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05 octubre 2016

Un plebiscito innecesario, una derrota inesperada



Javier Duque Daza
Razón Pública


El presidente Santos -y las FARC- cometieron un muy grave error de cálculo. Análisis completo de los resultados de la votación para entender dónde, por qué y cómo se impuso el No en este día sorprendente y decisivo.

Perder por exceso

El proceso de paz entre el gobierno y las FARC había recibido dos veces el respaldo de las mayorías pero -por la insistencia del presidente en recurrir a un mecanismo innecesario de legitimación- el Acuerdo final que había sido pactado y firmado entre las partes recibió el rechazo mayoritario por un estrecho margen.
El primer sí a las negociaciones lo recibió Santos en 2014, cuando ganó las elecciones presidenciales con la bandera principal y casi única de la paz negociada. Santos logró revertir el triunfo del uribista Óscar Ivan Zuluaga en la primera vuelta y obtuvo el 50,9 por ciento de los votos contra el 44,9 por ciento de su rival. Las mayorías le apostaron entonces a la paz frente a un candidato que anunciaba que de ganar suspendería las negociaciones “en una semana”.
El segundo sí lo recibió el presidente mediante el respaldo de la mayoría de los partidos con representación en el Congreso, primero con la alianza conformada para la segunda vuelta en las elecciones de 2014, y después con la macro-coalición de la Unidad Nacional que aprobó todos los proyectos que prepararon el camino a los acuerdos y avaló la convocatoria al plebiscito: el proceso de La Habana recibió el Sí de parte de 14 de los 15 partidos con escaños en el Congreso, que representan el 80,4 por ciento del senado y el 88,5 por ciento de la Cámara. Solo el Centro Democrático mantuvo su oposición al proceso, mientras que la Alianza Verde y el Polo respaldan la paz aunque mantienen su oposición al gobierno en otros temas.

Con este doble respaldo mayoritario de los electores y de los partidos el plebiscito salía sobrando (sin olvidar el imperativo constitucional según el cual “la paz es un derecho y es una obligación para cada colombiano”). Pero Santos se sostuvo en la idea de consultarle al pueblo, con la cual se había comprometido en la campaña. Y en esta tercera ocasión le ocurrió que las mayorías fueron para el No, aunque en un cuasi-empate con cifras muy similares a las de las dos vueltas presidenciales y que vuelven a dar cuenta de la polarización alimentada por un conflicto entre las elites que en el lenguaje periodístico se expresa como el choque entre “uribistas” y “santistas”, dos coaliciones que aglutinan partidos, congresistas, apoyos de gremios y alineamiento de los medios de comunicación.

En contravía de todas las encuestas y de las expectativas del gobierno y su bancada, el No se impuso con 6.431.376 votos (el 50,21 por ciento) sobre el Sí, que obtuvo 6.377.482 (el 49,78 por ciento). Una mayoría de 53.894 votos, precaria, pero al final de cuentas mayoría.Distribución territorial del voto

Como se desprende de la cifras en los dos cuadros siguientes, la distribución territorial de los apoyos al No fue una de la claves de su triunfo.

Cuadro 1. Distribución departamental del voto en el plebiscito
Departamentos en donde triunfó el Si
Departamentos en donde triunfo el No
DepartamentoPorcentajeDepartamentoPorcentaje
Atlántico60.5Antioquia62.0
Bolívar60.2Norte de Santander63.9
Cesar50.6Santander55.6
Córdoba60.7Arauca51.3
La Guajira61,1Casanare71.1
Magdalena60.5Meta63.5
Sucre61.8Caquetá53.0
Boyacá50.1Huila60.7
Bogotá56.1Tolima59.7
Chocó79.4Quindío60.1
Valle del Cauca52.4Risaralda55.6
Nariño64.6Caldas57.0
Cauca67.2Cundinamarca56.5
Putumayo65.5


Fuente: Registraduría Nacional del Estado civil.
Amazonas56.6
Guainía55.3
Guaviare52.8
Vichada50.6
Vaupés78.0
San Andrés55.
Cuadro 2. Distribución departamental del voto en el plebiscito
Ciudades donde
triunfó el Si
Ciudades donde
triunfo el No
DepartamentoPorcentajeDepartamentoPorcentaje
Barranquilla57.4Montería51.9
Cartagena55.7Leticia50.3
Valledupar51.6San José del Guaviare52.6
Rio Hacha66.3Puerto Carreño53.8
Santa Marta53.5Cúcuta65.3
Sincelejo61.8Medellín63.0
Tunja50.1Bucaramanga55.1
Bogotá56.1Arauca65.0
Quibdó73.4Yopal71.4
Cali54.2Villavicencio64.0
Pasto62.6Florencia53.0
Popayán58.8Neiva54.4
Mocoa60.1Ibagué60.6
Inírida52.2Armenia57.3
Mitú75.6Manizales50.9
San Andrés55.0Pereira55.6
Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil.
 

-Los datos indican, en primer lugar, que el Sí ganó en un número mayor de departamentos (20 sobre 13, incluyendo a Bogotá) y en la mitad de las capitales, incluidas cuatro de las de mayor población (Bogotá, Cali, Cartagena y Barranquilla). Pero el No logró la diferencia al triunfar en la mayoría de departamentos que concentran más población, especialmente en el centro del país: entre cinco departamentos el No reunió el 40 por ciento de sus votos (en Antioquia, Santander, Cundinamarca, Tolima y Norte de Santander, con un total de 2.517.792 votos).

-En segundo lugar, el No perdió en cuatro de las cinco grandes capitales (menos en Medellín), pero la votación estuvo más distribuida en ciudades intermedias, muchas de las cuales tienen más habitantes que las capitales de departamentos periféricos o de aquellos extensos pero de baja densidad demográfica donde ganó el Sí (como Vichada, Amazonas, Guainía, Putumayo, Vaupés y Guaviare).

-En tercer lugar, el Sí se impuso en la Costa Atlántica y en los departamentos con costa sobre el Pacífico, zonas que han sido muy afectadas por el conflicto. No obstante, las mayorías en los siete departamentos del Caribe solo representaron un éxito parcial para el Sí pues la abstención fue superior en promedio al 75 por ciento, lo cual explica en gran medida la derrota del Sí (lo explicaré más adelante). Por citar solo un caso, resulta inexplicable que en Barranquilla -donde Cambio Radical tiene una fuerte implantación y amplias mayorías- solo votó el 24,9 por ciento del electorado.

-En cuarto lugar debe destacarse el sólido respaldo al Acuerdo de paz en los municipios que han sido especialmente afectados por la violencia guerrillera y/o paramilitar, donde se dieron algunas de las masacres más atroces.

Como se ve en el Cuadro 3, este fue el caso del Urabá antioqueño, en municipios como Apartadó, Turbo, San pedro de Urabá y San Juan de Urabá (donde tuvo lugar la masacre de La Chinita, y en donde las FARC esta misma semana pidieron el perdón). Aunque en Antioquia se dio el triunfo más rotundo del No, en Urabá la población votó ampliamente por el Sí. También en los municipios del Cauca afectados a menudo por las tomas guerrilleras la población respaldó el Sí (especialmente en Caloto, Cajibío, Toribio y Caldono). Lo mismo sucedió en municipios como Tibú (escenario de la matanza de La Gabarra, cuando las FARC asesinaron a 34 campesinos), Barrancabermeja (centro de persecución de sindicalistas y dirigentes de izquierda por parte de paramilitares); Fundación, Chivolo y Pivijay (focos de enfrentamiento entre guerrillas y paramilitares); Arauquita, Tame y Fortul, en Arauca, municipios asolados durante varios lustros por el ELN y posteriormente por grupos paramilitares donde ganó el Sí aunque en el departamento de Arauca se impuso el No. El mismo fenómeno se dio en otros municipios del Meta, Caquetá, Guaviare, Norte de Santander, Santander y Chocó. En este último departamento el caso más significativo es el de Bojayá, en donde las FARC cometieron la más grande de sus masacres con el asesinato y en donde también estuvieron pidiendo perdón: Bojayá fue el municipio con más alta votación por el Sí – el 95,8 por ciento-.

Cuadro 3. Mayorías por el Sí en municipios afectados severamente por la violencia
DepartamentoMunicipioPorcentaje por el Sí

Cauca
Caloto77.1
Cajibío71.1
Silvia76.2
Toribío84.8
Caldono79.8

Nariño
Barbacoas74.8
Tumaco71.2
CaquetáSan Vicente del Caguán62.9

Antioquia
Apartadó52.3
Turbo56.1
San Pedro de Urabá50.9
San Juan de Urabá66.2

Arauca
Arauquita76.4
Tame50.6
Fortul68.7

Putumayo
Puerto Asís57.9
Valle del Guamuéz86.0
ChocóBojayá95.8
GuaviareMiraflores85.6
Norte de SantanderTibú66.0
SantanderBarrancabermeja50.5

Meta
El Castillo61.7
La Macarena73.6
Mapiripán57.9

Magdalena
Fundación51.6
Chivolo79.5
Pivijay87.1

Umbral, dudas y abstención

Debido a la larga tradición abstencionista, uno de los temores del gobierno era que el Sí no llegara a los 4.536.922 votos que la Ley 1806 de 2016 había estipulado como umbral. Y aunque este umbral se superó ampliamente, la abstención general tan elevada (del 62,6 por ciento) fue el factor decisivo para el triunfo del No.

La abstención fue especialmente alta en los departamentos de la costa Atlántica y esto afectó sobre todo a la campaña del Sí, porque precisamente en estos departamentos los partidos de la Unidad Nacional tienen sus mayorías más decisivas. Por eso los directorios de Cambio Radical y los partidos Liberal, Conservador y Social de Unidad Nacional esperaban que los congresistas movilizaran a sus electores de una manera masiva. Pero volvió a ocurrir lo que ya había sucedido con el referendo convocado por Uribe en 2003, cuando los congresistas no pusieron a funcionar sus maquinarias con tanta intensidad como lo hacen cuando están en juego sus curules o los cargos de sus socios políticos en elecciones locales.

Dos presidentes que recurrieron a mecanismos de participación ciudadana fracasaron en su intento y en ambos casos hubo una alta abstención, muy superior a la que se dio en la elección de los congresistas que los respaldaban en las respectivas coaliciones de gobierno.

Otros factores pudieron haber contribuido a la abstención. Por una parte el exceso de confianza de la campaña del Sí. El resultado favorable de todas las encuestas realizadas en el último mes y la euforia producida por la firma del Acuerdo Final probablemente crearon la sensación de un éxito seguro, con lo cual se bajó la guardia en la labor de persuasión y de movilización de electores, muchos de los cuales optaron por quedarse en sus casas en una jornada en la que llovió en casi todo el país.

Por otra parte el llamado Movimiento Libertario promovió la abstención en las redes sociales, arguyendo que ni el Sí ni el No ofrecían verdaderas soluciones a la violencia en Colombia. Esta y otras iniciativas similares pudieron haber tenido cierto eco entre algunos sectores sociales, especialmente entre los jóvenes.

Asimismo, el poco tiempo de preparación para las elecciones, las dudas sobre el contenido del Acuerdo -constantemente tergiversado y falseado por la oposición-, las críticas a algunos puntos que resultan difíciles de aceptar y la desconfianza de muchas personas en una guerrilla que ha producido miles de víctimas y que se mostró arrogante en muchas de sus declaraciones y posiciones, también contribuyeron a que muchas personas se distanciaran del proceso y se abstuvieran de votar.

Cuadro 4. Niveles de abstención en el plebiscito
AbstenciónDepartamentos

+ del 70%
-Amazonas
-Atlántico
-Bolívar
-Cesar
-Guainía
-La Guajira
-Magdalena
-Vaupés
-Vichada
-San Andrés

Entre 61-70%
-Antioquia
-Arauca
-Boyacá
-Caldas
-Caquetá
-Putumayo
-Sucre
-Cauca
-Chocó
-Córdoba
-Nariño
-Norte de Santander
-Risaralda
-Valle del Cauca

Entre 50-60 %
-Bogotá
-Casanare
-Cundinamarca
-Meta
-Quindío
-Tolima

El triunfo de los ex

Al proceso de La Habana se han opuesto representantes de la derecha ideológica de los partidos Conservador y Centro Democrático, que además tienen en común su condición de ex: el expresidente Uribe, el exprocurador Ordoñez, el expresidente Pastrana y la excandidata Marta Lucía Ramírez. Se han opuesto al proceso de paz -a lo cual por supuesto tienen derecho- pero lo han hecho de una manera desleal con la democracia.

-El expresidente Uribe y sus allegados han sido desleales con la maltrecha democracia colombiana: han actuado de forma desleal en los procesos electorales y han defendido sus ideas recurriendo con frecuencia a la tergiversación o a la falsedad.
En materia electoral, le apuestan a un doble juego: legítimos son sus triunfos, pero ilegítimos los de los demás. Después de las elecciones parlamentarias de 2014 Uribe declaró que “el Congreso era ilegítimo por fraude”; después consideró que la reelección de Santos “estuvo llena de irregularidades” y lo acusó de prácticas políticas de las que él mismo y sus socios habían sido acusados: compra de votos, intervención ilegal en la campaña, propaganda ilegal con dineros del Estado, coacción sobre los electores por parte de actores armados ilegales. Antes de celebrarse el plebiscito, Uribe y sus allegados bombardearon los medios con el coro de que “el plebiscito es injusto, tramposo e irrespetuoso”. Estos atributos perversos desaparecieron con su triunfo y se sienten legitimados para “cambiar el rumbo” a las negociaciones.
El uribismo también fue desleal con la democracia al adelantar una campaña basada en la tergiversación para inspirar el miedo de los ciudadanos. Pese a que según Uribe “debía respetarse la capacidad reflexiva de los colombianos”, su arremetida contra el plebiscito se basó en lo contrario, en la distorsión y en afirmaciones temerarias, algunas de ellas delirantes: que el Estado se rindió ante las FARC, que el país se entregó al castro-chavismo, que la guerrilla se igualó con las Fuerzas Armadas, que el Acuerdo destruye el agro, que crea un tribunal de las FARC, que permite el lavado de activos… y aun que la “oligarquía comunista” pactó con el mayor cartel del mundo. En todo caso, parece que fue efectivo el mensaje reiterado día y noche en un país desconfiado y cansado de las FARC e inconforme con el desempeño del gobierno en casi todos los campos.

-A Uribe se han unido los otros ex. Alejandro Ordoñez, ya sin la armadura, la espada y la cruz con las cuales ejerció el cargo de procurador. Desde ese cargo bombardeó casi a diario las negociaciones y al final había descalificado el plebiscito con su impronta religiosa: “Nada más peligroso que los plebiscitos. La democracia plebiscitaria mató a Cristo y escogió a Barrabás". Poco después indicó que la refrendación debía acordarse con la oposición (con Uribe, a quien se unió al día siguiente de dejar el cargo). Ya en campaña abierta por el No, e igual de temerario que Uribe, y desleal con el procedimiento democrático, se atrevió a señalar que “si el No perdía, sería legitimar la violencia”.

-A su turno el expresidente Pastrana acabó aliado con Uribe, que por supuesto fue su crítico más duro en los tiempos del Caguán. Como expresidente descalificó lo que no pudo hacer como presidente. Consideró los acuerdos como un golpe de Estado desde la Habana y manifestó su voto por el No para evitar “la entrega del país a las FARC”. A diferencia de Uribe, Pastrana no descalifica el plebiscito pero sí descalifica a la bancada parlamentaria de su propio partido al afirmar que “está comprada con la chequera del gobierno”. Iguales posiciones asumieron la excandidata presidencial Marta Lucía Ramírez y otros dirigentes conservadores como Carlos Holguín, Omar Yepes y José Darío Salazar.Triple apuesta perdida

Santos le apostó a un plebiscito innecesario y perdió por partida doble. Perdió al recurrir a un mecanismo de participación que sobraba porque la Constitución lo autoriza expresamente para pactar la paz sin preguntarle al pueblo y porque ya había recibido el mandato inequívoco de las urnas en 2014 más el espaldarazo de las mayorías en el Congreso para adoptar las leyes requeridas para echar a andar el Acuerdo.

Perdió también al considerar que un triunfo del Sí aniquilaba a Uribe y a sus demás opositores sin medir las consecuencias de una derrota: revitalizar al Centro Democrático que había sido apabullado en las elecciones locales de 2015 e inmovilizado por las mayorías de la Unidad Nacional

Perdió además al permitir que el Acuerdo firmado y contrafirmado haya entrado en esta zona de penumbras y de incertidumbres.

Javier Duque Daza es profesor de la Universidad del Valle.

Fuente: http://www.razonpublica.com/index.php/conflicto-drogas-y-paz-temas-30/9758-un-plebiscito-innecesario,-una-derrota-inesperada.html



http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217521


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