Las acciones se intensifican en Francia contra un proyecto de reforma laboral del gobierno, que desde hace más de dos meses provoca reiteradas manifestaciones de rechazo.
El primer ministro Manuel Valls se valió de un criticado recurso constitucional para que el texto, que según sus detractores perjudica los derechos de los trabajadores, se considerara aprobado en primera lectura en la Asamblea Nacional. En junio, tendrá lugar el examen en el Senado.
Huelgas en refinerías y nuevos llamados a movilizarse en las calles se suceden por estos días. Los partidarios de la retirada del plan, prometen endurecer aún más su movimiento esta semana para hacer ceder al Ejecutivo.
Seis de cada diez refinerías se encuentran en huelga y 10 depósitos de petróleo están bloqueados. El desabastecimiento tocó a cientos de gasolineras en todo el país, acorde con cifras divulgadas.
En ese contexto, los conductores acudieron en masa a las estaciones de servicio, sobre todo en el noroeste de Francia, donde están las refinerías para llenar sus tanques como medida de precaución, reportan medios locales de prensa.
Algunos departamentos limitaron la cantidad de combustible que puede cargar cada vehículo.
Siguiendo el llamado de sindicatos y organizaciones estudiantiles, miles de personas volvieron a tomar las calles la semana pasada para demandar la retirada definitiva del plan, al considerar que beneficia a los empresarios y daña los derechos de los trabajadores.
Al igual que durante manifestaciones precedentes realizadas con igual objetivo, se produjeron enfrentamientos. Individuos encapuchados lanzaron objetos y miembros de las fuerzas del orden utilizaron gases lacrimógenos. Varias personas fueron detenidas.
En París, el ambiente se tornó particularmente tenso con los choques violentos casi al final de uno de los desfiles. Varias personas resultaron detenidas, algunas por portar armas, según fuentes policiales.
Diversos sectores protagonizaron jornadas de huelgas. Camioneros ralentizaron la circulación y bloquearon puertos y otros centros industriales.
La iniciativa fue seguida por los trabajadores ferroviarios quienes rechazaron además un plan para cambiar las jornadas laborales y las normas sobre las horas extras y los días libres.
Unido a ello, varios centenares de personas se manifestaron el miércoles pasado en París contra la violencia policial, en una jornada en la que miembros de las fuerza del orden rechazaron en Francia lo que llaman el odio anti-polis.
La primera de esas acciones, prohibida por las autoridades, buscaba reunirse en la emblemática Plaza de la República. Otra concentración con igual objetivo también fue prohibida en la ciudad de Lyon (sureste).
Un vehículo de la policía nacional fue incendiado en el décimo distrito de París. Los bomberos intervinieron en el lugar a las 12:45 horal local y en aproximadamente 15 minutos ahogaron las llamas.
Por su parte, los sindicatos de policías convocaron las protestas del miércoles para denunciar lo que consideran el odio hacia los agentes, lo cual según ellos, prolifera en los desfiles contra el polémico proyecto de reforma laboral. En tal sentido, demandan más firmeza en los dispositivos para mantener el orden.
Entretanto, el Ejecutivo insiste en que la iniciativa busca brindar mayor flexibilidad a las empresas para hacer frente al desempleo, ubicado en torno al 10 por ciento.
El presidente francés, François Hollande, expresó recientemente que no cederá a la presión de los manifestantes.
Cuando no se nos escucha, hay que intentar hacerse oír, advirtió por su parte Philippe Martinez, líder del mayor sindicato galo, CGT.
Prensa Latina
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