Octubre trae para Cuba el recuerdo de uno de sus momentos más dolorosos, de esos que a pesar de los años se mantienen vívidos en la memoria de un país entero.
La perplejidad y el ansia de justicia permanecen 40 años después de que el 6 de octubre de 1976 una aeronave de Cubana de Aviación con 73 personas a bordo cayera al mar frente a las costas de Barbados, víctima de un atentado terrorista.
El crimen provocó la muerte de los tripulantes y pasajeros: 11 guyaneses, cinco coreanos y 56 cubanos, entre ellos los integrantes del equipo nacional de esgrima que ganó todas las medallas de oro en el centroamericano de ese deporte celebrado en Venezuela.
‘…Tenemos una explosión a bordo, estamos descendiendo inmediatamente…Tenemos fuego a bordo’, fue el llamado de auxilio enviado por el comandante del vuelo CU-455, Wilfredo Pérez, a la torre de control del aeropuerto internacional barbadense, a las 12:23 hora local.
Unos 10 minutos después de que la aeronave despegara de esa base con destino a Jamaica se produjo la primera detonación, que abrió un boquete en el fuselaje, y solo pasaron varios segundos antes de que se sintiera un nuevo estallido en el Douglas DC-8 de fabricación estadounidense.
De acuerdo con un documento de 1976 desclasificado por el Departamento del Estado norteamericano, Luis Posada Carriles es el autor más probable del acto terrorista que conmocionó al pueblo de Cuba y a otras naciones de la región.
Se trata de un memorando enviado al entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, en el cual se expresa que la CIA tuvo vínculos con tres de las personas ‘supuestamente’ implicadas en el derribo del avión de Cubana.
El texto aborda en detalle los vínculos de esa agencia con individuos relacionados con el sabotaje, y cita directamente a Hernán Ricardo Lozano, Freddy Lugo, Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, Frank Castro, Orlando García, Ricardo Morales Navarrete y Félix Martínez Suárez.
A pesar de tales revelaciones y de las investigaciones realizadas desde que ocurrió el crimen, los autores materiales e intelectuales del atentado no han cumplido condenas por ese hecho.
En el caso de Bosch, fue indultado en Estados Unidos por el presidente George H. Bush (1989-1993) y vivió tranquilamente en ese país hasta su muerte en 2011; mientras que Posada Carriles permanece en esa nación, pese a la reiterada solicitud del gobierno venezolano de que sea extraditado.
Más de un millón de personas en representación del pueblo de Cuba acudieron el 15 de octubre de 1976 al sepelio de las víctimas en la Plaza de la Revolución de La Habana, donde estuvo presente el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro.
‘No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen ÂíY cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!’, expresó entonces.
El crimen de Barbados llevó a que el Consejo de Estado aprobara en 2010 el Decreto-Ley No. 279, por el cual se decidió declarar oficialmente el 6 de octubre de cada año como Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado.
Con ello se honra a tres mil 478 cubanos que perdieron su vida y dos mil 99 lesionados a causa de acciones terroristas organizadas en su mayoría por grupos enclavados en Estados Unidos.
Según se establece en el Decreto-Ley, cada 6 de octubre en el horario establecido la bandera de la estrella solitaria se iza a media asta en las entidades civiles, instituciones militares y misiones diplomáticas y consulares del país en el exterior.
El pasado año en esa fecha, familiares de víctimas y pueblo en general condenaron el terrorismo durante la tradicional peregrinación por el aniversario del sabotaje en la capitalina Necrópolis de Colón.
Martha Andrés
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