Nos mutilan desde que nacemos. Nos arrebatan el clítoris y el erotismo propio. Nos mantienen en la ignorancia para que no aprendamos a nombrar nuestra vulva; para que nos avergüence y la usemos como un objeto deseado por otros, un "pedazo" de cuerpo que no comprendemos ni amamos.
Nuestro cuerpo es un Botín de Guerra de la masculinidad.
Desde que nacemos nos sacan los ojos. La primera vez es cuando nos llaman "mujercitas", la segunda es cuando se desviven porque seamos "bonitas" y la tercera cuando nos preguntan, estando aún en la Escuela Primaria, si tenemos "pololo" -"novio", en el decir de otros pueblos-, y puede haber otros ejemplos.
De ahí en adelante las mutilaciones son múltiples y masivas.
En una Escuela Básica hace unos 15 años, los niñitos "jugaban" a toquetear a las niñas cuando pasaban, y en una escuela actual un chico manda a otro a pegarles a las niñas "que no quieren ser sus amigas". Las niñas no saben cómo enfrentar tanta mierda, y adultos "progresistas" responden que son "sólo juegos".
Es así como hemos crecido en la Impunidad.
Nuestros cuerpos son abusados desde el lenguaje hasta las mutilaciones. Nos han educado con afirmaciones aparentemente neutrales como "cuando te cases", "cuando tengas hijos", "cuando tengas marido". Hemos soportado desde chicas miradas masculinas horrorosas, lascivas. Abuelos, tíos, padres, padrastros, amigos de la casa, hermanos mayores, nos han violado "en Familia".
Laura fue adoptada por su hermana adulta, desde los siete años fue usada como juguete sexual por sus sobrinos que tenían entre 5 y 10 años más que ella, y después de esos adolescentes violadores vino el "turno" del padre (el esposo de la hermana). Así la cegaron y no la han dejado mirarse ni verse durante al menos tres décadas.
Nos dejan las cuencas sangrantes y cuando igualmente tenemos atisbos de ver, nos dicen "conflictivas" y "locas", que "vemos lo que no hay".
Vemos que nos niegan aunque nos repiten hasta el cansancio que somos "iguales".
Vemos que nos ofenden hablando de "los roles de mujeres y hombres".
Vemos que nos burlan.
Vemos que el feminicidio es una institución.
Muchas han elegido la ceguera y han fortalecido la supremacía de los hombres. Ese es el objetivo de arrebatarnos los ojos: reafirmar, en medio de tanta revuelta de mujeres, el poder masculino para la Dominación.
Resentidas y resistentes, de igual manera, muchas veces, somos ciegas. Tanto que no logramos vernos entre nosotras. La ceguera está presente incluso cuando hacen nata las consignas feministas. Se disfraza la misoginia con discursos de modernidad. El sentimiento se esconde, el odio entre mujeres se disimula y se justifica, las tensiones son de cortarlas con tijeras, la hipocresía se entierra con consignas. Se nos mutila con juicios que nos señalan como "putas", "malas madres", "rompehogares", "frígidas", "calientes", "mariconas", o sin decir nada, haciendo un vacío silencioso y mutilador.
El daño te duele tanto en la vulva y las córneas que por un tiempo callas. Pero como las vivencias no son un papel escrito ni un relato publicado, nuevamente porfías, y si ya no ves, entonces escuchas y oyes. Ahí te arrancan las orejas, te las muerden, te sacan pedazo, te dejan sorda.
Silvia dejó de oír su deseo por las otras y no ha podido recuperarlo desde que entre varios la "hicieron mujer". "Hacernos mujer" es violarnos, mutilarnos, cegarnos y ensordecernos.
No hay mejor manera de quitarnos los ojos que con el amor hetero y toda su estúpida pomposidad carcelaria -"hasta que la muerte los separe"-, que se replica en el matrimonio de la "diversidad sexual".
"El amor todo lo aguanta". "Por amor" nos dejan ciegas y sordas. Lo que viene después es quitarnos el juicio y la conciencia, y para ello, suministrarnos todas las sustancias de moda que una industria perversa y sus circuitos de consumo nos venden a cambio de nuestras vidas y conciencias.
Nos "vuelan", "nos dejan duras", "nos activan". Muchos procuran drogas a mujeres para hacerlas más "manejables", violarlas o conservarlas su lado.
Otra manera de dejarnos ciegas, sordas, mutiladas e inconscientes de nuestros propios sentires, es la oferta de discursos pre-hechos teñidos de feminismo justo en una época en que éste se viste y se peina a la moda.
Cuando no hacemos contacto con lo que vemos, oímos y sentimos, es fácil hacernos tragar discursos de "equidad" e "integración". En ese lugar "neutral" la violencia contra las mujeres se despoja de su carácter de Genocidio para convertirse en "episodios aislados". Nos hablan de "las violencias, vengan de donde vengan". La radicalidad de lo que vivimos se vuelve ambigüedad liberal y las instituciones despliegan toda su misoginia, pueriles como son, para cortarnos la lengua y dejarnos mudas.
SERNAM resignifica el "heroísmo masculino" mostrando a los hombres, como hace cien años, "salvando" a las mujeres, violentos y tratándonos como "sus protegidas".
Y una Campaña de Metro de Santiago "para las buenas costumbres", coloca en diversas estaciones una gigantografía con la imagen de una mujer vieja animalizada con un cuerno en medio de la frente, una cola y pesuñas.
En la Historia occidental, a las mujeres se nos ha presentado a menudo como "animales" para ser dominadas y en su defecto eliminadas por "salvajes". El cuerno de la mujer en la gigantografía bien podría ser el de la cabra de las brujas según el "Maleficarum" (año 1610), libro que justificó la tortura y la quema de millones de mujeres en Europa y de millones de "indias" en América Latina.
En la imagen de Metro de Santiago la "mujer-animal" es observada por una mujer más joven, aliada de los hombres, con una mueca de algo que se parece mucho al asco.
Nada nuevo bajo el sol, pero ahora en medio de este despilfarro de frases hechas "a favor de las mujeres".
Ante tanta agresión, necesitamos urgente unos ojos nuevos, seguir en la recuperación de nuestros cuerpos y toda la autoconciencia de la que seamos capaces.
* victoria aldunate morales, terapeuta, escritora, lesbiana feminista wallmapu. http://lapuntadaconhilo.blogspot.cl/
http://www.lahaine.org/unos-ojos-nuevosh
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