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18 diciembre 2017

Red Barrial Afrodescendiente rescata del olvido a mujeres negras



IPS

El colectivo comunitario se propone para 2018 un ciclo de encuentros sobre personalidades desconocidas

Miguelina Niña Baró vivió 95 años. Fue por seis décadas lideresa de un cabildo en Jovellanos, en la provincia de Matanzas, y creadora de una agrupación que defiende la música y la danza arará, el nombre cubano dado a los esclavos traídos de África de las etnias ewe, adjá y fong.

No obstante, la mujer reconocida en vida hasta por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, hoy resulta desconocida como otras mujeres negras que han aportado a la historia y la cultura cubana.

Nacida en 1916, Baró dejó a sus descendientes un rico legado de la música, los bailes y trajes. A su muerte, en 2011, el pueblo la veló y acompañó los rituales religiosos. Y la prensa local apenas dedicó un pequeño espacio a la vida y obra de una religiosa.

“¿Cuántas Niñas Baró no tenemos?”, se preguntaban participantes en el último encuentro de la Red Barrial Afrodescendiente (RBA), que se propone continuar un camino de investigación para ir desentrañando historias de vida de mujeres como Miguelina.

El encuentro, que reunió a educadoras populares, integrantes de proyectos comunitarios y de Talleres de Transformación Integral del Barrio, se realizó en el contexto de la Jornada por la No violencia hacia las Mujeres y las Niñas 2017 y centró su atención en una manifestación muy particular del maltrato.

Para la RBA, este no es un tema nuevo. Según Maritza López, una de las coordinadoras de la red, desde el primer encuentro, lo incluyeron en su agenda y han mantenido esa línea.

“La violencia tiene mucho que ver con los silencios y esa es una arista que no se explota mucho. En la pareja se ve esta violencia cuando hay desacuerdos, y nosotras le negamos la palabra a la pareja o la pareja no las niega a nosotras, o cuando el jefe o la jefa deja de hablarnos y nos ignora exprofeso”, dijo López.

“Si ese ignorar y ese silencio tienen que ver con ser mujer o ser discapacitada, ser lesbiana o mujer negra, es todavía más duro”, consideró la activista, que junto a otras, mantiene esta iniciativa antirracista desde 2012.

El encuentro se propuso llenar ese vacío sobre “esas mujeres que no aparecen en la historia, que nadie les va a hacer un programa, una promoción, una divulgación a sus vidas, sin embargo, marcaron una pauta para la historia y para la cultura y han dejado un legado dentro de sus familias”, reiteró.

En la exposición sobre Miguelina Niña Baró sobresalió el aspecto de la invisibilización a su muerte de una personalidad reconocida en su territorio y cuyo legado permanece vivo en el conjunto folclórico Ojundegara, cuyo nombre significa “al ritmo del tambor, regresaré a mi tierra natal”.

Justo esa falta de reconocimiento motivó a Idelsi Alfonso, la coordinadora del proyecto femenino “Más que casa, más hijo, más que marido”, a realizar una investigación sobre la biografía de la religiosa de Jovellanos.

En el encuentro de RBA, celebrado el 13 de diciembre en la sede de la Casa Comunitaria de Pogolotti, en el municipio habanero de Marianao, Alfonso leyó y comentó los resultados de su estudio.

También fue proyectado el documental “Tras la huella de los ararás cubanos”, realizado por el proyecto Afrokuba.

Para Irene Ester Ruiz, integrante del grupo Afrocubanas, la historia de Niña Baró bien podría incluirse en el próximo libro que proyecta publicar ese colectivo.

“Los libros anteriores abordaron la historia, pero esa investigación recoge la historia y la situación actual y forma parte del legado que se está dando a los jóvenes, no solo desde lo religioso, sino también de la música y la familia”, destacó.

La historia de Niña Baró destapó la memoria de las y los asistentes y surgieron en el foro otros nombres que tampoco deberían estar en el olvido.

La integrante de la red Asela Abreu, recordó a Domitila Abreu, en el pueblo de Ranchuelo, en la provincia central de Villa Clara, quien mantuvo hasta su muerte y transmitió a una nieta las tradiciones lucumiés de sus antepasados.

Por su parte, Ninel Rivera, especialista del estatal Centro de Estudios para el Desarrollo Local, recordó a Panchita Cuba, una persona venerada en el popular municipio habanero del Cerro, que hasta su muerte era llevada en la carroza del Alacrán, que representaba a ese barrio en los carnavales. Alguien habló de una mujer que defendía las tradiciones arará en Pinar del Río, en el occidente del país.

Con tantas historias por contar, la RBA proyecta para 2018 realizar un ciclo de encuentros donde se den a conocer historias de vidas de lideresas no solo de las religiones de origen africano, sino también sociales, que hayan tenido una historia vasta y “con resultados reconocidos”.Hildelisa Leal, de la coordinación de la RBA, explicó que se unirán también los temas de la discriminación y el emprendimiento de mujeres y hombres.


https://www.rebelion.org/noticia.php?id=235473

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