Horas desgarradoras que dieron paso a la emersión de una antigua y profunda herida, apenas ahogada entre el tiempo, los discursos, las quimeras y los espejismos. Una noche de septiembre revivió una noche de octubre que no se olvida y, con ella, también cada noche, cada mañana, cada madrugada, cada día de silenciosa, “anónima” y lacerante violencia cotidiana.
http://www.lahaine.org/especial-ayotzinapa-dos-anos
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