- La minoración de lo sucedido y sus resultas es una constante en las declaraciones institucionales y organismos reguladores de ambos países, que no distingue entre dictadura y democracia. Es una constante recurrente en los accidentes nucleares civiles y militares y si no repasemos las hemerotecas con las declaraciones oficiales de las primeras semanas en los desastres de Chernóbil o Fukushima. Una actitud que ha durado 50 años y que no parece remitir del todo. En 1966 cada uno justificaba sus posturas: España con el daño al turismo; EEUU con la seguridad nacional en plena Guerra Fría. Como ejemplo recordemos que el Departamento de Estado tardó 44 días en reconocer el secreto a voces de que se había perdido una bomba. Eso sí, lo fácil era echarle la culpa a la Dictadura para disculparse con su población, como si en los anteriores accidentes nucleares hubiesen procedido de manera diferente.
-Una impresión: al leer con lo que vas explicando, uno tiene la sensación de que la relación USA-España, cuanto menos en este caso, parece que fuera una relación casi colonial. El Imperio manda y todo está dicho, sólo caben las comas de las notas a pie de página. ¿Me equivoco de mucho?
-JH.- Desde mi percepción, la relación entre ambos países es totalmente colonial, con un acentuado menoscabo de la soberanía nacional que comienza en 1953 con los Pactos de Madrid. Una percepción que está en consenso con la mayoría de los historiadores. Los detalles al respecto mostrados por los trabajos de Ángel Viñas son tan demoledores como tristes y nos vuelven a remitir a la teoría bakuniana sobre la inmutable voluntad del poder, en cualquier ámbito o escala, de crecer o cuanto menos permanecer a costa de lo que sea. Tampoco debemos de olvidar que Franco conocía muy bien lo que le había ocurrido a cualquier dictador de Latinoamérica o África cuando se oponía a los intereses del Imperio. La historia de los últimos 70 años está repleta de ejemplos.
-¿Hubo momentos de pánico? ¿Nos describes alguno si fue el caso?
-JH.- Un ejemplo de pánico o temor exacerbado que he podido documentar ha sido el de Pedro Sánchez Gea, maestro nacional y practicante sanitario. Probablemente de los pocos que conocía lo que les sucedió a los afectados (hibakushas) en Hiroshima y Nagasaki. Cuando se percata del secretismo que rodea a todo lo sucedido, de las mentiras oficiales y especialmente, lo que ve cuando es monitoreada la escuela (junto a su casa familiar) y ha de ser lavada para bajar las lecturas radiológicas, al igual que el patio interior de su vivienda, entonces decide, como medida de caución, mandar durante tres meses a su esposa y dos hijos a otro pueblo de la provincia.
-Hablas de nuevo de la duquesa de Medina Sidonia, de la llamada duquesa roja, de Isabel Álvarez de Toledo. ¿Qué opinión tienes del papel jugado por ella en todo esto? ¿Has leído el libro que creo que publicó no hace mucho tiempo El Viejo Topo?
-JH.- Me he leído el libro de la Duquesa, «Palomares (Memoria)», pero en su primera aparición editado por la UNED. Respecto a la opinión de sus actividades en Palomares, están condicionadas por el sacrificio de su tiempo, energía, hacienda y lo más hermoso de todo al ser condenada a un año y un día de cárcel por el Tribunal de Orden Público: su libertad personal. Al ser algo insólito en nuestra historia, que escandalizó a la sociedad de su tiempo, le he dedicado un capítulo del libro exclusivamente y de la que hablaremos extensamente en su momento. Únicamente te adelantaré que he solicitado de manera formal al Ayto. de Cuevas del Almanzora, en este año del 50º Aniversario, le dedique una calle principal de la barriada y me he permitido sugerir un sencillo acto que cuente con aquella persona con la que compartió su vida en las últimas décadas, actual presidenta de la Fundación Medina Sidonia, Liliane Dahlmann, Duquesa viuda de Medina Sidonia. Veremos.
El científico Eduard Rodríguez i Farré participó como experto y consultor de Greenpeace cuando esta ONG ayudaba y asesoraba a Palomares en el 20º Aniversarios del Accidente. De izda. a dcha. la alcaldesa Antonia Flores, Eduard y Jordi Bigas, rehidratándose en la Playa de Quitapellejos de Palomares el caluroso agosto de 1986. (Foto: La Voz de Almería).
-Citas a Eduard Rodríguez Farré. ¿Te has entrevistado con él? ¿Qué impresión has sacado? El también conoce bien el tema
-JH.- Te diré a ti y a quien lea estas líneas, que Eduard ha sido la única persona formada en temas nucleares, junto con Francisco Castejón, responsable nacional de esta materia en Ecologistas en Acción, que ha hablado de manera independiente y crítica. Durante estas décadas he hallado otros profesionales inmersos en la autocrítica del sector donde trabajaban, pero estaban condicionados por un ambiente que marca el lobby, donde la libertad de expresión no existe plenamente y que tú y Eduard habéis expuesto en vuestro libro. Toda crítica o información puede ser considerada una falta de lealtad que condicione su futuro profesional o el de futuros convenios de investigación del departamento académico donde trabajen. Otra gran virtud de Eduard es que está especializado en toxicología, lo que resulta fundamental para poder interpretar y evaluar los riesgos de los actínidos dejados en una zona poblada. Por último, Eduard es docente también. Sabe transmitir y divulgar y posee, por si fuera poco, una personalidad en extremo afable que facilita la transferencia de conocimientos. En su día tuvimos la ventura de entrevistarle para el documental «Operación Flecha Rota».
Desearía recordar que Eduard participó junto a un equipo multidisciplinar, cuando se cumplió el vigésimo aniversario, en la elaboración de un documento decisivo para la interpretación de lo sucedido en esos 20 años, del Centre de Análisis i Programes Sanitaris, donde se describen las medidas de descontaminación, según la versión oficial. Allí se denunció sus contradicciones o puntos oscuros y la voluble sistemática seguida en el estudio a largo plazo del comportamiento de los distintos isótopos del plutonio en las personas y el medioambiente, llamado en clave: Proyecto Indalo. A pesar de que en aquellos años no se habían aún desclasificado muchas fuentes, sus conclusiones, dudas y reservas apuntaban a un comportamiento desleal y perverso con los vecinos y la opinión pública, de una Historia Oficial llena de falsedades, que la luz de la documentación primaria se ha encargado posteriormente de confirmar.
-¿Quién es, quién fue Mister Plutonium? ¿Por qué ese nombre tan atómico? ¿Qué papel jugó en el caso de Palomares?
-JH.- Mr. Plutonium era el sobrenombre que se le había dado al bioquímico de formación, Wright H. Langham por su especialización en esta sustancia. Poseía un curriculum impresionante, pero no solo desde el punto de vista profesional, también del humano: había participado en el Proyecto Manhatan en la construcción de las bombas de destrucción masiva e indiscriminada para la población civil indefensa de Hiroshima y Nagasaki. Posteriormente se centró en los desconocidos efectos biológicos del plutonio. Para ello comenzó realizando experimentación de todo tipo con esta sustancia a cientos de canes de raza beagle. Puesto que toda su investigación se hizo en programas militares, aplicó indiscriminadamente la consigna tan frecuente en esos ámbitos y en la política: el fin justifica los medios. Así que por el bien de la Ciencia, sin ningún tipo de reserva moral, siguió con los experimentos, pero esta vez en humanos, casualmente siempre en aquellos que pertenecían a minorías étnicas (italianos, afroamericanos e hispanos) o excluidos sociales. Por supuesto que saltándose todas las salvaguardas legales y bioéticas, como pedirles permiso a sus cobayas humanas. Con todo ese trabajo de campo elaboró la fórmula de excreción de plutonio en orina que se utilizaría en Palomares para dilucidar si habían sufrido contaminación interna.
Dr. Wright Haskell Langham, conocido como Mr. Plutonium, fue el diseñó la estrategias de descontaminación y el que evaluó la posibilidad de que quedara la zona como laboratorio vivo. Puesto que los protocolos analíticos de entonces tenían unos mínimos detectables altos, fue preciso una descontaminación parcial, que además ahorró mucho dinero y esfuerzo al Gobierno norteamericano.
Esa persona llegó a Palomares con dos cometidos relacionados: evaluar la posibilidad de convertir el escenario en un laboratorio para seguimiento y experimentación y ahorrar al contribuyente norteamericano el mayor dispendio posible. Una descontaminación modélica, tal como se habían comprometido, hubiese impedido la experimentación. Él continuó con la misma pauta de los EEUU: jamás se consultó a los habitantes sobre lo que se iba a quedar y sus riesgos, de la misma manera que el Gobierno español actual (PP) no ha consultado, ni consulta con los afectados los inaceptables niveles residuales detallados en el acuerdo Kerry-Margallo de 2015. La historia tiende a repetirse – como decía Marx – la primera vez como drama, la segunda como farsa.
-¿Hubo presión para que se hicieran experimentos con personas –digo bien: con personas- para conocer las consecuencias del plutonio? ¿De quién o quiénes partieron las órdenes? ¿Se llegaron a realizar?
-JH.- No hubo presión alguna, ni hizo falta. Con la sagacidad de unos y la candidez de los otros, fue suficiente. El ofrecimiento oficial para iniciar el Proyecto Indalo, realizado por carta un mes y 8 días más tarde del accidente es: realizar una investigación sobre diversos aspectos en materia de salud y seguridad al liberarse materiales fisionables en un entorno rural y agrícola. Redactado de esta manera puede ser interpretado de varias maneras. Los españoles de la Junta de Energía Nuclear lo tomaron como un sistema de control y salvaguarda de los residentes sobre una radiación que amenazaba con perpetuarse en la zona. Tengamos en cuenta que los norteamericanos seguían presionando para obtener unas rebajas en los criterios de descontaminación. Desde hacía varias semanas se habían topado con la tenacidad del doctor coronel Eduardo Ramos. Las negociaciones estaban en vía muerta. Para desbloquear a su favor los acuerdos, la resabiada Comisión de Energía Atómica (AEC) echa mano de dos carnadas: palabras de holgada semántica léxica (salud y seguridad) y el cebo principal consistente en promesas de una generosa dotación anual en metálico y los equipos dosimétricos y analíticos más modernos. A partir de ahí, las renuencias de la JEN y el Gobierno español terminan. Carta blanca para la voluntad y el antojo norteamericano.
-Te cito de nuevo: “Repetir hasta la saciedad que no había contaminación en el aire es una manera muy efectiva de dotar a la impostura de un rango de veracidad”. ¿Hubo entonces contaminación, no hay duda? ¿Quién abonó esa impostura? ¿Hubo en todo este asunto la colaboración falsaria de científicos españoles o usamericanos?
-JH.- La estructura de las falacias en la historia de la humanidad se levanta con dos tipos de pilares. Por un lado, la reiteración permanente de su enunciado. Por otro, la destrucción u ocultación de cualquier evidencia o prueba que la desmonte o contradiga. Si cada vez que hacía viento superior a 17-20 km/h quedaba demostrado científicamente que se generaba resuspensión de los actínidos presentes en el suelo - incluso 20 años más tarde - entonces era imposible que no sucediera lo mismo en los primeros 10-20 días, hasta que se pone en marcha la «Operación sin polvo», con el regado diario de algo más de 100 ha. Al repasar los pocos análisis disponibles de esos primeros días, en los que todos sin excepción daban sospechosamente cero, me percaté que siempre coincidían con días de calma. La deposición del dióxido de plutonio en la tierra es rápida, pues pesa 11 veces más que el agua. Es asumible que en momentos de calma chicha el aire está totalmente limpio, incluso de la fracción respirable de partículas (0-10 micras). Sin embargo, aquellas jornadas con vientos fuertes no había registros de análisis de aire. Del día siguiente al accidente, el18 de enero al 31 de ese mismo mes, existen 7 días con vientos superiores a 17 km/h, donde no consta ni un análisis. Los únicos resultados disponibles son 17 análisis negativos los días 24, 27 y 28, con brisas medias de 6 y 5 km/h. Los únicos 5 positivos del día 29 se calificaron de insignificantes. Soplaba un viento de 12 km/h. La misma pauta va a continuar en febrero.
-Son muchas preguntas. Si te parece lo dejamos aquí y continuamos por el apartado que nos queda, por el 3.3. Primer mapa radiométrico.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=212450
Periódico Alternativo publicó esta noticia siguiendo la regla de creative commons. Si usted no desea que su artículo aparezca en este blog escríbame para retirarlo de Inmediato
No hay comentarios.:
Publicar un comentario