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27 julio 2017

Venezuela. Crónica del paro que no fue



por MarcoTeruggi / Resumen Latinoamericano/ 27 julio 2017

Caracas iba a amanecer como ciudad sublevada. Eso se podía imaginar al leer las declaraciones de los dirigentes de la derecha. Era el día uno del paro de 48 horas, una medida destinada a escalar la presión de calle para impedir las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente del próximo domingo 30 de julio. La realidad fue otra: Caracas se pareció a un día feriado en algunas zonas.

Al menos así lo fue en horas de la mañana. El este de Caracas, donde reside la mayor parte de la base social de la derecha, hubo poco movimiento. Negocios cerrados, autobuses a cuenta gotas, y una multiplicidad de trancas, tanto en urbanizaciones, como Boleíta, como en autopistas, como Prados del Este. Con un detalle: eran más escombros, basura, troncos, alambres, que gente. En algunas eran dos o tres personas, otras estaban desiertas. La sublevación prometida era en la práctica un juego de calles cerradas sin nadie.

El oeste de la ciudad presentó otra cara desde el inicio del día. Con menos actividad que de costumbre, lejos de parecer una ciudad en paro. Transportes, negocios, en su mayoría abiertos, circulación de gente, de una normalidad caraqueña en esta situación de conflicto prolongado.

Eran como dos ciudades, de espaldas una a la otra. El corte, como es habitual, era de clases.

Así transcurrió la mañana y el mediodía, en una calma que antecede la tormenta. Fue en horas de la tarde donde el escenario cambió, y entraron en escena los dos niveles de violencia que tiene organizada la derecha. El primero se desarrolló en Bello Campo, donde grupos de choque -“escuderos” bendecidos por curas y dirigentes como Freddy Guevara- fueron a buscar el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad. El objetivo era generar el hecho mediático, la imagen que luego sus medios se encargarían de invertir y de presentar como una “arremetida del gobierno” contra ellos. En los hechos las líneas de choque organizadas actuaron con piedras, bombas molotov, morteros, y -lo que nunca reconocerá la derecha- como gente armada que disparó desde el techo de un edificio.

El otro nivel se activó en otros puntos de la ciudad, como en Petare y Macaracuay. Sin cámaras, ni construcción épica en torno a los “escuderos”. Se trató de la activación de grupos que atacaron armas de fuego a las fuerzas de seguridad del Estado. En uno de los casos de Petare, las células atacaron primero desde barricadas entre los edificios, para luego meterse barrio adentro y disparar desde escaleras, techos. Todo ante el paso de vecinos de la zona, niños, trabajadores de regreso a sus casas.

Algo similar ocurrió también en otros puntos del país. En el estado Lara, por ejemplo, grupos de la derecha atacaron e incendiaron la alcaldía de Duaca. Fue presentado como una arremetida de las fuerzas de seguridad del Estado. Siempre, suceda lo que suceda, aunque la evidencia sea innegable, el esquema es el mismo: poner como víctimas a quienes atacan, disparan, queman.





Foto: La derecha mantiene una proporción que casi nunca falla: apela a la violencia y el frente internacional cuando desciende su capacidad de convocatoria. | Foto: @Marco_Teruggi


http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/07/27/venezuela-cronica-del-paro-que-no-fue/


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