A Jesús Sosa Castro, de los imprescindibles
AMLO ha ganado la elección presidencial, una victoria contundente que no dejó espacio para el fraude electoral. Es un triunfo que puede marcar un quiebre en la historia de México, es también la culminación de una larga marcha por la democracia y contra el neoliberalismo. Treinta años de luchas culminan con la llegada de AMLO a la presidencia, llegando con una propuesta que se centra en combatir la corrupción, la pacificación del país y avanzar en la justicia social.
En estos treinta años hubo una transformación profunda de la sociedad mexicana, cambió el grupo dominante, se reestructuró el Estado, el ámbito económico se transformó y se impuso una nueva ideología. Los saldos están a la vista, la pobreza se extendió, la desigualdad aumentó, la migración se volvió un drama cotidiano y la violencia cundió como nunca. La corrupción problema histórico se volvió la característica central del poder político. México se encuentra en una crisis total, con un Estado débil y dependiente.
Aún a pesar de las múltiples resistencias en cada sexenio desde 1982 los neoliberales avanzaron en la imposición de sus reformas. Se hicieron del poder y avanzaron paulatinamente en la reestructuración neoliberal de México, acorde con los tiempos globales. Las derrotas, llenas de heroísmo y dignidad, se acumularon en el campo popular, no sin restarle legitimidad, sin arrancarle alguna concesión al poder o sin frenar por un tiempo alguna acción neoliberal.
Hoy el movimiento opositor llega al poder de la mano de AMLO. Un líder que figura como el gran opositor al neoliberalismo de los últimos años, cercano a las mayorías, con una labor contra-hegemónica de años y a ras de suelo. Las esperanzas de un cambio, se concentraron en la figura de AMLO y su movimiento, ahí han confluido los militantes de viejas luchas junto con jóvenes que nacieron en la noche neoliberal. No podían faltar los oportunistas, siempre presentes, que se integraron de último momento a la ola del cambio. También millones de ciudadanos sin una clara tendencia ideologica que cansados del presente eligieron a AMLO como su esperanza.
Hay alegría, entusiasmo y confianza en las calles, ha sido una gran victoria frente a las prácticas defraudadoras de siempre. La democracia se impuso. AMLO, con sus contradicciones, será el primer presidente de izquierda y no neoliberal. La larga marcha tras muchas dificultades ha terminado en una victoria, sin embargo, la carrera por la meta histórica de la trasformación apenas empieza y no será fácil. Se abren caminos.
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