Si el Gobierno de Daniel Ortega rectificó su pifia y el régimen de Trump irreconoce al Sandinismo, entonces sobran razones para apoyar una salida constitucional
Confieso que me dio “mala espina” conocer que las reformas al reglamento general de la Ley de Seguridad Social de Nicaragua, en las que se manda aumentar los aportes de las empresas, asegurados y pensionados para resolver la crisis financiera que enfrenta el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), habían sido oficializadas a mediados del pasado Abril por decreto gubernamental. O sea, el aporte de los asegurados pasaría del 6,25% al 7% y el de los empresarios de 19% a 21% a partir de Julio de este año (1).
Las consecuencias negativas de la decisión ejecutiva, no se hicieron esperar. A esta altura, Nicaragua atraviesa una crisis debido a multitudinarias manifestaciones a favor y en contra del Presidente Daniel Ortega, que comenzaron con protestas en rechazo a las reformas mencionadas y que continuaron (2) a pesar de que la misma máxima autoridad de Gobierno en Managua emitió un nuevo mensaje a la nación en el que revocó lo anteriormente anunciado en torno al INSS (3).
Resulta indiscutible que la reforma al Seguro Social fue tomada por el Gobierno sin el respaldo del empresariado ni del pueblo. Ello explica que tras su proclamación el área privada presentara un recurso de amparo, asegurando que “las amenazas que nos están implicando son más desempleo, más informalidad, menos consumo, menos competitividad y obviamente va a tener un impacto en el clima de negocios”; al tiempo que sectores populares afectados también testimoniaron su malestar (4).
Es tangible que las protestas de la ciudadanía derivadas de las reformas de marras —entre las primeras aparecen las de estudiantes y jubilados— se convirtieron en jornadas de violencia que han dejado numerosos fallecidos y no se sabe bien cuántos establecimientos afectados. De la noche al día, la estabilidad socio-política de la Patria de Augusto Cesar Sandino se tornó gris con pespuntes negros —aprecio, tras consultar diversas fuentes.
Frente a tal escenario, una pregunta ronda mi mente: ¿Por qué continúan las acciones turbulentas en Nicaragua, si el Presidente Daniel Ortega dio marcha atrás a la causa del desorden actual y aboga por el diálogo nacional?
Sospecho que la situación que en el presente viven los nicaragüenses por mucho está relacionada con el oportunismo político de la derecha interna —en este minuto impulsa el desorden para intentar ganar lo que perdieron en las urnas cuando las presidenciales del 2016; a ello aludo más adelante— y vinculada al injerencismo Made in USA. Si no, fíjese usted en lo que sigue.
Aunque ya se conocía del borrón y cuenta nueva de las autoridades sandinistas, la presidenta del Frente Amplio por la Democracia (FAD —un actor de la oposición), Violeta Granera, afirmó que “la seguridad social ya no es el tema, sino la libertad de expresión, la corrupción, y tantos otros” (5).
Pienso que tal afirmación de la Granera es reveladora de una postura de mala entraña, aún más si no paso por alto que en ese “tantos otros” se incluye el esfuerzo por derrocar al Presidente Daniel Ortega que fue reconocido como legítimo vencedor en las elecciones hasta por el mismísimo secretario general de la OEA, el señor Luis Almagro —este le dijo a CNN que “el resultado de la elección no es sorpresa, las encuestas señalaban eso y la victoria del presidente Daniel Ortega era algo que todo el mundo sabía a priori” (6)— y contrasta con el hecho que evidencia que los partidos y alianzas opositoras en esa contienda para la máxima figura gubernamental asimismo dieron el visto bueno a aquella victoria (7) —un triunfo avalado por Invitados Electorales (8) y luego sellado por el éxito en las elecciones municipales (9).
En paralelo, significo que en su momento acusé recibo de la actitud de la Casa “Oscura” de cara al triunfo electoral del conductor del positivo proceso de transformación socio-económica que impulsa en Nicaragua el Ejecutivo Sandinista.
Es mi convicción que porque una encuesta asesorada y validada por el Banco Mundial haya revelado que la pobreza en la nación centroamericana decreció de 42,5 a 29,6 por ciento, en tanto la pobreza extrema se reducía de 14,6 a 8,3 por ciento —además de que dio como resultado que el 70 por ciento de los nicaragüenses clasifica en la categoría de no pobre, algo inimaginable en los duros 17 años de gobiernos neoliberales que precedieron al regreso de Daniel Ortega a la presidencia en el año 2007 (10)— el régimen de EEUU, a través de su porta voz, declaró que se encontraba “profundamente preocupado por el proceso viciado de elecciones presidenciales” en Nicaragua” (11).
Estoy apuntando a la amenaza tangible que significa Donald Trump (12) cuyo segundo en su desgobierno tuvo a bien armar un bochinche contra Nicaragua en un discurso ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos hace unos pocos días, al paso que incrementó los ataques a la Hermana Venezuela y volvió a vociferar de cara a la Mayor de las Antillas (13) —ejemplo de actor que protagoniza moral en ropa interior (14).
Concluyo: si el Gobierno de Daniel Ortega rectificó su pifia y el régimen de Trump irreconoce al Sandinismo —reflejo de su intención de revitalizar la Doctrina Monroe (15)—, entonces considero que sobran razones para apoyar una salida constitucional al caso que acabo de analizar, como desean las autoridades legítimas de Mangua (16). El asunto es inequívoco: Nicaragua necesita de la Solidaridad revolucionaria. Estamos convocados, pues, a materializarla. ¡Amén!
Referencias:
2.- https://es.yahoo.com/noticias/nicaragua-divide-defensores-detractores-gobierno-ortega-031624722.html.
7.- https://www.elnuevodiario.com.ni/elecciones-2016/409708-partidos-reconocen-triunfo-formula-fsln/.
10.- https://www.telesurtv.net/news/La-revolucion-sandinista-que-dignifico-a-Nicaragua-20170719-0018.html.
11.- https://www.elnuevodiario.com.ni/elecciones-2016/409554-estados-unidos-critica-elecciones-nicaragua/.
http://kaosenlared.net/nicaragua-necesita-de-la-solidaridad-revolucionaria/
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