Alemania ha entrado en un curso político que acabará con elecciones a la cancillería. La actual canciller, Angela Merkel, no ha desvelado hasta ahora si optará por la reelección. Los malos resultados en los comicios regionales en detrimento de la extrema derecha ha modificado su perspectiva, entendiendo que la gestión – relativamente benevolente – que había hecho de la ‘crisis de los refugiados’ había perjudicado en los resultados.
Quizá por eso el ministro del interior alemán, Thomas de Maiziere, ha endurecido considerablemente el discurso en cuanto a los refugiados y a las demandas de asilo. En una entrevista a un diario griego, Maiziere pide que los solicitantes de asilo que entraron en la Unión Europea a través de Grecia sean enviados de vuelta al país heleno. Lo afirma, ni corto ni perezoso, en el periódico griego Kathimerini, donde destaca que le gustaría que la Unión Europea reestableciera las normas que obligan a los solicitantes de asilo a ser enviados de vuelta al primer país europeo (UE) que pisaron. En este caso, y como la inmensa mayoría, Grecia.
“Me gustaría que los acuerdos de Dublín se aplicarán de nuevo… hablaremos sobre esto en una reunión con los ministros de Interior de los demás países de la Unión”, asegura el ministro del interior. El Tratado de Dublín que rige en la Unión Europea establece que el primer país al que llega un refugiado debe ser el encargado de tramitar su solicitud de asilo. Un acuerdo que dejaría a la debilitada Grecia como única responsable de la gestión del drama humanitario. El año pasado más de un millón de refugiados llegaron a la UE a través de las islas griegas.
Además, según la normativa del tratado de Dublín, si el peticionario se encontrase en otro país europeo, podría ser devuelto al país por el que efectuó su entrada en la UE. Alemania tiene casi más de un millón de demandantes de asilo entre sus fronteras, de los cuales la inmensa mayoría entraron en Europa cruzando el mediterráneo desde Turquía a Grecia.
El Ejecutivo de Atenas ha sido preguntado en más de una ocasión por este asunto, y siempre ha respondido lo mismo: “No se dan las condiciones para aceptar más refugiados”. Eso es lo que repite una y otra vez el gobierno de Alexis Tsipras, que denuncia que “de los 33.000 refugiados que iban a ser trasladados a otros países de la UE sólo fueron trasladados 3.000”.
Las expulsiones de refugiados de Alemania a Grecia fueron suspendidas en el 2011 debido a las malas condiciones de recepción para inmigrantes que el país heleno podía ofrecer en plena crisis económica. Desde entonces, la UE ha proporcionado a Grecia “un apoyo sustancial, no sólo económicamente” para mejorar sus procedimientos de solicitantes de asilo, relata el ministro del interior alemán en el diario heleno. Sin embargo, pide más gestos y acciones al gobierno griego para reducir la cantidad de refugiados. Y eso no pasa por acoger a muchos más, sino por expulsar a los que ya hay.
Una de las medidas que exige De Maiziere al Ejecutivo griego es la de aplicar plenamente el acuerdo que la UE firmó con Turquía, que consiste en enviar a los refugiados de vuelta al país liderado por Erdogan, a cambio de dinero y facilidad en las condiciones de visado para los turcos.
Sin embargo, los expertos legales de la Eurocámara han dejado claro que el acuerdo con Turquía para deportar a refugiados y migrantes que alcancen irregularmente las costas griegas “no es vinculante”, toda vez que no ha sido firmado conforme al protocolo propio de un acuerdo internacional: “La declaración no fue más que un comunicado de prensa”, afirmó en su día el jefe del brazo legal del legislativo comunitario.
En cualquier caso, De Maziere pretendió ser comprensivo asegurando que “Alemania está preparada para recibir hasta 500 personas al mes” de los dos países. Mientras, Grecia acoge a más de 60.000.
EB
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